WASHINGTON/SAN FRANCISCO (dpa) – El sol brilla pero Simona Amorosi está furiosa. Ni siquiera el buen tiempo es capaz de animar a la joven de 30 años. Ha pagado unos 4.800 euros por el viaje de Londres a Washington, que había planeado hace un año. Ahora está ahí, a un tiro de piedra del monumento más famoso de la ciudad. Pero a pesar de ello, sólo puede contemplar la estatua de Abraham Lincoln de lejos. «Estoy tan enfadada», se queja.
Vallas que cierran el paso, carteles y decepcionados visitantes ante los museos cerrados… Desde el martes, decenas de miles de turistas llegados a Estados Unidos comprueban que no sólo los norteamericanos sufren el cierre («shutdown») del gobierno.
Muchos de ellos se han visto obligados a cambiar sus planes, después de que republicanos y demócratas no lograsen alcanzar un acuerdo sobre el presupuesto y la Casa Blanca decretase el cierre del gobierno. Parques nacionales, museos, colecciones de arte, monumentos… todo permanecerá cerrado hasta que se haya solucionado la disputa.
Para el diputado republicano Newt Gingrich se trata de una «molestia». «¿Cómo puede pasar esto?¿Qué significa que el gobierno se cierra?», se pregunta Bettina Turan. «No lo entiendo». Esta estudiante alemana había viajado de Düsseldorf a San Francisco y tenía previsto visitar la isla donde se encuentra la antigua prisión de Alcatraz. «¿Qué tipo de país loco es éste?»
Incluso el italiano Michael Rossi, acostumbrado a las crisis de gobierno en su país, se queda sorprendido por la situación de emergencia financiera en Estados Unidos. «Nosotros tenemos nuestros problemas políticos pero no algo como esto», afirma.
También los campistas de los parques nacionales se están viendo afectados: sólo tienen dos días para recoger sus cosas y desmontar la tienda. «Todavía pudimos acampar en Canyonlands, ahora cierre», tuiteó una excursionista que tuvo algo de suerte. Cerca de 400 instalaciones de parques estatales cerraron una tras otras sus puertas y más de 21.000 trabajadores tuvieron que tomarse vacaciones forzosas no pagadas.
El último «shutdown» del gobierno, hace 17 años, le costó siete millones de visitantes a los parques nacionales, mientras que los museos y monumentos perdieron otros dos millones, según un informe del Congreso.
Tan sólo en el estado de California, los viajeros y visitantes gastan cada día unos 215 millones de euros, según cálculos de la organización turística Visit California publicados en el diario «Sacramento Bee». Las consecuencias económicas golpean al sector turístico con cada día más de cierre.
Alexander Thul, procedente de Colonia (Alemania), se lamenta por el cierre forzoso de la Estatua de la Libertad, posiblemente el monumento más característico de Estados Unidos. «Uno se inclina por perder la confianza en un país que ni siquiera mantiene abiertos sus parques nacionales», dice desde el sur de Manhattan, desde donde se zarpa en dirección a la Isla de la Libertad.
La berlinesa Elisabeth Steimetz aún tuvo suerte en Nueva York. pero en Washington se encontró junto a su marido y sus dos hijos ante las puertas cerradas del Museo del Aire y del Espacio. «Me enfadé bastante», asegura. «El colmo es que no dejen ni los baños abiertos».
Carol Johnson, trabajadora del National Mall y Memorial Park de Washington no puede más que encogerse de hombros. «No tenemos personal para mantenerlos en condiciones», explica. Tanto ella como otros 330 compañeros se han visto obligados a tomarse vacaciones no remuneradas. Aún así, tres de los empleados de su equipo siguen trabajando.