Múnich, 21 may (dpa) – Uli Hoeness, presidente honorario del Bayern Múnich, apenas pudo contemplar el batacazo en la lucha por el título de la Bundesliga que el Leipzig propinó al actual campeón, doblegándolo por 3-1 en casa.
Hoeness observó junto al igualmente consternado exdirector general Karl-Heinz Rummenigge cómo los astros del Bayern volvían a fallar en la puja por el trofeo, enfureciendo como nunca al entrenador Thomas Tuchel.
La amenaza de la primera temporada sin títulos desde 2012 causará graves turbulencias en el tambaleante campeón, incluso en la cúpula directiva. El actual director general, Oliver Kahn, observó atónito la derrota desde lo alto de la grada, mientras el director deportivo, Hasan Salihamidzic, le dirigía una intensa charla. ¿Qué será del dúo?
Tras dos meses en el cargo, el técnico Tuchel se sintió «un poco abatido» ante el inexplicable descenso de rendimiento de su equipo. El entrenador, de 49 años, no se detuvo en absoluto a enumerar la lista de deficiencias tras una primera media hora incluso decente.
Errores técnicos, posicionamiento, decisiones, comportamiento en carrera… en realidad, a Tuchel no le gustó nada. Lo que realmente le dejó perplejo, sin embargo, fue que todo esto hubiera llegado tan abruptamente, incluso para él como entrenador experimentado. Tuchel anunció un análisis radical: «Vamos a ponerlo todo patas arriba».
El técnico afronta la nueva temporada con una imagen maltrecha tras las eliminaciones en la Copa Alemana y la Liga de Campeones y los reveses en la Bundesliga. El equipo muniqués tendrá que desembolsar mucho dinero en nuevos talentos.
«Nos sentaremos después de la temporada y veremos qué hay que hacer en el mercado de fichajes», comentó Salihamidzic. «Sin duda hay algunos problemas», reconoció.
En el verano europeo de 2012, el español Javi Martínez llegó por 40 millones de euros (hoy 43,2 millones de dólares) a Múnich como una compra entonces récord para el centro del campo defensivo. Una década después, se dice que Tuchel quiere un jugador más sólido para esta posición. De todos modos, hay una necesidad urgente de acción en el ataque.
El centrocampista del Leipzig Konrad Laimer, autor del gol del sábado que igualó el marcador a uno tras el tanto anotado por el muniqués Serge Gnabry, insinuó su fichaje por el Bayern.
El anuncio parece estar cada vez más cerca, aunque no se produjo el sábado. «Ahora mismo no tengo ganas de confirmar nada», declaró Kahn. El director general más bien estaba ocupado movilizando todas las reservas de energía que le quedan para la fecha final del próximo sábado fuera de casa contra el Colonia.
«Mi fe siempre está ahí», sostuvo Kahn.
Lo que está claro tanto para los directivos como para los jugadores es que las cosas no pueden seguir tal como marchan.
«Un reflejo de la temporada. Ha habido demasiados partidos como el de hoy», declaró el jefe del mediocampo, Joshua Kimmich, una vez más muy abatido. Muchos aficionados se hartaron prematuramente de su equipo. Multitud de seguidores del Bayern abandonaron el Allianz Arena antes del pitido final.
A la plantilla más cara de la historia del Bayern le faltó garra y clase contra los sajones, que celebraron la victoria y la clasificación anticipada para la Liga de Campeones gracias a otros goles de Christopher Nkunku y Dominik Szoboszlai tras sendos penaltis. A pesar de los grandes talentos individuales, al menos de nombre, el Bayern no presenta un verdadero equipo sobre el terreno de juego.
«Si dejamos de jugar según nuestros principios, será un puro juego de azar. Entonces, o ganamos o perdemos», comentó Tuchel, encogiéndose de hombros con fastidio.
En los últimos diez años, el Bayern siempre ganó como mínimo la Bundesliga. «El hecho de que el equipo pueda no ganar un título también me sorprende. Siempre estoy detrás del equipo. Quizá ellos también necesiten una temporada en la que experimenten lo que es no conseguir un título», observó el director deportivo Salihamidzic.
Reveladoramente honesto, añadió: «Los problemas son profundos. Pero no puedo decir cuáles son nuestros problemas».
Por Christian Kunz y Klaus Bergmann (dpa)