Santiago de Compostela, 23 mar (EFE).- El arqueólogo asturiano Sergio Ríos investiga en su tesis doctoral una de las «señas de identidad» de la arquitectura castreña del noroeste de la Península Ibérica, los baños castreños, de «inspiración mediterránea» y que tenían, entre otras, una «función termal».
Sergio Ríos es especialista en rehabilitación y recuperación del patrimonio histórico y, en su trabajo de investigación «Consideraciones funcionales y tipológicas en torno a los baños castreños del noroeste de la Península Ibérica», se ha propuesto estudiar este tipo de estructuras con funciones muy «particulares» en los castros de esa zona, explica en una entrevista con Efe.
El análisis de estas edificaciones, en especial su funcionalidad, ha sido objeto de encendidos debates que la vinculan a la religión, a crematorios o a rituales, sobre todo desde principios del siglo XX, concretamente desde que en 1930 se descubrieron en Briqueiros (Portugal) los primeros restos arqueológicos.
La publicación de los resultados de la excavación del baño del castro de Sanfíns, llevada a cabo por Ferreira de Almeida en 1973, descartó la hipótesis de una función funeraria o de crematorio de estas construcciones, y desde entonces la argumentación más tenida en cuenta por los investigadores es la de que este tipo de edificaciones tenían «una función termal».
Con su análisis, Ríos apoya esta perspectiva en la que la «toma de baños» tiene un «sentido abstracto» en el que, el arqueólogo asturiano, no ha encontrado ningún «significado trascendente».
Este investigador apunta la «complicación» de establecer un período «exacto» sobre la época de construcción de los baños castreños, pero asegura que «no cabe ninguna duda» de que estas construcciones son «influencia» de la cultura romana.
Establece esta premisa sobre todo a partir de la campaña militar de Décimo Junio Bruto (138-136 a.C), que sería el inicio de una fase que esencialmente se caracteriza por la unificación de los materiales y por la concentración de la población en grandes asentamientos.
Aún así, la definitiva integración del territorio bajo el Imperio finalizó con Augusto, bajo cuyo mandato se inicia una nueva fase en la que el urbanismo castreño alcanza su «máximo desarrollo» y en la que, parece ser, fue la época en la que se erigieron todos los baños localizados hasta el momento.
Este contexto histórico ha supuesto una clara «diferencia entre las zonas» y por ello Ríos establece dos tipos básicos, el modelo termal Bracarense, que abarca desde la zona sur de la provincia gallega de Ourense hasta la zona más al norte de Portugal, y otro ubicado en la zona del norte de la península, desde Espasante (A Coruña) hasta la cuenca del río Navia.
El modelo termal Bracarense es el «más conocido», ya que se le atribuye «más personalidad» al estar asociado con unos grandes monolitos de piedra llamados «Piedras Formosas», unos bloques de varias toneladas decorados que marcaban la entrada a la estancia cálida de estos baños y establecían la separación con las otras dos salas, la templada y la fría.
Algunos autores señalan que esta ornamentación también tiene un significado concreto, pero Ríos sostiene que, en la mayoría de los casos, se trata de «decoración abstracta» común en los castros romanizados y «no exclusiva» ni de la época ni de los baños, ya que se repite en otras construcciones como puertas, jambas o dinteles.
En cambio, el arqueólogo asturiano apunta una diferencia importante con los baños del norte de Asturias: la «heterogeneidad» de sus estructuras, aunque es habitual que posean dos estancias, una templada y otra cálida que, a diferencia del modelo Bracarense, es de calor húmedo.
A pesar del inevitable paso del tiempo se han conservado unas «diecisiete» edificaciones que se pueden identificar «sin ningún tipo de duda», 10 en la zona de Portugal y 7 en la de Asturias, de ellas algunas de las más conocidas son la de Punta dos Prados en A Coruña y Santa María de Augas Santas en Ourense.
No obstante, Ríos cree que hay indicios «más o menos sólidos» de la existencia de otros nueve, como el de Bornoso y el de Castoñoso en A Fonsagrada, y augura la posible aparición de más «en un futuro», ya que en arqueología, dice, no hay «nada seguro».
En cambio, lo que sí «parece probable» es que, de aparecer más restos, se concentren en la misma zona en la que han sido hallados los demás hasta el momento.
Patricia Pernas.