(dpa) – «Drill, baby, drill!» era la sencilla respuesta que el candidato a la presidencia John McCain tenía para los problemas energéticos de Estados Unidos. El lema, que podría traducirse como «perfora, baby, perfora» no dio la victoria al republicano, pero su rival, Barack Obama, asumió la estrategia.
Así, además del sol y el viento, el mandatario que se autodenomina defensor del medio ambiente también apuesta por el fracking para reducir la dependencia estadounidense del petróleo y el gas extranjeros. Y ahora, con la crisis de Crimea, pretende convencer a sus colegas europeos de las «bondades» de este controvertido método.
El fracking, también conocido como fracturación hidráulica, consiste en perforar un pozo vertical en el que se inyecta un material (normalmente agua con arena y productos químicos) para fracturar el terreno rocoso a fin de extraer gas de esquisto y petróleo.
El procedimiento es muy criticado por los ecologistas, que temen por los acuíferos, pero la industria está encantada: a más gas y petróleo, precios más bajos. Una buena parte de la frágil economía estadounidense desde la crisis de 2008/2009 se basa en esta energía barata.
De este modo, Obama aprueba cada vez más plataformas de sondeo y campos petrolíferos. La Agencia de Información Energética (EIA) calcula en que 2016 se extraerán diariamente 9,5 millones de barriles de crudo, casi el doble que en 2008.
Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), Estados Unidos podría convertirse en 2015 -un año antes de lo previsto- en el mayor productor de petróleo del mundo, por delante de Rusia y Arabia Saudí.
En su última visita, Obama instó a los europeos a apostar por nuevas fuentes de energía para independizarse de Rusia. «Creo que sería útil para Europa prestar atención a sus fuentes de energía», dijo durante un encuentro con altos representantes de la UE en Bruselas.
Los Estados miembros del bloque deberían reflexionar sobre su política energética «para encontrar otros caminos con los que construir y acelerar su independencia energética», agregó.
Con ello, Obama hacía referencia al fracking. «Toda fuente de energía tiene sus dificultades o desventajas», subrayó el mandatario estadounidense. «No hay ninguna fuente de energía perfecta, ideal y barata», añadió. Pero también dejó claro que Europa no puede confiar exclusivamente en Estados Unidos.
Gran parte de Europa depende de Rusia en materia energética. Según la Comisión Europea, desde allí llega un tercio de las importaciones de crudo y gas natural.
En Estados Unidos, Texas y Dakota del Norte son los garantes de la riqueza petrolera. Para la Casa Blanca resulta ventajoso tanto en lo económico como geopolítico depender cada vez menos de las importaciones para cubrir las necesidades energéticas.
Así, no sólo mejora el balance comercial, sino que hace que la coyuntura estadounidense dependa menos «de lo que sucede en otra parte del mundo», como por ejemplo la inestabilidad en Cercano Oriente, manifestó Obama. De aquí a 2016, las importaciones de combustibles fósiles caerán hasta situarse en un cuarto de las necesidades energéticas de Estados Unidos, calcula la EIA. Actualmente, la preocupación por la escasez de petróleo es tan baja que la industria y algunos políticos ya están pidiendo aflojar la ley que prohíbe las exportaciones de crudo.
Según argumentan, las refinerías ya están trabajando en sus límites de capacidad y a menudo no pueden gestionar el esquisto.
Además, no sólo la industria celebra la abundancia de petróleo: para la confianza de los consumidores, el precio de la gasolina también supone un factor clave. Y es que cuanto menos dinero tengan que gastar en combustible, más les quedará para otros gastos.
Después de que los precios del galón (3,79 litros) subieran por encima de los cuatro dólares, ahora se sitúan, según la EIA, en 3,55 dólares de media, a unos 94 céntimos de euro el litro.
Por Daniel Schnettler