Madrid/Lisboa, 24 ago (dpa) – La capital portuguesa volverá a paralizarse mañana cuando cuando el Benfica reciba al Sporting de Lisboa en Estádio da Luz en uno de los clásicos del fútbol luso. Sin embargo, un mundo separa hoy a ambos clubes en lo deportivo y extradeportivo.
Mientras las «águilas» ganaron cuatro de los cinco campeonatos portugueses, los «leones» alzaron su último trofeo nacional -de un total de 22- hace 16 años. Pero no sólo eso: el Sporting Lisboa lucha incluso por su supervivencia tras unos meses caóticos en los que se produjeron ataques «ultra», renuncias de estrellas, despidos y amenazas.
«Es posible que en noviembre el club ya no pueda seguir pagando los salarios de los jugadores», advirtió recientemente José Maria Ricciardi, descendiente de uno de los fundadores de la institución y candidato presidencial.
El tío abuelo del empresario y banquero de 63 años era José Alvalade, uno de los fundadores del Sporting de Lisboa en 1906. El estadio del equipo, de hecho, aún lleva su nombre.
Ricciardi es uno de los siete candidatos para las elecciones que se realizarán el 8 de septiembre y nadie ha desmentido de momento sus advertencias.
Debido a unas deudas por un valor 40 millones de euros con inversores, así como varios compromisos impagos con el fisco y la seguridad social cuyo monto no se hizo público, dos de las tres cuentas bancarias del club fueron embargadas.
Los problemas, sin embargo, van más allá de lo económico. El 15 de mayo pasado, varios «ultras» encapuchados ingresaron al campo de entrenamiento en Alcochete, en la región de Lisboa, y se metieron en el vestuario en protesta por los malos resultados. Con palos y cinturones golpearon a varios jugadores y al entrenador. «Todos temimos por nuestras vidas», señaló el arquero Rui Patrício en una carta.
Que tal incidente haya sido posible, muchos en el club ubicado a orillas del río Tajo lo atribuyen al entonces presidente Bruno de Carvalho. El empresario, de 46 años, solía tomar medidas drásticas y la temporada pasada, tras la eliminación ante el Atlético de Madrid en los cuartos de final de la Liga Europa, criticó duramente y en público a los jugadores e incluso suspendió a 19 de ellos.
De Carvalho levantó poco después la sanción interna a los jugadores, pero sostuvo las duras críticas debido a los malos resultados que continuaron en la Liga portuguesa. Poco después se produjo el ataque de los «ultras».
«De Carvalho es el Donald Trump del fútbol portugués», consideró el ex presidente del Sporting de Lisboa José Roquette. También medios como el periódico británico «The Independent» o el estadounidense «Politico» compararon a De Carvalho con el presidente norteamericano. Elegido en 2013 como presidente del Sporting y reelegido en 2017, De Carvalho fue criticado por sus rivales por su «populismo» en la gestión.
El 23 de junio pasado, el presidente fue echado de su cargo en una asamblea extraordinaria en la que participaron unos 15.000 socios del club. El 79 por ciento votó por la salida de De Carvalho y en su lugar asumió interinamente José Sousa Cintra.
Las consecuencias de la gestión anterior, sin embargo, todavía se sienten. Tras el ataque de los hooligan, el entrenador Jorge Jesus y numerosos jugadores se desvincularon de la institución.
El club alguna vez fue considerado un modelo de formación y por su Academia de Alcochete pasaron jugadores como Cristiano Ronaldo o Luis Figo. Hoy el panorama luce oscuro, aunque en las últimas semanas se ha producido una leve mejora.
El nuevo entrenador José Peseiro, quien en 2005 alcanzó la final de la Copa UEFA con el club, parece haber formado un sólido equipo en torno al veterano Nani y logró victorias en las dos primeras fechas. Además, según el periódico «Record», el ex astro brasileño Roberto Carlos podría sumarse como director deportivo. «El Sporting está dando vuelta la página», destacó el mediocampista e internacional portugués Bruno Fernandes.
Por Emilio Rappold (dpa)