Estudiar, trabajar, firmar un contrato o convenio, hacer negocios, adoptar a un niño o mantener un proceso legal. Para todo esto y para más asuntos, si los hacemos en el extranjero o hay un interviniente interesado o afectado que no sea de España necesitaremos casi con total seguridad los servicios de un traductor jurado. Somos una sociedad globalizada y estamos relacionados a nivel mundial para casi todo. No hay quien lo pare y las diferencias idiomáticas no pueden ser una barrera.
¿Cuándo necesitamos a un traductor jurado?
La respuesta es sencilla: casi siempre, en todo asunto legal, personal o profesional en el que establezcamos relaciones, directa o indirectamente con el extranjero. O sea, que la traducción jurada, que es la llevada a cabo por los traductores oficiales de documentos, como los que forman parte de Ubiqus, puede ser indispensable y urgente en cualquier momento y para cualquier cosa.
Antes, la traducción jurada podría parecernos un servicio casi exótico, muy lejano, ajeno por completo a nuestro entorno y a nuestras necesidades. Hoy no. Estamos en un mundo globalizado, en el que las relaciones internacionales ya no son exclusivas de los gobiernos y las multinacionales.
Hoy, cualquier ciudadano puede tener dichas relaciones transnacionales, a nivel personal, profesional, oficial, etcétera, para las gestiones más normales de su vida cotidiana. Por ejemplo, para pedir una beca con la que poder estudiar en una universidad extranjera; o para firmar un contrato o un convenio de colaboración con alguna compañía u organización foránea; o para hacer negocios con otras empresas asentadas o con sede oficial en algún territorio de fuera de nuestro país… Incluso vamos a necesitar a buen seguro los servicios de un traductor jurado, oficial, si queremos adoptar a un niño, casarnos o intervenir en algún proceso legal fuera de España.
El traductor jurado no es un traductor cualquiera
Si hemos vivido o estamos en disposición de vivir alguna de las situaciones anteriormente descritas, con total seguridad nos van a pedir la traducción de nuestros documentos.
En dicha traducción no bastará la intervención profesional de un traductor normal, por excelente que éste sea en su trabajo. Ni tan siquiera nos podrá servir un traductor jurídico profesional, aunque su labor sea especialmente valiosa para otros cometidos.
Traducir documentos oficiales, jurídicos y legales se ha puesto a la orden del día y en muchas ocasiones un traductor jurídico o uno normal profesional pueden servir para el fin que perseguimos. Pero en asuntos de cierta envergadura o de trascendencia institucional, corporativa o personal es preciso recurrir al traductor jurado oficial.
La diferencia fundamental entre una traducción jurídica o legal y una traducción jurada oficial
La traducción jurídica, o legal, pasa la literalidad de los documentos legales públicos y privados desde su idioma de origen a otra lengua diferente, para que las distintas versiones de cada lengua correspondiente sean entendidas por sus destinatarios interesados y/o usuarios afectados. Tiene validez a los efectos prácticos de su comprensión y el conocimiento del espíritu y el sentido de una norma o conjunto de normas, con todos sus matices, siempre que las partes del proceso así lo acuerden y acepten. Pero no tiene necesariamente esa misma validez, ni efecto alguno, ante una institución u organismo oficial, tanto del país de la lengua de origen como de los países de los destinatarios o los usuarios afectados que hablan en los otros idiomas.
Sin embargo, la traducción jurada es el proceso de traducción que sí que tiene el respaldo y la validez oficiales a todos los efectos, en todas las lenguas. Esta traducción jurada puede llevarse a cabo sobre cualquier documento, aunque no se trate de un texto jurídico o legal.
Traducción jurada es traducción unívoca
Se recurre al traductor jurado cuando el documento en cuestión debe de ser presentado ante algún organismo oficial o alguna institución pública. También se requieren sus servicios cuando las partes, aunque sean personas particulares o empresas privadas, exijan que la traducción del documento que manejan sea oficial.
Por esto es muy frecuente pedir una traducción jurada en los contratos, aunque sean privados. Y ello se debe a que las partes se reservan su derecho a llevar tal documento traducido ante una instancia pública oficial, si así lo estima oportuno, como por ejemplo ante un tribunal de Justicia si se llegaran a plantear discrepancias de algún tipo en un futuro.
Es por esto por lo que el contenido y significado de la traducción o de las traducciones del documento en controversia debe de ser unívoco, sin ambigüedades ni diferencias de matiz que den lugar a interpretaciones distintas. Su texto debe de decir exacta y literalmente lo mismo en cualquiera de los idiomas en los que haya quedado por escrito.
Cómo distinguir una traducción profesional de una jurada
La traducción profesional irá normalmente firmada por el traductor. No es obligatorio que vaya adjunta la minuta de honorarios que dicho traductor profesional haya cobrado por su trabajo. De hecho, casi nunca va anexada, porque esto forma parte de la relación profesional bilateral entre el traductor profesional y la persona o entidad que le haya contratado. Lo que aquél haya cobrado de ésta no es de interés para terceras partes; sólo lo es para el profesional que cobra y la persona o entidad que paga.
En cambio, la traducción jurada debe llevar siempre el sello, la firma y la certificación del traductor jurado que la haya realizado, para que tenga plena validez en la administración pública correspondiente, o ante las organizaciones o compañías privadas que reciban dicha traducción jurada.
Con su sello y su firma estampados en el documento, el traductor jurado certifica y se hace responsable de que el texto traducido es exacto al texto original en la otra lengua. Por esto, asume una alta responsabilidad y su trabajo conlleva una gran complejidad.
¿Quién puede ser traductor jurado?
En España, un traductor profesional que quiera ser acreditado como traductor jurado necesita el reconocimiento y el respaldo imprescindible del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación (MAEC). Pero esto no le convierte en funcionario del mencionado ministerio.
El traductor jurado es siempre un profesional independiente y puede trabajar como autónomo o por cuenta ajena, formando parte de la plantilla de una empresa privada y especializada en traducciones e interpretaciones.
El traductor jurado puede actuar como intérprete en cualquier acto oficial, reunión, negociación, etcétera, en la que intervienen autoridades, cargos públicos, directivos de empresas o ciudadanos particulares que no hablan en el mismo idioma. Es muy frecuente contar con sus servicios durante un proceso judicial, una ceremonia de matrimonio o cualquier acto realizado ante un notario.
Cuando se trata de presentar en otra lengua una documentación ante una administración pública o un juzgado, o cuando hay que prestar declaración ante una instancia oficial, la propia Administración española es la que muchas veces exige la traducción jurada. Esto es así para poder preservar el principio de seguridad jurídica, ya que el Estado debe asegurarse de que un documento extranjero se traduce sin fraudes ni errores.
¿Qué documentos pueden necesitar una traducción jurada?
Cualquier documentación, del tipo de sea, puede ser requerida con su traducción jurada por una instancia oficial o una entidad particular. Pero hay una serie de documentos que casi siempre necesitan dicha traducción jurada. Por ejemplo:
Documentos y certificados académicos (diplomas, títulos universitarios, expedientes…); documentos identificativos (libro de familia, DNI, pasaporte…); certificados (de nacimiento, de antecedentes penales, de defunción, de matrimonio…)
Documentación de trámites de adopción; contratos; patentes y títulos de Propiedad Intelectual o Industrial
Escrituras y poderes notariales; licitaciones; estatutos de empresa, financieros
Testamentos y fideicomisos, informes médicos, sentencias y decisiones judiciales; pólizas de seguro e informes periciales.
Cómo contratar al mejor traductor jurado
Partiendo de la base de que todos los traductores jurados son muy buenos en lo suyo, la traducción de documentos y textos y la interpretación en conversaciones, hay una serie de factores que pueden inclinar la balanza hacia unos más que hacia otros. Por ejemplo:
La experiencia. Nadie nace sabiendo; todo el mundo ha sido principiante en su trabajo alguna vez y ha necesitado de un tiempo de “rodaje” para tener la experiencia ideal. Pero siempre es preferible un traductor jurado experimentado que otro que no lo sea. Sobre todo, si su experiencia está relacionada con la temática del documento que necesitamos que traduzca.
La opinión de los usuarios. Hay que dejarse orientar por lo que otros usuarios puedan opinar acerca de su grado de satisfacción sobre el servicio que han recibido de un traductor jurado.
Atención al cliente. Un traductor jurado que tarda en atender los requerimientos del cliente que pretende contratarlo no es un traductor jurado aconsejable, ni tan siquiera si justifica su retraso en atender al nuevo cliente con la excusa de que tiene exceso de trabajo. Muchas veces, por no decir casi siempre, la traducción jurada que un ciudadano necesita no puede admitir tiempos de espera.
Cumplimiento de los plazos. Por la misma razón que en el punto anterior, el traductor jurado ideal es aquel que se compromete a entregar su traducción jurada en una fecha determinada y lo cumple, sin ampliaciones ni dilataciones de los plazos.
Certificaciones ISO. Los traductores jurados más recomendables son los que cuentan con diferentes certificaciones ISO en lo que respecta a calidad, confidencialidad, uso de las nuevas tecnologías, ética y responsabilidad social.