San Diego (EEUU), 14 mar (dpa) – «¡USA, USA, USA!». Al borde de la carretera, un grupo de personas forma un círculo y corea rítmicamente y en voz alta el nombre del país. Solo al llegar junto al grupo en el asfalto se ve qué rodean: un hombre está haciendo trizas una bandera de México sobre el suelo.
La escena tiene lugar en Otay, un área industrial de la ciudad de San Diego, donde se han dado cita seguidores de Donald Trump para mostrar su apoyo al mandatario en su primer viaje a California.
Va a ver los ochos prototipos del muro en la zona fronteriza que linda con el estado mexicano de Tijuana. Desde la campaña electoral, el mandatario ha dibujado a México como un vecino perverso. Su carrera a la Casa Blanca la lanzó llamando violadores y narcotraficantes a los inmigrantes mexicanos.
La convocatoria en Otay es a las 10 de la mañana, casi dos horas antes de que Trump aterrice procedente de Washington, pero ya desde las 9 se agitan allí banderas estadounidense.
«Build the wall!» (construye el muro), gritan sobre una pradera del polígono industrial decenas de personas. A lo largo de la mañana llegarán a ser unos 300. Varios oradores, uno tras otro, claman contra los indocumentados, el Partido Demócrata y el ex presidente Barack Obama.
En otra zona de San Diego hay una manifestación de hispanos contra Trump en ese momento. Nora Rubio dice que están equivocados. «No lo han analizado bien», asegura a dpa esta maestra de profesión, mexicana de nacimiento y con nacionalidad estadounidense.
En sus manos sostiene un cartel escrito a mano que dice «Latinos 4 Trump» (latinos por Trump). «La inmigración ilegal tiene impactos en la economía local, en la educación, en los servicios médicos. Sí hay que tener compasión por la gente, pero también hay que darle la responsabilidad al Gobierno mexicano. Es su gente», señala a dpa.
No es la única hispana. En la concentración pro Trump varios latinos corean las consignas como el resto, mientras ondean banderas con el nombre del presidente y de su vicepresidente, Mike Pence. Una mujer joven de rasgos hispanos pasea un cartel que dice «Trabajé duro para conseguir mi residencia legal».
«Make America great again» (hacer a Estados Unidos grande otra vez), se lee en banderolas y carteles reciclados de la campaña electoral para las elecciones de noviembre de 2016 que ganó Trump.
En el stand de merchandising ya se piensa en la próxima campaña: Sandy y Dave venden a 20 dólares camisetas con el nombre del republicano estampado junto al número 2020.
«Miras a cualquier país y tiene un muro», dice David, que trabaja en el sector tecnológico. Es estadounidense y residente en San Diego. «No podemos tener a personas cruzando la frontera, hay que hacer las cosas bien. No entiendo por qué la gente no sigue la ley», señala a dpa.
Dianne ha llegado con una gran bandera de Estados Unidos desde Ramona, una ciudad del condado de San Diego. «He venido a apoyar a este hombre maravilloso, el presidente Trump, que no tendría que pasar por el infierno que está pasando para hacer lo que está haciendo», indica sobre las críticas al mandatario por su visita a los prototipos del muro.
Cuando critica al Gobierno de Barack Obama habla del «régimen anterior». El muro se necesita porque quienes lo cruzan son delincuentes, asegura, y señala con la mano a un grupo de mujeres con fotografías de sus hijos asesinados, dice, por inmigrantes criminales.
En un momento en el que pasan dos motocicletas cerca de la concentración, un grupo de personas se lanza a la carretera. Creen que ya llega Trump en la caravana presidencial. Falsa alarma. Entonces regresan a la pradera y gritan: «Build the wall!».
Por Sara Barderas (dpa)