(dpa) – Antes de las Navidades es una buena época para desplazarse al sur de Inglaterra. Viajando a Brighton se podrá vivir esta localidad costera sin las hordas de turistas del verano (boreal) y sin ese decorado hortera de luces navideñas. Lo que le espera al visitante son la brisa marina y los singulares habitantes de esta ciudad a orillas del Canal de la Mancha.
Allí, Jessica Christie-Miller prepara en su cocina un brebaje en el que se ve una naranja flotando. En la cocina hay fruta, ollas apiladas y unas botas de goma en un rincón. La bebida es “mulled wine”, la versión inglesa del vino especiado y caliente que se toma en muchos países del norte de Europa cuando se acerca la Navidad. «Cuidado. Es fuerte y dulce», asegura la cocinera mientras sonríe y entrega una taza al visitante.
Esta mujer de 49 años realiza diseños con plumas y es una de las participantes de la iniciativa «Casas Abiertas de los Artistas», que se lleva a cabo en Brighton unas semanas antes del periodo navideño. Christie-Miller obtiene el material para sus diseños de su mejor amiga, que tiene una granja de faisanes a media hora en coche. Ella misma arrancó y seleccionó cada pluma que utiliza en sus creaciones. Ahora presenta su arte en la mesa del comedor, en el pasillo y también en la sala de estar.
Las plumas del pecho de los faisanes son necesarias para los candelabros, las de la cola para las coronas, las de las alas para los pendientes. Estas son algunas de las cosas que se aprenden charlando con ella. En su opinión, recibir a extraños en su casa los fines de semana entre finales de noviembre y mediados de diciembre es algo que «mantiene vivo el arte». Y las plumas, agrega esta mujer que antes se dedicaba a decorar escaparates, son una combinación perfecta para esta temporada del año. «Son colores que hablan del invierno, del bosque, de la naturaleza”, remarca.
El encanto de los «lanes»
Christie-Miller vive con su familia en una casa adosada en Seven Dials, una zona residencial con vivendas de ladrillo rojo a la vista, que no es precisamente la zona que más gusta a los visitantes de Brighton.
Los edificios clásicos están más abajo en la ciudad, en el paseo marítimo, en los denominados «lanes». Donde antes había un pueblo de pescadores, ahora se concentran pubs y tiendas con encanto. Las joyerías, boutiques y tiendas de regalos se las arreglan sin la magia de la decoración lumínica navideña propia de esta época.
Por supuesto que hay excepciones, pero el casco antiguo de Brighton no necesita eso. Brilla con fuerza propia y no precisa esa iluminación permanente que supuestamente anima a ir de compras. El sonido más típico de la ciudad es el graznido de las gaviotas.
También alejada de las agresivas campañas comerciales se encuentra la iglesia anglicana de San Pablo, ubicada en uno de los extremos de las «lanes». Las vidrieras son magníficas y en el vestíbulo se puede uno topar con Judy Gregory, que ha estado coordinando desde fines de octubre a un grupo de voluntarios que venden tarjetas de Navidad con fines benéficos. Casi tres docenas de organizaciones se benefician de ello, incluyendo una iniciativa para personas en soledad.
«Hemos tenido una buena vida, tenemos hijos sanos, ahora queremos devolver algo a la sociedad», explica Gregory, cuyo oficio en realidad es la venta de cajas registradoras.
Pabellón Real, pista de hielo y conciertos
Una de las referencias clave para la cultura en Brighton es el Pabellón Real ubicado en el Barrio Cultural. Esta exótica y singular residencia real fue obra del rey Jorge IV (1762-1830) y no suele estar concurrida en los meses en los que la temperatura baja.
«Era un palacio dedicado al ocio, un palacio para realizar fiestas», explica la curadora Alexandra Loske al recordar su uso inicial. Hasta la primavera (boreal) de 2021 se puede visitar una exposición con préstamos de la casa real en Londres. Un universo de jarrones, espejos, piezas de arcilla y pagodas de porcelana en pequeño formato hacen que el interior del ostentoso palacio se vea exactamente como en sus orígenes.
Durante las semanas previas a la Navidad, los regalos se ponen sobre la mesa en el salón de banquetes y la gente posa para una foto en una réplica de un trineo histórico. Al lado, se puede patinar sobre hielo en una pista de patinaje, en la que luces fluorescentes iluminan en la oscuridad. No muy lejos están los establos de George, que se han convertido en la sala de conciertos de The Dome y garantizan actuaciones musicales casi a diario.
La brisa en el paseo marítimo
Legendario es también el paseo marítimo, un lugar de exhibición donde se dan cita los raros, los normales y todo el resto. En el Brighton liberal se puede uno pasear en pijama rosa con corbata y nadie se inmutaría.
Paseando por allí se puede respirar profundamente la brisa marina del sur de Inglaterra y relajarse. Frente al mar tan solo se escucha como las olas mueven adelante y atrás los guijarros de la playa. Y tras ella se encontrará el visitante un mirador acristalado, desde el que poder contemplar las vistas desde cierta altura.
Si se sale al mar, se pueden ver cómo las olas juegan alrededor del esqueleto en las ruinas del Muelle Oeste.
Pudín en casa de Paul
El paseo marítimo lleva hacia el oeste a Hove, donde se puede contemplar la arquitectura típica de una localidad costera antigua en la Plaza Brunswick. El estilo regency es una manifestación de la elegancia de principios del siglo XIX, tal y como se preserva en el Regency Town House. En los bajos de este edificio se encuentran las cocinas de un salón de té y allí trabaja Paul Couchman, que recrea recetas navideñas de hace dos siglos para los visitantes.
Tartaletas de carne picada, por ejemplo, con pasas, limón, cáscara de naranja confitada y brandy. O el pudín de Navidad, una especie de pan de frutas. Couchman hace la masa de ese dulce ya en noviembre. Para este historiador convertido ahora en creador de manjares su bagaje es una ventaja. «Ahora combino la historia y la gastronomía», afirma con entusiasmo.
Tarde o temprano, Brighton acaba llamando la atención y eso que la ciudad no alberga ningún mercadillo navideño tan típico en otra ciudad. La diseñadora Christie-Miller no echa de menos ese mercadillo, pues lo que allí puede encontrar lo hace en casa. «Yo tengo en casa esa sensación que se vive cuando se visita el mercado de Navidad”, afirma mientras da un sorbo del “mulled wine”.
INFORMACIÓN SOBRE BRIGHTON
Llegada: Se puede viajar en avión hasta Londres (aeropuertos de Gatwick o Heathrow) y desde allí desplazarse en autobús a Brighton, desde Gatwick también circula un tren.
Entrada: Actualmente la mayoría de europeos pueden entrar en el país con un documento de identidad válido. Pero a partir de octubre de 2021, los ciudadanos de la UE probablemente necesitarán un pasaporte por el Brexit.
Situación del coronavirus (2.11.): Todo el Reino Unido se considera actualmente una zona de riesgo por el coronavirus. Gran Bretaña e Irlanda del Norte están particularmente afectadas por la pandemia de la corona en Europa.
Información: www.visitbrighton.com
Por Andreas Drouve (dpa)