Madrid/Buenos Aires, 21 may (dpa) – La actual plantilla del Real Madrid buscará el sábado inscribir su nombre en la historia de las grandes dinastías futbolísticas mundiales.
Apenas hay cinco equipos capaces de haber ganado de forma consecutiva tres Copas de Europa o tres Copas Libertadores, los dos títulos más importantes a nivel de clubes. Están al Real Madrid liderado por Alfredo Di Stéfano, el Ajax de Ámsterdam de Johan Cruyff, el Bayern Múnich de Franz Beckenbauer y Estudiantes e Independiente en América.
Entrenado por Zinedine Zidane, el Real Madrid jugará el sábado en Kiev la final de la Liga de Campeones ante el Liverpool con el objetivo de sumar su tercer título continental consecutivo y el cuarto en cinco años. Un reto que de ganarlo lo situaría a la altura de los más grandes de la historia.
El Real Madrid tiene su propio espejo en el que mirarse con las cinco Copas de Europa consecutivas que ganó entre 1956 y 1960 con Di Stéfano como gran referente. Ahí comenzó el club blanco a forjar su leyenda, bajo el mando del hispano-argentino y otros futbolistas históricos como Paco Gento o Ferenc Puskas.
Hubo que esperar una década para encontrar la siguiente referencia de peso en la Copa del Europa. La marcó el mágico Ájax de Amsterdam, que ganó tres trofeos continentales consecutivos entre 1971 y 1973.
Aquel era el equipo de Cruyff, la sensación del momento, y contó con compañeros tan extraordinarios como Johan Neeskens, Johnny Rep, Ruud Krol o Piet Keizer. Bajo el mando del entrenador rumano Stefan Kovacs, el conjunto holandés barnizó sus títulos con un fútbol «moderno», de alta escuela, caracterizado por la defensa adelantada, la ocupación armónica de espacios y la utilización intensiva de las alas como vía de ataque. Lo que se bautizó como «fútbol total».
El Bayern Múnich tomó el testigo del Ajax con la conquista de sus tres primeras Copas de Europa en 1974, 1975 y 1976. Franz Beckenbauer era la firma de un equipo sin embargo coral que obtuvo la razón de su éxito con la combinación irresistible de técnica, física y mentalidad. Paul Breitner, Uli Hoeness y Gerd Müller contribuyeron decisivamente a forjar ese equipo monstruoso.
El Milan de Arrigo Sacchi y su fútbol revolucionario pareció insinuar una dinastía a finales de la siguiente década, pero sus conquistas se quedaron en dos Copas de Europa consecutivas (1989 y 1990).
La Liga de Campeones sustituyó a la vieja Copa de Europa en la temporada 1992/93, con el Olympique de Marsella como primer campeón, y no fue hasta el año pasado cuando un equipo, el Real Madrid, logró por primera vez dos títulos consecutivos.
En Sudamérica también cabe encontrar dos referentes dinásticos y el primero corresponde a Estudiantes, que entre 1968 y 1970 ganó en tres ocasiones consecutivas la Copa Libertadores de América.
La llegada en 1965 del técnico Osvaldo Zubeldía al equipo de La Plata, una ciudad situada a 50 kilómetros al sur de Buenos Aires, transformó la historia del club y lo situó entre los mejores del continente y el mundo.
El equipo estaba integrado, entre otros futbolistas, por Carlos Bilardo, quien casi dos décadas después, como entrenador, llevó al seleccionado argentino a la conquista del Mundial de México 1986.
El conjunto que entrenaba Zubeldía fue reconocido por su disciplina táctica y las artimañas que utilizaban sus futbolistas en los partidos, entre ellas las agujas con las que pinchaban a sus rivales. Eso le valió el apodo de «pincharratas».
El otro gran referente dinástico en Sudamérica fue Independiente de Argentina, que levantó en forma consecutiva las copas Libertadores de 1972, 1973, 1974 y 1975.
Su denominador común tenía un nombre, el de Ricardo Bochini, con su número 10 y máximo ídolo del club situado en la localidad bonaerense de Avellaneda, el sur de los suburbios de Buenos Aires.
«Mi ídolo se llama Ricardo Bochini (…). Me enseñó a querer la pelota», dijo años atrás el astro Diego Maradona acerca del «Bocha», con quien compartió el seleccionado argentino campeón del mundo en México 1986.
Ahora el Real Madrid se enfrenta a ese particular reto de convertirse en la primera dinastía futbolística del fútbol contemporáneo y la primera desde aquel Bayern Múnich de 1976. Un desafío histórico.
«Más que el equipo es este club. Es una historia que viene de muy lejos y nosotros la estamos escribiendo, como lo hicieron los demás», resume Zidane.
Por Alberto Bravo y Gabriel Tuñez (dpa)