(dpa) – Los caballos son seres silenciosos. Cada tanto relinchan o resoplan, pero en general se comunican a través del lenguaje corporal. El principal problema en la interrelación entre los caballos y las personas es que sus percepciones y lenguajes son diferentes, lo cual produce malentendidos.
«¿Qué me está queriendo decir mi caballo?». Esta es una pregunta que las personas que tienen caballos o trabajan con ellos se hacen a menudo. Las personas que pueden comunicarse con estos animales suelen ser llamadas «encantadores de caballos». Hay quienes logran comunicarse con los caballos a través de susurros. Saben leer los gestos del animal y pueden comunicarse con ellos mediante señales corporales.
«De todas formas, no podemos más que imitar su lenguaje, ya que tenemos un cuerpo completamente distinto», explica la alemana Juli Zeh, escritora y especialista en terapia equina. Es decir: no podemos mover las orejas hacia adelante para denotar atención, no tenemos cola para demostrar que tenemos miedo, y tampoco podemos dilatar nuestras fosas nasales cuando estamos inquietos.
«Pero hay algunas cosas que los animales entienden bien», dice Zeh. No hace falta hacer grandes gestos, ya que estos animales tienen una percepción muy fina. Esto puede ser, sin embargo, una desventaja para las personas: si se sienten inseguras, con miedo o desconcentradas, el caballo lo percibe…y reacciona en consecuencia.
Por lo general, en el mundo de los caballos es muy importante quién evita a quién. «Siempre se le hace lugar al animal de más rango», dice Zeh. Si el hombre se deja intimidar por el caballo, éste interpretará que el equino es el jefe. Esto puede tener consecuencias de gran alcance.
Por eso, si se quiere marcar superioridad ante el caballo, lo primero que hay que hacer es mirarlo a los ojos. Luego hay que erguirse y respirar sonoramente. Si no alcanza con esto, hay que acercarse directamente al animal. Como última opción para aumentar la intensidad del encuentro, se pueden batir las palmas.
Quien quiere establecer un contacto más amigable con su caballo, debería estar relajado, tenderle la mano y evitar mirarlo a los ojos. A algunos caballos les gusta que les soplen suavemente en el ollar e incluso resoplan en respuesta. Los caballos también hacen esto entre sí para saludarse.
También es importante saber en el trato con los caballos que estos animales sólo entienden las reacciones inmediatas y no son nada rencorosos. «Muchas personas creen que el caballo está enojado con ellas. Pero la mayoría de los problemas en la relación entre animal y humano tienen como raíz el intento de humanizar a los animales», explica.
Una gran fuente de malentendidos entre persona y caballo es también su fina percepción del ambiente que lo rodea. Los caballos detectan movimientos, olores y ruidos que los humanos no detectamos o que percibimos mucho más tarde.
«Tienen una visión casi panorámica con una zona ciega directamente delante y detrás de ellos», explica la analista en comportamiento animal Margit Zeitler-Feicht de la Universidad Técnica Múnich-Weihenstephan, en Alemania. De noche ven mejor que los seres humanos y su olfato es tan fino que incluso huelen cuando tenemos miedo.
«Si se trabaja con estos animales hay que saber lo que por su naturaleza es positivo o negativo para un caballo», dice Zeitler-Feicht. Los movimientos rápidos, por ejemplo, los perciben siempre como amenaza.
Por eso, si se quiere montar un caballo, lo mejor es no acercarse a él a paso acelerado. Por otro lado, todo caballo entiende como recompensa cuando se le acaricia la parte más alta del lomo. Este tipo de caricia la conoce de otros caballos, que se transmiten así entre ellos una actitud amigable.
Por Sabine Maurer (dpa)
Foto: Christin Klose/dpa-tmn