Desde tiempos remotos, los animales han acompañado al ser humano por extrema que fuera la situación. Desde los perros guía, hasta los gatos en el lecho de muerte, las mascotas son nuestra versión física y animal de un ángel. Cuidarlos de la mejor manera posible, del mismo modo que ellos cuidan, es tan sólo la justa recompensa a su preciosa función para con el ser humano.
El animal en la simbología humana
Los animales y el ser humano han establecido intensas e inmemoriales relaciones de hermosa espiritualidad. En algunas tribus indoamericanas, la figura y uso del animal totémico era un canal chamánico a la fuerza y el sentido de la comunidad y el individuo. Por otra parte, la cultura china establece los años con nomenclatura animal y allá en el Antiguo Egipto los gatos eran adorados y los dioses tenían cabezas de animal. Prueba de una demostración espiritual y mágica asociada a estas vivísimas y bellas criaturas del planeta.
Se cuenta que un lobo se acercó a un humano para intimar y de aquel momento surgió la evolución de los perros como mascota que hoy día conocemos. Desde entonces, los animales de compañía se han convertido en compañeros fieles del día a día, amigos íntimos y ángeles de la guarda. Des del caracol a la hormiga, el hurón, el cerdo y la serpiente, hasta las ratas y los mapaches, son muchos los tipos de mascota que existen, con especial mención a los eternos perros y gatos. Los animales de compañía no se reducen, única y redundantemente, a acompañar. Y es por ello preciso respetarlos y brindarles la mejor atención posible.
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Beneficios de los animales de compañía
En un primer término, las mascotas ofrecen compañía y también responsabilidad. Es muy útil para las personas solitarias o mayores ver sus vidas acompañadas por un animal con el que intercambiar cariño y diversión. Del mismo modo, los niños aprenden del compromiso de los animales de compañía estableciendo sus cuidados, focalizando la atención en la salud y el bienestar de un individuo más de la familia. Una fuente de apoyo ante la soledumbre y de aprendizaje ante la vida.
Recalcando el factor de la responsabilidad, muchas parejas incorporan una mascota a su núcleo dual familiar como antesala a un nacimiento. Las mascotas son una buena escuela para hacer brotar las aptitudes necesarias para criar un hijo. Así como sirven de cierta guía o prueba para afrontarlo. Siempre teniendo en cuenta la complejidad emocional de un animal de compañía y de todos sus límites y beneficios. Añadiendo a ellos, como ejemplo, la actitud protectora de los perros para con los bebés y la seguridad doméstica.
En ese sentido, muchos animales de compañía pueden advertirnos de un peligro inminente en el hogar o el entorno. Existen, además, algunos casos de mascotas que han conseguido impedir un desastre o que incluso han salvado a sus dueños de éste. Pero si algo hay en relación a la bondadosa espiritualidad de los animales de compañía es su vínculo con la salud de los seres humanos. Especialmente por lo que se refiere a sus fines terapéuticos.
El animal de compañía como terapia
El universo de lo terapéutico cuenta con un sector increíblemente beneficioso que incluye a los animales como método. Se trata de las terapias asistidas con animales, cuya práctica emplea a los animales para mejorar funciones físicas, relacionales, emocionales y cognitivas durante el tratamiento. Una aplicación tan amplia que encuentra en sus pacientes personas en riesgo de exclusión social, con trastornos alimentarios y hasta enfermos terminales.
A grandes rasgos, el uso de animales como terapia, ya tanto en un programa como en el hogar, aporta numerosos beneficios. Desde un incremento de la autoestima o una superación de los miedos, abarcando un alivio del estrés, hasta un aumento de la disposición para involucrarse en actividades en grupo. La bondad inherente a un animal de compañía es una grata ayuda a la salud mental. Y responder con la misma moneda es el mayor de los regalos que se puede brindar a una mascota.
La perspectiva del mundo y del propio todo cambia cuando los ojos de otra criatura nos miran con empatía y vida. Porque como dijo el escritor estadounidense Gregory Maguire, “los animales nacen como son, lo aceptan y eso es todo. Viven con mayor paz que las personas”. Y cuidar a nuestras mascotas, como ellas lo hacen con nosotros, es la justa recompensa a siglos de atención despreocupada. La noción que nos hermana como vástagos de nuestro planeta.