Madrid, 16 feb (EFE).- Como presidenta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), Elsa González se enfrenta desde 2010 al que posiblemente sea uno de los peores momentos que vive el periodismo, una profesión que no existiría sin crédito ni ética ya que entonces se convertiría en una red social.
En una entrevista con EFE, González apuesta por recuperar el prestigio profesional para que la imagen pública de los periodistas goce de nuevo de buena salud y recuerda a los tres colegas -Marc Marginedas, Javier Espinosa y Ricardo García- que están secuestrados en Siria y que «elevan, prestigian y humanizan» la profesión.
González (Madrid, 1954), que ha desarrollado casi toda su carrera en la radio, se muestra convencida de que el periodismo es «uno» en el siglo XIX y en el XX y de que todos los profesionales deberían «ponerse en manos» de un código deontológico porque ese es el «futuro con éxito» del oficio.
PREGUNTA: ¿Qué radiografía hace de la situación actual del periodismo en España?
RESPUESTA: El periodismo atraviesa uno de sus peores momentos y lo demuestra el paro que hay en el sector y la precariedad, pero a la vez nos hallamos en una etapa de cambio de tal envergadura que hace trascendente el momento anual. Estamos construyendo futuro desde hace unos años, pero del calibre de Gutenberg. La diferencia es que ahora el ciudadano es consciente de esta gran evolución tecnológica que ha transformado la sociedad de la información, y entonces no lo era. También es partícipe porque el destinatario no es un ser pasivo, accede directamente a los medios de comunicación.
El problema en este momento es que tanto los periodistas como los medios tenemos que ir adaptando esta nueva situación al periodismo de siempre porque, al final, el periodismo es uno en el siglo XIX y en este: tratar de desvelar aquello que se nos quiere ocultar, hacer un papel de contrapoder, informar, criticar, denunciar, elogiar… Y todo eso hay que hacerlo con rigor.
Cambia la tecnología, la forma de desarrollar el periodismo, pero nuestra misión es la misma y somos portadores de un derecho: el derecho a la información, que no es nuestro sino del ciudadano.
Ahora bien, creo que hay un problema importante en cuanto a que los medios tienen que adaptar el modelo de negocio, que aún no está definido. Desde hace una década se está dibujando, pero en España ha confluido una crisis estructural de los medios de comunicación con una crisis económica que ha formado la tormenta perfecta. Hasta que no nos recuperemos económicamente, todos los nuevos medios digitales no podrán sostener redacciones de un cierto tamaño como las que han tenido o tienen los periódicos.
P: ¿Hay lugar para la esperanza?
R: Los datos del Observatorio de crisis de FAPE -10.844 puestos de trabajo perdidos y 88 medios cerrados desde hace cinco años- no son cifras para la esperanza. Pese a ello, creo que tenemos motivos para un realismo no pesimista, aunque nos quede por recorrer un desierto a corto plazo (…) Creo que en cuanto la economía se recupere ligeramente, los nuevos medios y los tradicionales que se han mantenido, se van a asentar, aunque los precios no pueden ser tan bajos, tienen que ajustarse.
Aquí en España, el editor reaccionó tan tarde que se encontró con que ofreció gratis lo mismo que vendía en el periódico y ese problema todavía no lo hemos solucionado. De ahí, que tengamos que dibujar un modelo de negocio en el que los medios de comunicación tengan cierta fortaleza, que es lo que realmente da la libertad.
P: ¿Por qué en internet se está regalando el trabajo del periodista?
R: Ahí los editores actuaron sin unión y sin planificar en absoluto lo que se les venía encima. Los beneficios eran grandes hasta hace cinco o seis años porque la publicidad tenía unos precios elevados y entraba con facilidad y no vieron que las luces de alarmas estaban encendidas porque cada vez se vendía menos. Pensaron que «menos papel, menos gastos» y cuando dejó de entrar la publicidad, que cayó en picado, reaccionaron ante el problema que existía desde hacía 15 años. Nos faltan editores adaptados al siglo XXI, tenemos gestores, pero estamos pendientes de que se acabe construyendo el editor del siglo XXI. Eso es una asignatura pendiente que nos concederá mucha independencia a los medios y permitirá hacer un periodismo bastante más riguroso.
P: ¿Qué hacemos mal los periodistas para que los ciudadanos tengan tan mala opinión de nosotros, según demuestran los últimos barómetros del CIS?
R: No creo que los periodistas hagamos tantas cosas mal como los propios medios de comunicación, aunque sí tenemos motivos para la autocrítica porque a consecuencia de la crisis y el paro generado, hemos cedido un poco ante la ética y el rigor y eso provoca una pérdida de credibilidad, y el periodismo sin crédito no existe, nos convertimos en una red social. Sobra show, teatralidad, tanta polarización…
Aún así, estamos haciendo cosas bien ante una situación tan difícil como la actual, seguimos siendo imprescindibles en la sociedad. En definitiva, tenemos motivos para la autocrítica, pero muchos más para la crítica.
Quiero recordar a los tres colegas españoles secuestrados en estos momentos en Siria porque ahora que la profesión goza de un nivel bajo en cuanto a imagen pública, estos periodistas elevan, prestigian y humanizan nuestra profesión. Precisamente esta gente es la que mantiene la dignidad y el prestigio del periodismo.
P: ¿Hay autocrítica en la profesión?
R: Todos los periodistas sabemos criticar porque al final es nuestro trabajo: contar e interpretar los hechos. Pero luego nosotros mismos no somos capaces de aplicar esa premisa y nos cuesta ser autocríticos. Creo que todos deberíamos estar adheridos a la Comisión de Arbitraje, Quejas y Deontología de la FAPE porque ponernos en manos de un código deontológico y autorregularnos, es el futuro del periodismo, y el futuro con éxito porque no hay nada más que la calidad y la ética. Si no, desde luego, nos convertimos en una red social, que nos mantiene comunicados y es imprescindible, pero no informados.
P: ¿Cree que en España los medios de comunicación están excesivamente politizados?
R: Creo que sí. Siempre han existido distintas líneas editoriales, lo cual es bueno porque genera libertad, pluralidad y riqueza, pero nosotros también tenemos que facilitar los datos de la manera más honrada para permitir la formación de criterio en el ciudadano. Desde ese punto de vista es bueno que exista una línea editorial, pero creo que los debates con opiniones de periodistas ya predeterminadas, empobrece el periodismo.
P: Ruedas de prensa sin preguntas, comparecencias a través de plasmas ¿Hasta donde vamos a llegar?
R: Por desgracia, no podemos adjudicárselo ni siquiera a un solo partido ni solamente a los políticos porque esto lo encontramos en muchos sectores de la sociedad.
La FAPE llevó a Estrasburgo este asunto a través de la Federación Internacional de Periodistas (FIP). Creo que elevar la protesta y la unión que ha existido por parte de los periodistas ha hecho que al menos ese debate esté ya en la sociedad y ese es un paso muy importante. El derecho a la información no es patrimonio nuestro sino del ciudadano, por eso al final es la ciudadanía la que tiene que defender ese derecho, respaldar al periodista que no puede sentirse solo en esta batalla.
Y en ese aspecto, los directores de los medios de comunicación juegan un papel importantísimo. No es el periodista joven y mal pagado, que acaba de llegar a ese medio, quien tiene que poner toda la carne en el asador, tiene que existir unidad para rechazar y hacer frente a este tipo de prácticas que no aportan nada a la libertad y empobrecen la democracia.
Raquel de Blas