Miami, 23 mar (dpa) – Roger Federer todavía recuerda como si fuera hoy su «horrible» debut en Miami en 1999. Casi dos décadas después, el suizo se prepara para disputar la última edición del torneo en Crandon Park con el objetivo de mantenerse una semana más como número uno del mundo.
El ícono del tenis, que con 36 años le arrebató el mes pasado al español Rafael Nadal el primer puesto, solo mantendrá el lugar de privilegio si llega mínimo a los cuartos de final del certamen que se juega por última vez en Key Biscayne. Desde 2019 se mudará al estadio Hard Rock.
El Crandon Park trae varios recuerdos a su memoria. Cuando tenía 17 años jugó en la «ciudad del Sol» uno de sus primeros partidos profesionales. Ocurrió en 1999 ante el danés Kenneth Carlsen, que lo venció en primera ronda por 7-5 y 7-6 (7-4).
«Lamentablemente jugué un partido horrible, tuve una actitud terrible en ese partido», rememoró el suizo en un encuentro con periodistas.
Federer recibió ese año una «wild card» en Miami luego de ganar en 1998 como junior el Orange Bowl -también en Florida- y Wimbledon. Ambos lo hicieron merecedor del número uno del mundo en esa categoría y ahí comenzó el sueño.
«Después de eso pensé, bueno ¿quién sabe? Podría convertirme en el número uno del mundo en cuanto a profesionales. Estaba lejos, pero desde ese momento empecé a tener un sueño y creo que me ayudó a eso ganar el Orange Bowl aquí en ese año», reveló el suizo.
El título de Miami ha sido levantado en tres ocasiones por Federer, la última de ellas el año pasado, cuando derrotó a Nadal en dos sets. Aquella victoria permitió a Federer coronar un espectacular comienzo de 2017 después de haber regresado de una lesión en la rodilla.
El suizo volvió a ganar este año el Abierto de Australia, pero cayó el domingo pasado en la final de Indian Wells ante el argentino Juan Martín del Potro. Aunque viene de una dura exigencia física y mental, Federer asegura sentirse recuperado tras haber dedicado los últimos días al descanso y los momentos en familia.
«Siempre toma unos días recuperarse de un fin de semana ocupado y de alta intensidad. Independientemente de lo difícil que fue el partido en lo físico, todavía tienes una decepción emocional, estás emocionalmente agotado después de cada final, independientemente de si ganas o pierdes», dijo.
Sin embargo, su deseo sigue siendo el mismo que hace 19 años: «Ganar torneos, intentar mantener el número uno, mantenerme libre de tensiones, divertirse y tratar de vencer a los mejores jugadores que hay por ahí».
El suizo debutará este sábado en segunda ante el australiano Thanasi Kokkinakis. Será un juego inédito en el que la experiencia del suizo se medirá ante el ímpetu del actual número 175, de 21 años.
Por Tatiana Rodríguez (dpa)