Ginebra, 24 nov (dpa) – Durante las negociaciones llevadas a cabo esta semana en Ginebra por Irán y el el Grupo 5+1, en el lobby del hotel InterContinental se vivieron escenas que habrían parecido inimaginables hace tan sólo unos meses.
Una de las noches, periodistas de Teherán dejaron a un lado sus consideraciones políticas y charlaron con un diplomático estadounidense que habla persa. Cerca, un miembro de la delegación de la República Islámica hablaba con reporteros estadounidenses mientras estos pedían en el bar.
Esta relajada atmósfera refleja el deshielo de las relaciones entre Washington y Teherán, lo que podría conllevar también una reducción de las tensiones en Cercano Oriente.
El acuerdo inicial alcanzado entre Irán y el Grupo 5+1 -Francia, Reino Unido, Rusia, China, Estados Unidos y Alemania- podría suponer el momento crucial en que Teherán regrese a la diplomacia internacional, tras años de aislamiento en las capitales occidentales debido a su controvertido programa nuclear.
«Pensábamos que era una asunto innecesario», afirmó el ministro de Exteriores iraní, Mohamed Yawad Zarif, en referencia a la década de disputa nuclear. «Impidió abordar asuntos más importantes que son de importancia primordial para nosotros, para la región y para el mundo en general», agregó Zarif.
«Cada vez está cobrando más importancia para Teherán lograr un acuerdo discreto con Estados Unidos en política regional, y eso sólo es posible resolviendo el conflicto nuclear», escribió recientemente el experto Walter Posh, del Instituto Alemán para Asuntos y Seguridad Internacional en Berlín.
La política exterior iraní cambió tan pronto como Hasan Rohani sucedió en la presidencia del país a Mahmud Ahmadineyad, el pasado agosto. Rohani, más moderado de Ahmadineyad, prometió lograr el levantamiento de las sanciones económicas que provocaron inflación y el embargo al petróleo iraní, la mayor fuente de ingresos del gobierno.
En septiembre, Rohani habló por teléfono con el presidente estadounidense, Barack Obama, la primera conversación entre un mandatario de Teherán y otro de Washington desde la Revolución Islámica, en 1979. Además, el nuevo presidente iraní dio pasos para restaurar sus lazos con Reino Unido.
Al mismo tiempo, el nuevo gobierno iraní frenó desde agosto discretamente toda expansión de instalaciones nucleares, incluso antes de que comenzaran las tres rondas de negociaciones de Ginebra.
Por su parte, Estados Unidos y otras potencias tuvieron a que hacer una gran concesión en el asunto central de esta década de disputa: no pusieron objecciones cuando el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA) e Irán acordaron este mes posponer una investigación sobre las supuesta investigación y proyectos de desarrollo de armas nucleares.
Este silencioso consentimiento fue una señal de que las seis potencias internacionales pretendían centrarse en las actuales actividades nucleares de Irán, más que en sus proyectos armamentísticos del pasado, incluso aunque sus propios servicios de inteligencia hayan recabado pruebas que apuntan a la existencia de éstos.
Bajo el acuerdo alcanzado el pasado domingo, Irán acepta frenar su programa de enriquecimiento de uranio y sus esfuerzos para la construcción de un reactor productor de plutonio en Arak durante un periodo de sies meses. A cambio, el Grupo 5+1 suspenderá algunas de sus sanciones, a condición de que Teherán implemente su parte del trato.
Los diplomáticos consideran que este periodo ha dado un «espacio para respirar», permitiendo a ambas partes alcanzar un acuerdo final que incluirá más concesiones nucleares y el levantamiento de todas las sanciones.
Pero a pesar de los pasos dados, sigue habiendo grandes obstáculos.
A los rivales conservadores e islamistas de Rohani les encantaría ver como fracasan sus esfuerzos diplomáticos, ya que no quieren que un presidente moderado y su entorno emerjan como los héroes que acabaron con el aislamiento internacional de Irán y la crisis económica, algo que debilitaría a los religiosos del ala dura.
Por su parte, en Washington Obama se enfrenta al riesgo de que sus senadores voten a favor de nuevas sanciones contra Irán antes de finales de año, lo que podría hacer descarrilar el acuerdo de Ginebra. Algunos senadores clave ya han advertido de que no es momento de rebajar la presión sobre Teherán y temen que relajar las sanciones resulte contraproducente.
Entretanto, Israel ya dejó claro que, a pesar del acuerdo, no vacilará a la hora de defenderse si se descubre que Irán construye armas nucleares.
«Quiero reiterar que (…) Israel no permitirá que Irán desarrolle capacidades militares nucleares», advirtió el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien defendió el derecho de su país a «protegerse a sí mismo frente a cualquier amenaza».
El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, insistió sin embargo en que el acuerdo inicial y el final que seguirá evitarán que Teherán se haga con ese tipo de armas. La diplomacia «ha abierto un nuevo camino hacia un mundo más seguro», afirmó el propio Obama.
Por Albert Otti