SAN SEBASTIÁN (dpa) – Lleva cinco semanas en cartel en Perú y la gente sigue aplaudiendo en los pases de las salas comerciales. Esa es una de las emociones más grandes que está viviendo el director peruano Javier Corcuera con el documental «Sigo siendo», del quechua «Kachkaniraqmi».
«Aplauden a un país oculto, querían que eso estuviera (en la pantalla) para aplaudirlo. Aplauden la intención de la película», asegura el director en entrevista con dpa en el Festival de San Sebastián, donde la cinta se exhibe esta semana.
Si ya resulta difícil estrenar una cinta, casi entra en la categoría de milagro hacer que un documental llegue a las salas de exhibición, pero Corcuera cree que con esta película se está demostrando que también en Perú existe un público para este cine, siempre considerado el hermano menor de la ficción.
«Kachkaniraqmi» es un relato del país donde nació y creció Corcuera (1967) a través de las naciones y los mundos que existen en Perú, es una historia de identidad a través de grandes maestros de la música de la amazonía, los Andes y la costa, donde está Lima.
«Los pueblos del Perú son conscientes de la riqueza que tienen, los que no lo saben son el Perú oficial», señala el director, que a pesar de estar afincado en España siempre ha tenido un pie en su país.
«Esta es una película sobre un país oculto que es muy consciente de lo que tiene. Es un país plurinacional, pluricultural, y además
los mundos del Perú se tocan y se mezclan. Eso existe por debajo del país que se vende hacia fuera», agrega el realizador de premiados documentales como «La espalda del mundo» o «Invierno en Bagdad».
En su opinión, «existe una falsa idea de desarrollo y de boom económico en Perú. En realidad, el modelo de desarrollo está muy centrado en determinados sectores y Lima no es el Perú. Lo que sucede en el interior es muy distinto a lo que pasa en la gran ciudad y existe un conflicto muy fuerte entre el modelo de desarrollo impuesto y el modelo de desarrollo que la gente desea».
En pleno boom económico, Lima es un escaparate de ese crecimiento económico en el que las estadísticas macroeconómicas cuadran. Sin embargo la urbe registra uno de los índices más altos de tuberculosis de América Latina, así como una de las tasas más elevadas de trabajo infantil del hemisferio sur. «Habría que reflexionar bien cuál es la idea de desarrollo que estamos vendiendo», apostilla Corcuera.
Entre las varias lecturas del documental, la cinta también se hace eco de uno de los problemas más acuciantes del país: el agua, una cuestión de vida o muerte en las regiones andinas que dependen de las lluvias para la cosecha. «El agua sigue siendo hoy en Perú un tema de lucha por la vida, es un tema por el cual muchas comunidades del interior del país luchan por la defensa del agua», señaló el director, que muestra todas estas historias
Pero «Kachkaniraqmi», que remite al saludo quechua y está inspirada en el antropólogo e indigenista peruano José María Arguedas, es ante todo un retrato cantado de un país. Las voces agudas de las indígenas, el arpa y los violines andinos, las serenatas limeñas, los acordes del charango o el cajón, así como con el baile de las tijeras o el de los zapateadores dan cuenta de una sorprendente y extraordinaria tradición musical.
Y el metraje une sin distinciones a voces completamente desconocidas, como la de la cantante amazónica Roni Wano (Amelia Panduro), con estrellas de la talla de Susana Baca o Rosa Guzmán, así como la actriz y cantante Magali Solier («La teta asustada»). Y eso es intencional. «Me gustaba la idea que todos estuvieran en el mismo nivel y que saber quién es quién fuese lo de menos», dijo Corcuera quien comenta, por ejemplo, que Wano, debería ser famosa, pues es tal vez una de las poetas y cantantes más importantes de la amazonía y sin embargo es «absolutamente desconocida».
Y si nadie aprende sus canciones, su legado morirá con ella. Sobre todo en la música popular se necesita de un relevo. «Antes de irse -concluye Corcuera- hay que dejar para seguir siendo, aunque no estés».