Doha (dpa) – Catar obtuvo el triunfo más reciente en la Guerra Fría del Golfo a unos 5.000 kilómetros de su capital.
La FIFA decidió en París que el Mundial de Clubes se realice este año y el próximo en el rico emirato del Golfo. Es un certamen que no tiene gran importancia en el Cercano Oriente pero en 2017 fue albergado por un archirrival de Catar, los Emiratos Árabes Unidos.
Catar, anfitrión del Mundial de fútbol de 2022, recibió este prestigioso éxito con enorme alegría. Además, llega en el momento justo para el emirato, porque en junio se cumple el segundo aniversario del bloqueo contra el pequeño país en el desierto.
Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos y Báhrein acordaron el 5 de junio de 2018 cerrar sus fronteras con Catar, suspendieron todos los vuelos y el comercio bilateral, a la vez que cortaron las relaciones diplomáticas. De la noche a la mañana, el emirato se halló aislado y atrapado entre naciones hostiles.
Hasta el día de hoy, no hay señales de una disminución de la tensión en esta Guerra Fría. Los Estados que llevan adelante el bloqueo siguen reiterando las mismas acusaciones contra Qatar: el emirato apoya el terrorismo e interfiere en los asuntos de otros países.
Y a esto se suman las supuestas estrechas relaciones con el Irán chií, enémigo acérrimo de los suníes de Arabia Saudí.
Catar rechaza todas las acusaciones. Y también muchos observadores ven en el bloqueo sobre todo un intento de parte de la potencia regional, Arabia Saudí, de poner en vereda al pequeño país.
Catar sufrió fuertemente las consecuencias del bloqueo, en especial al inicio. De un día para el otro se suspendieron las importaciones de alimentos desde Arabia Saudí de las que dependía el emirato, entre ellos leche, yogurt y carne.
Turquía, un aliado cercano, intervino. A los saudíes les gustaba viajar a Catar para escapar de las estrictas normas religiosas de su país durante unos días y pasar sus vacaciones en el emirato. Hasta el día de hoy, muchas habitaciones de hotel en Catar siguen vacías porque estos visitantes ya no pueden cruzar la frontera cerrada.
El bloqueo también corta los lazos familiares, ya que ambos países están estrechamente entrelazados: los saudíes y los cataríes estudian, trabajan y viven en cualquiera de los dos países. Por eso, muchos matrimonios cuentan con un integrante de cada país.
Como el catarí Mohammed Abdelhadi al Ajbabi, cuya esposa es oriunda del suroeste de Arabia Saudí. Antes del bloqueo sólo necesitaban un billete y unas dos horas de vuelo para visitar a su familia, dice el funcionario de 28 años.
Desde el aislamiento de Catar, han tenido que volar primero a Omán o a otro país, y de allí a Arabia Saudí. En verano se quieren reunir todos en Turquía.
Las recientes cumbres del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) y de la Liga Árabe en la ciudad saudí de La Meca demostraron lo gélidas que son las relaciones.
Si bien Catar decidió enviar al primer ministro Abdullah bin Nassir, el primer representante de tan alto rango en mucho tiempo en ese tipo de reuniones, el funcionario tuvo una recepción más que fría.
El rey de Arabia Saudí, Salmanm estrechó fugazmente la mano del huésped no querido sólo ante la gran insistencia del emir de Kuwait. Y después de las cumbres, los rivales no pararon de lanzarse acusaciones.
Especialmente la crisis entre la Arabia Saudí suní y su archienemigo chií Irán profundiza aún más las trincheras. Riad, junto con los Estados Unidos como aliado cercano, ha intensificado la retórica hasta tal punto que parece incluso posible un conflicto militar en la región. Catar quedaría entre ambos frentes.
Arabia Saudí también está considerando la posibilidad de aislar la península de Catar de la península arábiga mediante un canal situado a un kilómetro de la frontera. También hay planes para almacenar allí los residuos de las centrales nucleares que Riad quiere construir.
Hasta ahora, Arabia Saudí no se ha acercado a su objetivo. Fuera del mundo árabe, el emirato goza de apoyo. La economía también se muestra robusta, sobre todo porque Catar es el mayor exportador mundial de gas licuado de petróleo y puede contar con unos ingresos estables procedentes de las exportaciones.
Además, la economía de Catar se ha adaptado con éxito al doble impacto de los bajos precios del petróleo y las distorsiones diplomáticas, concluye el Fondo Monetario Internacional.
Los preparativos para el Mundial de fútbol de 2022 también parecen continuar a pesar de las preocupaciones al comienzo del bloqueo. El mes pasado Catar inauguró el primero de siete estadios completamente nuevos. También ha comenzado a funcionar una línea del nuevo metro.
El Mundial de Clubes que se disputará a finales de este año será la primera gran prueba a la que será sometido Catar de cara a la Copa del Mundo. Tal vez un equipo saudí se clasifique para el torneo de los mejores clubes del mundo, y entonces tendrá que visitar a regañadientes al país del enemigo.
Por Jan Kuhlmann (dpa)
Foto: Andreas Gebert/dpa