Vivimos en un mundo de información digital y social en el que todo va muy deprisa, en el que las personas cuentan lo suyo y otros escuchan únicamente lo que les interesa, el tiempo del bulo, de las noticias que corren de boca en boca o de “dedo en dedo” virilizándose en cuestión de segundos, noticias capaces de destruir o encumbrar a un marca o persona, noticias que no te dejan pensar, únicamente deseas darle un like o contársela a tus amigos.
La gente ha dejado de creer en la verdad, no todo el mundo… pero sí la mayoría, para mirar únicamente el morbo, un titular escandaloso acompañado de un puñado de letras es más que suficiente para quedar bien ante tú tribu y hacer caja con el señor G.
“Soy más feliz en mi caverna qué siendo parte de la mentira a golpe de like”
Pero en la vida real pasa más de lo mismo, vivimos en casas en las que hay silencios, en las que no hay verdades sobre la mesa, en la que las parejas juegan a ser felices los 4 o a ser infelices a medio plazo, la sinceridad se agota al mismo ritmo que seguimos destruyendo el planeta, quizás sea uno de sus efectos secundarios, tanta contaminación nos está afectando al cerebro.
Hoy pensaba que hay personas que no merecen sufrir tanto como sufren en este mundo de mentiras y escaparates digitales en los que es mejor pasarse horas espiando la vida de los demás o subiendo contenidos a la red que hablar, escuchar y ser sincero con uno mismo, ¿tanto cuesta dejar a un lado la vida de los otros para cuidar de la vida de las personas que amamos o décimos amar?
«Es triste ser el segundo plato, pero lo peor de todo es acabar normalizándolo…»
¿Dónde está la sinceridad global?, ¿Dónde se ha quedado la lealtad?, y no hablo por hablar, pues vemos cómo personas de una misma empresa comparten la vida de otras personas hasta que todo acaba en tragedia, lo vimos recientemente, vemos como circula información de gente a la que luego llamamos “amigos” y nos reímos de ellos antes de decirles…. “que putada…”
Los niños tienen miedo a la vida, muchos niños tienen miedo a vivir y también lo vemos en las noticias, con esos chicos que deciden acabar con su mundo y su futuro por el acoso y derribo de gente sin conciencia, los no tan niños también tiene miedo a vivir y al mañana, ¿Qué será de nosotros?, esa es la pregunta que más nos hacemos pero a la que todavía nadie con un cargo público o político ha decidido darle una respuesta, falta sinceridad en la política.
Puedo irme a los extremos, ponerles los peores casos de la historia negra más reciente de nuestro país y verán que me quedo corto con lo que cuento y con lo que digo, la sinceridad ya ha quedado relegada a un segundo plano, se ha impuesto la comodidad, el yo primero, el estoy mejor así, o no tenía tiempo para ti… es triste pero es lo que manda.
Para terminar hoy quiero lanzar un mensaje a todas esas personas que hacen sufrir gratis a los demás, «no lo sigas haciendo… mañana puedes ser tú, tu hijo o el hijo de tú hijo«, basta ya de darle protagonismo a la carnaza, basta ya de normalizar lo anormal, basta ya de mentiras y de ser cómplices de lo que no es verdad, en el amor y en la vida somos lo que hacemos.
Nacho Fernández.