Madrid, 4 nov (dpa) – El argentino Santiago Solari sumó dos victorias en dos partidos para defender su candidatura hasta final de temporada en el banquillo del Real Madrid, un puesto convertido actualmente en un asunto indescifrable.
Solari sigue hoy, pero mañana no se sabe. Esta es la realidad que vive el actual campeón de Europa, sujeto a los azares del destino para decidir quién maneja la nave y en qué circunstancias.
El argentino ganó tiempo en la semana que lleva y le queda una más para convencer a sus dirigentes de que puede manejar al equipo. Dos semanas es el plazo máximo que marca la Federación Española de Fútbol para ocupar un banquillo de forma «interina», como es el caso de Solari, y el tiempo que tiene el Real Madrid para decidir quién será su entrenador. Al menos, a corto plazo.
La intención inicial de Florentino Pérez, el presidente del club, era anunciar el pasado lunes tanto el despido de Julen Lopetegui como la contratación de su sucesor. Lo primero, lo fácil, sí lo hizo. Lo segundo, lo difícil, se le resistió. Y hasta ahora. Quería a Antonio Conte, pero las exigencias económicas y contractuales del italiano le hicieron desistir.
Con Solari en el banquillo, el equipo blanco consiguió al menos revertir dos tendencias: los resultados y la suerte. Estos dos son los dos asuntos que sí aguantan comparación objetiva con su antecesor.
El encuentro del sábado no difirió realmente de los muchos presenciados esta temporada en el Santiago Bernabéu. El Real Madrid se atascó ante el gol, el rival se creció, el Santiago Bernabéu abucheó y el ataque de nervios se hizo visible en campo y gradas. La diferencia estuvo en el resultado porque esta vez sí sonrió a los blancos.
El Valladolid se fue con una derrota 2-0 con unos goles que llegaron a través de un rebote y un penal, y después de que los visitantes estrellaran dos balones en los palos. Dos disparos que, según se decía en el Bernabéu, con Lopetegui hubieran acabado dentro del arco. Además, Thibout Courtois tuvo su primera actuación sobresaliente desde que es portero del Real Madrid.
Con tan poco margen de maniobra, Solari adoptó mayoritariamente decisiones «políticas», opciones dentro de la lógica y sin demasiado riesgo. Si acaso, sorprendió la suplencia de Isco y que en la segunda parte quitara a Casemiro y Gareth Bale. Ninguno de ellos se tomó demasiado bien los cambios.
Para esta semana, Solari deberá afrontar decisiones más trascendentes después de lo ocurrido ante el Valladolid. Por ejemplo, el «asunto Bale», que para muchos ya es el «caso Bale». El galés, llamado a liderar el ataque del Real Madrid tras la marcha de Cristiano Ronaldo, lleva dos meses sin marcar un gol y agotó la paciencia de sus hinchas, que lo abuchearon.
El sábado despidieron a la estrella millonaria con silbidos y recibieron entre aclamaciones a su «nuevo mesías», el joven Vinícius. Su entrada en el campo agitó la grada, deseosa de ver a alguien nuevo en tiempos de crisis, y lo cierto es que el muchacho no se escondió. Tiró desmarques, encaró y hasta protagonizó el momento decisivo del encuentro.
Fue cuando encaró y disparó. Lo hizo tan deficientemente que el balón se iba a la banda, pero tropezó en un defensor y se fue directamente a la red. El tipo de gol que Lopetegui ni siquiera soñó.
«Vinícius cambia la suerte del Real Madrid», proclamó «Marca». En el mismo sentido, «As» comentó: «Vinícius trae suerte».
Fue sorprendente ver cómo tanto el futbolista como el Santiago Bernabéu celebraron tan claro golpe de fortuna como si hubiera sido un gol de chilena en la Liga de Campeones. Exactamente como el de Bale en Kiev. Pero así, en ese estado de excitación, se encuentran el Real Madrid y su afición.
Solari deberá decidir si invertirá la nueva semana en propiciar una transición tranquila o si aplicará mano de cirujano para algunos asuntos espinosos. De momento, lo tangible es que sigue siendo el jefe del Real Madrid.
Por Alberto Bravo (dpa)