Kiev, 25 may (dpa) – Ser defensa es profesión de alto riesgo cuando se pertenece a equipos de naturaleza ofensiva, y eso mismo es lo que afrontarán mañana Sergio Ramos y Virgil van Dijk en la final de la Liga de Campeones, un choque envenenado para los zagueros.
Real Madrid y Liverpool jugarán en Kiev un partido que se presume apasionante y espectacular, aunque también una pesadilla para sus defensas. Ellos serán los encargados de minimizar en la media de posible el efecto demoledor que ofrecen delanteros como Cristiano Ronaldo, Mohamed Salah, Roberto Firmino o Gareth Bale.
Ramos puede convertirse en el único jugador del Real Madrid en ganar tres finales consecutivas de la Copa de Europa como capitán. Este distintivo se hizo para futbolistas como él, auténticos líderes dentro y fuera del campo.
Desde que fichó por el Real Madrid en 2005 tras deslumbrar en el Sevilla, el defensa andaluz fue adquiriendo progresivamente galones hasta lo que es hoy, la voz más escuchada del vestuario blanco y el hombre designado por su técnico, Zinedine Zidane, para vigilar que nadie se salga del camino.
Así lo sugirió esta semana el propio Ramos cuando dijo: «Hemos vivido épocas complicadas que parecía que el vestuario estaba dividido pero era la realidad. Aquí hay un espíritu desde hace años muy bueno y hemos reconducido a quien dudaba. No hay egos ni ese protagonismo individual por ninguna parte».
A sus 32 años, el también capitán de la selección española continúa siendo imprescindible en el Real Madrid. Vuelve a llegar al final de la temporada en plenitud y consciente de su importancia en el equipo. Tanto por sus goles -marcó en las finales de la Liga de Campeones de 2014 y 2016- como por su habilidad para imponerse a los delanteros rivales en las grandes citas.
El presidente del club, Florentino Pérez, sabía lo que tenía cuando hace un año prácticamente le dobló el sueldo para darle cerca de 11 millones de euros anuales (12,8 millones de dólares). Más que Toni Kroos, Luka Modric o Karim Benzema. Sólo tiene por delante a Gareth Bale y al inalcanzable Cristiano Ronaldo.
Si el Real Madrid necesita al mejor Ramos porque el sistema defensivo del equipo blanco no es precisamente el más sofisticado, lo mismo se podría aplicar al Liverpool, que tiene en Van Dijk a su principal referencia en su propia área.
A sus 26 años, se podría decir que el holandés quiere ser Ramos. O el Liverpool quiere que lo sea. Así lo demostró al pagar en 2017 al Southampton la asombrosa cifra de 85 millones de euros (99,2 millones de dólares), convirtiéndose en el precio más elevado jamás invertido en un defensa.
Como Ramos, Van Dijk posee un físico exuberante y es capaz de corregir situaciones difíciles gracias a su rapidez y contundencia. Sus 193 centímetros de estatura podrían sugerir cierta torpeza y dificultades para trasladar la pelota, pero no es así. Es el futbolista que más pases da del equipo de Jürgen Klopp.
Le falta todavía la excelente técnica del español para el golpeo del balón, algo que trabaja cada día pero que de momento suple con su personalidad para pedir la pelota e intentar llevarla a la media. Tampoco tiene la capacidad de liderazgo de Ramos, un reconocimiento mundial que sólo puede dar la pertenencia a un conjunto ganador. La final de mañana es una excelente oportunidad.
«Es un hombre de verdad, calmado, tranquilo en situaciones de máxima presión», explica Klopp. Justo el carácter que se necesita para medirse a Cristiano Ronaldo. Entrar en pánico debe ser la última opción.
Por Alberto Bravo (dpa)