
Ginebra (dpa) – Namibia quiere abrir la veda a la caza mayor y permitir que los rinocerontes blancos puedan acabar expuestos como trofeos de caza.
«La población (de rinocerontes blancos) no ha disminuido significativamente en 43 años, desde que se reasentara allí de nuevo», afirma el Gobierno de este país del sur de África. Zambia quiere impulsar planes similares con sus elefantes. «La población (unos 27.000 animales) es elevada y estable», aseguran las autoridades.
Estos no son los únicos países que quieren flexibilizar la protección de estos animales. Botsuana, Zimbabue, y Esuatini (antes Suazilandia) también se encaminan en esa dirección y abogan por un tráfico «no comercial» del marfil y la piel de los animales.
En la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestes, que se realiza en Ginebra hasta fines de agosto, se debatirá sobre la solicitud que han planteado estos países africanos.
En la ciudad suiza se reúnen los 183 países miembros de esta organización, también conocida como Conferencia de las Partes o Cites, por sus siglas en inglés. Uno de los principales temas de la reunión es el comercio internacional con especies amenazadas de la fauna y flora.
El acuerdo que suscribieron los miembros de Cites en 1973 en Washington limita o prohíbe el comercio con más de 5.000 especies de animales y unos 30.000 tipos de plantas. Cuando los agentes de aduanas se incautan de marfil o plumas que un turista lleva a casa, están actuando en base a la normativa de Cites.
La iniciativa de flexibilizar la normativa preocupa a los defensores de los animales. «Ese tipo de planteamientos ya se hicieron en 2007 y las consecuencias fueron devastadoras», señala Daniela Freyer, cofundadora de la organización Pro Wildlife.
Entonces se permitió a los países que vendieran las existencias que tuviera de marfil, pero precisamente se trata de un producto sobre el que no se sabe su procedencia y puede que sea de un animal al que se acaba de matar. «En el punto álgido de la crisis por la caza furtiva, entre 2010 y 2012, murieron más de 100.000 elefantes», explica Freyer. «Se estima que anualmente se cazan unos 20.000 elefantes por el marfil», agrega.
Aun cuando la demanda ha remitido considerablemente desde que China prohibió por completo el comercio con el marfil en 2018, todavía hay países como Japón que están interesados, comenta Freyer.
El comercio ilegal no ha dejado de prosperar. A mediados de julio, la aduana en Singapur se incautó de uno de los mayores alijos de marfil jamás encontrados: casi nueve toneladas de cuernos de unos unos 300 elefantes. Habían sido enviados en cajas desde el Congo y declarados como madera. Su destino final era Vietnam.
«Exigimos una prohibición completa a nivel nacional e internacional del comercio con marfil», pide Ralf Sonntag, que representa en Cites a la organización alemana International Fund for Animal Welfare (IFAW).
En su opinión, suavizar la prohibición es erróneo. El comercio no se va a poder vigilar siempre en todas partes y una flexibilización hará aumentar la caza furtiva. Los delincuentes pueden vender marfil obtenido ilegalmente como un producto legal.
También en la Unión Europea se puede recurrir a trucos para el comercio del marfil, ya que se permite la venta de marfil antiguo. «La excepción sólo debería comprender piezas de arte antiguas con una pequeña cantidad de marfil, entre 200 y 300 gramos, o bien instrumentos musicales antiguos», explica.
La secretaria general de Cites, la panameña Ivonne Higuero, ve en esta situación un dilema, pues países africanos situados más al norte están totalmente en contra de suavizar la prohibición. En total son 32 las naciones que forman parte de la Coalición Africana del Elefante.
Higuero, sin embargo, se ha mostrado comprensiva con la petición de ser más flexible. «Estuve en Zimbabue y allí no hay duda de que la población (de elefantes) en algunas zonas ha aumentado considerablemente y cada vez hay más conflictos con los habitantes. Se pueden ver los daños que causan los animales», declara la panameña a dpa.
Higuero llegó a la presidencia de la Cites en octubre del año pasado. Subraya que como secretaria general es completamente neutral y que son los países los que tienen que decidir al respecto. A ella le gustaría que en la Convención se reorientara el debate: «En el pasado, los países miembros se centraron en el comercio ilegal con animales salvajes y plantas silvestres», señala. «Ahora tenemos que poner más énfasis en el comercio legal», indica.
La funcionaria agrega que la población local debería poder mantener un comercio sostenible con animales, árboles o plantas y conseguir un buen sustento.
En noviembre de 2018, China organizó en Guangzhou una conferencia para demostrar precisamente que un comercio bien regulado puede asegurar la supervivencia de las especies y además beneficiar a la población. China citó como ejemplos a la vicuña, uno de los camélidos que habitan en los Andes, y al caimán aguja (crocodylus acutus), de Colombia.
En ambos casos se encomendó a cazadores furtivos la preservación de estos animales y se consiguió que aumentara su población. A su vez, se logró establecer un comercio controlado, proporcionando así un ingreso a los cuidadores.
En la Cites se aborda asimismo la situación de animales exóticos que pasan que son tenidos como mascotas. La ecologista Freyer pide una mejor regulación del comercio con lagartos, tritones, ranas, peces o arañas. «Muchas veces animales que han sido capturados de forma ilegal pueden ser adquiridos de forma legal en tiendas» critica. Y en esta materia resulta especialmente problemático el comercio online.
Durante la Cites, Higuero procurará que no sólo sean noticia ciertos «animales de culto» como los elegantes o los rinocerontes blancos.
Por Christiane Oelrich (dpa)
