Preparacionistas, listos para afrontar eventuales catástrofes

Foto: Helen Corbett/dpa

Nueva York (dpa) – Unas 15 mochilas de acampada se alinean en la sala de estar de Jason Charles en Harlem, Nueva York. Innumerables latas y alimentos en conserva inundan su apartamento. En el armario de la ropa hay un enorme cajón repleto de paquetes de fideos chinos. Charles calcula que tiene provisiones para ocho meses. Este bombero profesional es un «prepper» o preparacionista.

El término procede del inglés «to be prepared», estar preparado. La gente como Charles entrena para enfrentarse al colapso de estructuras estatales provocadas por el ser humano o catástrofes naturales. Para ello almacenan víveres y enseres para sobrevivir a posibles desastres, ya se trate de inundaciones, incendios, o del ataque de un monstruo de ciencia ficción al estilo de Godzilla. Se trata de estar listos para permanecer a salvo, aislados en sus respectivos hogares o refugios o, si procede, estar listos para salir corriendo, según sea la amenaza. Algunos también adquieren armas como parte del proceso de preparación para la supervivencia.

Recientemente, este fenómeno social ha sido objeto de atención pública en Alemania, principalmente porque en no pocos casos sus miembros pertenecen a movimientos nacionalistas y de extrema derecha. Por su parte, también en Estados Unidos muchos preparacionistas simpatizan con las teorías conspiracionistas de derecha. Sin embargo, el perfil de estas personas no es homogéneo.

En Estados Unidos se presta mucha atención a las figuras extravagantes cuyos desbordantes preparativos se muestran en televisión, como los millonarios que construyen lujosos escondites en lugares secretos a modo de refugios para sobrevivir a posibles amenazas. Pero los preparacionistas también son gente corriente, como Charles.

El neoyorquino dice que trata de adquirir la necesaria aptitud física y preparación mental para hacer frente a situaciones inesperadas. «¿Estoy capacitado para sobrevivir en plena naturaleza, lejos de mi apartamento urbano? ¿Podría esconderme en el bosque? ¿sé cómo construir un refugio? ¿puedo hacer fuego y filtrar agua?», esas son cuestiones básicas, asegura. Para Charles, de 41 años, este tipo de entrenamiento supone un pasatiempo y a la vez un seguro de vida.

Charles ofrece reuniones en los que enseña a gente que comparte sus inquietudes cómo preparar sus hogares para afrontar posibles desastres. Los fines de semana, organiza viajes en los que simula escenarios de emergencia para los participantes.

No está claro cuántos preparacionistas hay en Estados Unidos. Cuando se producen desastres naturales aumenta bruscamente el número de personas que quiere preparase para posibles emergencias, explica Jeffrey Schlegelmilch, vicedirector del Centro Nacional de Preparación para Desastres de la Universidad de Columbia.

Los llamados kits de supervivencia se han convertido en un éxito de ventas. Hay numerosas variantes en el mercado y, según Schlegelmich, no hay pruebas de su utilidad. Por el contrario, otro aspecto ha demostrado ser útil: los vínculos sociales, por ejemplo la ayuda entre vecinos. Estos podrían ser tan importantes o incluso más que contar con un equipo adecuado o tener provisiones almacenadas, explica.

La preparacionista Inshirah Overton opina de forma similar. «Muchos ‘preppers’ son hombres Marlboro«, dice la abogada de 39 años en alusión al vaquero solitario con el que se publicita esta marca de cigarrillos. Overton no comparte el tipo de actitud regida por el lema: «No necesito nada ni a nadie». La abogada señala que prepararse frente a algo siempre guarda relación con otras personas y añade que, en su caso, se preocupa también por la protección de su familia.

Overton se hizo preparacionista a raíz de la crisis financiera de 2008. Cuando su empresa anunció la congelación de contrataciones, ella decidió independizarse del «sistema». Ahora participa en reuniones dirigidas exclusivamente a mujeres preparacionistas. Los temas abarcan desde cómo hacer jabón hasta qué llevar consigo en caso de tener de huir de forma rápida.

Ni Charles ni Overton especifican a qué tipo de catástrofe se preparan. Según Schlegelmilch, la naturaleza de la emergencia tampoco es relevante: la persona o bien queda atrapada en casa y necesita provisiones o tiene encontrar una ruta de escape. «No importa si se trata de una inundación, un incendio o un ataque de Godzilla; se trata de prepararse para los efectos del desastre», apunta el experto.

Por su parte, Overton no quiere que la preparación ante posibles catástrofes se convierta en una obsesión que condicione su rutina. Tan sólo quiere valerse por sí misma y aprender nuevas habilidades. No quiere sentirse decepcionada si al final de su vida jamás ocurrió la catástrofe para la que se estuvo preparando. «¿Me pasé la vida almacenando frijoles y munición en un estado de locura y ansiedad? No. Quiero disfrutar de una vida satisfactoria, divertida y feliz«, concluye.

Por Helen Corbett y David Schwarz (dpa)