Nafta: Canadá y EEUU negocian intensamente ante el plazo de Trump

Washington, 30 ago (dpa) – La ministra de Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, y el representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Lighthizer, negociaban hoy intensamente en Washington en busca de un acuerdo para modificar el Nafta hasta este viernes, el plazo dado por el presidente Donald Trump.

La noche del miércoles, los negociadores técnicos de ambos países estuvieron trabajando hasta tarde y Freeland y Lighthizer pretendían «revisar» hoy ese trabajo y tomar «algunas deciones», según manifestó la canciller canadiense a las puertas de la Oficina del Representante de Comercio (USTR, por sus siglas en inglés). Hay «buena voluntad» por ambas partes, aseguró. «Estamos trabajando intensamente».

Tanto Trump como el primer ministro Justin Trudeau expresaron el miércoles optimismo sobre la posibilidad de lograr un acuerdo para el viernes, aunque el líder canadiense advirtió de que su país no aceptará un pacto con prisas que no sea beneficioso para Canadá.

«He dicho desde el principio que no tener un acuerdo sobre Nafta es mejor que un mal acuerdo sobre Nafta. Y vamos a mantenernos firmes en ese principio», dijo. Tanto Trudeau como Freeland reiteran que el resultado debe ser beneficioso para la «clase media» canadiense.

Estados Unidos y México anunciaron el lunes haber llegado a un acuerdo entre ellos en el marco de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN/Nafta) -que arrancó hace un año- y Trump dejó entonces abierta la posibilidad de que Canadá, el tercer socio en ese tratado, quede fuera del nuevo pacto si no se suma para el viernes.

La ministra Freeland acortó entonces un viaje por Europa y llegó el martes de urgencia a Washington para las negociaciones con Lighthizer. Esa misma noche se reunió también con la delegación mexicana, encabezada por el ministro de Economía, Ildefonso Guajardo, que permanece en Washington desde el anuncio.

El Gobierno de Trump y el de Enrique Peña Nieto tienen prisa por cumplir los plazos legales que permitan, por un lado, que el mandatario mexicano firme el acuerdo antes de que Andrés Manuel López Obrador asuma la presidencia el 1 de diciembre y, por otro, que lo rubrique el republicano antes de que los demócratas puedan ganar más peso en el Congreso en las elecciones legislativas de medio mandato de noviembre en Estados Unidos.

La ley estadounidense obliga al Gobierno a notificar un acuerdo al Congreso 90 días antes de su rúbrica y Estados Unidos quiere hacerlo el viernes para llegar a tiempo al plazo mexicano. No obstante, cabe la posibilidad, como sugirió Lighthizer el lunes, de que Canadá se sume a un acuerdo a lo largo de los siguientes 30 días.

«Si no está Canadá, notificaremos (el viernes) que tenemos un acuerdo bilateral al que Canadá es bienvenido a unirse», dijo. El plazo dado por Trump parece pues una maniobra de presión.

En el Congreso, legisladores republicanos y demócratas han insistido en que la autoridad que este concedió a Trump fue para renegociar un tratado trilateral, no para desarmarlo o convertirlo en dos tratados bilaterales distintos. Economistas y otros sectores alertan por su parte de los riesgos y pérdidas que tendría para la economía estadounidense dejar fuera de un pacto al vecino del norte.

Y es que, desde que Nafta entró en vigor en 1994, las economías de los tres socios están íntimanente ligadas. El comercio entre ellos se multiplicó desde entonces por cuatro, hasta los 1,1 billones de dólares.

La renegociación de Nafta, que es el mayor tratado comercial del mundo, fue una imposición de Trump, que considera que en su casi cuarto de siglo de funcionamiento no ha beneficiado a su país.

Numerosas veces defendió la posibilidad de sustituirlo por acuerdos bilaterales, pero México y Canadá dijeron siempre que el resultado debía seguir siendo trilateral. México, no obstante, ha acabado dejando de contemplar la trilateralidad como condición en su carrera por lograr cerrar un pacto comercial con Estados Unidos del que sería muy difícil prescindir dada su dependencia de las exportaciones y que se quiere tener listo antes del cambio de Gobierno.

Los aranceles a los productos lácteos y el mecanismo para la resolución de disputas en el marco del Nafta son los temas más espinosos en las negociaciones entre Estados Unidos y Canadá.

En el caso de México fueron sobre todo las reglas de origen para el sector del automóvil. Washington quería que el contenido regional del producto final fuera mucho mayor al 62,5 por ciento actual. El acuerdo anunciado el lunes estipula que el 75 por ciento sea fabricado en Estados Unidos y México.

En su negociación con Estados Unidos, México hizo además concesiones en un tema del capítulo laboral importante para Canadá: los salarios. Los sindicatos canadienses siempre han querido elevar los sueldos en ese país, que por lo bajos que son, otorgan una gran ventaja competitiva a México en el sector del automóvil que consideran competencia desleal frente a él.