París, 31 may (dpa) – Roberto Bautista tomó hace unos días, después de la muerte de su madre, una valiente decisión: pese al dolor, el español viajó a la arcilla de París a jugar Roland Garros, el segundo Grand Slam del año.
El español, décimo tercero del ranking, pudo bien haberse quedado en Castellón, su pueblo natal, y empezar su duelo lejos del ajetreo, la tensión y las emociones que implican un torneo de esta importancia.
Él, por el contrario, entendió que la mejor forma de afrontar el dolor era, al menos en principio, a través del tenis.
«Están siendo unos días difíciles, no es fácil de manejar», contaba el lunes después de vencer, en su debut en la Porte d’Auteuil, al uzbeko Denis Istomin.
«Creía que lo mejor era venir aquí, dar un paso adelante, no esconderse, no quedarse en casa, y seguir luchando como hasta ahora lo he hecho», explicó.
Su desempeño en la tierra le da hasta ahora la razón, como si el tenis funcionara como una primera gran terapia frente al dolor. Así, después de su partido a cinco sets en la primera ronda, venció fácilmente en tres mangas al colombiano Santiago Giraldo.
París, en esa medida, parece venirle bien a Bautista: en Roland Garros llegó ya dos veces a octavos de final, la última de ellas el año pasado, cuando cayó ante su compatriota Rafael Nadal.
«Todo va ligado a la vida del tenista, y está claro que cuando hay problemas fuera de la pista tienes que hacer un esfuerzo extra para poder estar concentrado», explicó después de vencer a Giraldo.
«También ayuda haber podido salir de casa, tener la mente esta semana en Roland Garros y no en lo que ha sucedido», agregó.
«Al final hay que seguir adelante, mi vida es el tenis, son los torneos, y en cuanto he podido he vuelto a mi rutina», expresó Bautista, la tercera mejor raqueta de su país en el ranking.
Pero Bautista no ha estado solo: tanto dentro como fuera del circuito, el castellonense recibió el apoyo de muchas personas en medio del duro golpe.
«Es bonito ver el cariño de la gente. Al final, eso te da fuerzas y te ayuda a seguir adelante», expresó el jugador de 30 años, que recibió también las muestras de cariño de sus colegas españoles, incluido Nadal.
«He recibido mensajes de apoyo. He tenido llamadas, mensajes. Vino mucha gente a Castellón y lo agradezco de corazón», contó el tenista, que recibió una corona de flores del propio Nadal.
La fortaleza de Bautista la reconocen sus compatriotas en Roland Garros, que admiran que esté en París batiéndose en la arcilla y no en su casa.
«Sinceramente, si me pusiera en su lugar, no sé si sería capaz de poder venirme a jugar Roland Garros dos o tres días después de que ocurra algo así», dijo, por ejemplo, Fernando Verdasco.
«La fuerza mental que está demostrando es digna de admirar», añadió el madrileño, en la misma línea que Pablo Carreño.
«Lo que le ha pasado a Roberto es algo que por suerte no he vivido, y no puedo saber lo que siente, pero estar aquí peleando y ganando tiene mucho mérito», elogió el jugador de 26 años.
«Me alegro porque le vaya bien después del palo tan duro que ha sufrido», afirmó.
Bautista tiene, por lo pronto, un reto que seguramente le exigirá atención: el serbio Novak Djokovic, al que quiere sorprender mañana para llegar nuevamente a octavos en París.
Pero él no piensa tanto en el campeón de 12 Grand Slam, sino en su concentración y en su estabilidad emocional.
«Tengo que continuar pensando en mí, haciendo un partido más lineal emocionalmente», dijo. «Espero sentirme mejor en pista, jugar mejor al tenis. Seguro que si todo sale como tiene que salir será un encuentro duro», concluyó.
Por Manuel Dueñas (dpa)