El papel que tuvieron los reyes católicos dentro de la historia de España

En la historia de España los reyes católicos Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, jugaron un papel fundamental que los hizo ser considerados como los reyes más importantes que han existido hasta ahora.

Así, la Corona de Castilla unida a la Corona de Aragón y en una sola bandera, emprendieron una serie de luchas y conquistas que fueron sumando historia y renombre a su reinado.

Hazañas y luchas de los reyes católicos

Uno de los primeros conflictos en los que se vieron envueltos los Reyes Católicos, se derivó de la guerra de Sucesión Castellana, donde el centro de lucha fue la corona de Castilla que para entonces estaba en poder de Juana La Beltraneja.

Después retomaron unidos la lucha por recuperar el reino de Nazarí de Granada y también se le atribuye a su reinado la toma de Granada una vez que los contrincantes se rindieron y sobre todo el descubrimiento de América con Cristóbal Colón a la cabeza, hecho que contó con la financiación de Isabel I y Fernando II.

Estos dos triunfos les condujeron a liderar una expansión  territorial donde cumplieron con distribuir los territorios con Portugal, siguiendo lo que rezaba en el tratado de Alcácovas, donde posteriormente procedieron a hacerse de otros territorios ubicados en África e Italia.

Los hijos de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón

Fueron cinco los hijos engendrados por el matrimonio de los reyes católicos, de ellos un solo varón. El rey por su parte tuvo hijos ilegítimos antes y después de su matrimonio con la reina.

La primera hija fue Isabel, nacida en 1470 a quien desposarían 20 años después con el príncipe Alfonso mediante un arreglo de índole político con el fin de estrechar lazos con Portugal, pero lamentablemente el príncipe falleció un año después. Tras un segundo matrimonio, murió después de dar a luz a su único hijo.

El segundo y único varón fue Juan, nacido en 1478 bajo una enorme celebración, ya que había llegado al mundo el sucesor legítimo del reinado de Isabel I y Fernando II y como no, la posibilidad de extender la dinastía.

Recibió una cuidadosa educación, al punto que desde muy joven ya se le consideraba como un príncipe cuyo comportamiento, conocimientos y otras habilidades rayaban en la perfección. Sin embargo, los deseos de que algún día los sucediera en el trono se vieron truncados debido a que falleció en 1497.

La Infanta Juana I de Castilla fue la tercera hija, que nació en el año 1479 y, al igual que sus hermanos, recibió una educación muy cuidadosa y completa, donde el roce con el mundo de la política fue permanente, así como las obligaciones propias de los reyes.

Se casó con Felipe de Habsburgo y aun cuando la boda fue arreglada con fines políticos, terminaron aparentemente muy enamorados y tuvieron seis hijos, aunque después se desveló que su relación de pareja era un poco tormentosa y que el comportamiento de Juana daba mucho que pensar sobre su salud mental.

La infanta María fue la cuarta hija, que nació en el año 1482. En su caso no hubo diferencias en la educación, la cual fue muy completa y bien cuidada y el arreglo interesado de su matrimonio con Manuel I de Portugal, quien habría sido antes su cuñado y con quien tuvo 10 hijos.

Falleció en 1517 tras dar a luz a su hijo Antonio, quien también murió al poco tiempo de nacer.

La Infanta Catalina fue la última de las hijas de los reyes católicos, nacida en 1485 y según la historia una de las que más se dio a conocer debido a su vinculación con la separación de Inglaterra del catolicismo.

Se casó por conveniencia con el príncipe Arturo de Inglaterra, quien falleció a los pocos meses y en vista de las circunstancias, Catalina debió permanecer allí hasta que su cuñado Enrique estuviera listo para desposarla.

Por aquellos tiempos muere la reina Isabel I, siendo Catalina sometida a presiones por parte del rey Enrique VII, quien deseaba una esposa más conveniente para el príncipe, pero el rey falleció y el príncipe Enrique VIII cumplió su promesa de casarse con Catalina.

Pero los problemas surgieron y se agravaron a medida que los hijos engendrados, en total seis, no conseguían sobrevivir a excepción de una niña a quien llamaron María I, no hubo descendientes varones lo cual condujo a Enrique VIII a intentar la anulación del matrimonio, hasta que finalmente lo consiguió.

Con la muerte de Juan surgieron los problemas

En 1497 fallece el infante Juan, heredero por excelencia de la corona Aragonesa y de Castilla, comenzando los posibles candidatos a acechar el trono.

Tras la muerte de Juan, su hermana Isabel es la heredera del trono de Castilla, pero fallece, al igual que su hijo, el infante Miguel de la Paz.

La siguiente en la línea sucesoria era Juana. Su marido, el archiduque Felipe de Habsburgo, mostró ante la posibilidad de ser rey, un comportamiento que parecía más propio de un enemigo que de un aliado.

Fueron muchos los problemas que enfrentaron los reyes con sus posibles herederos después de que el joven Juan muriera víctima de una frágil salud, que le hizo sufrir desde muy pequeño de varias enfermedades.

Dicen que su débil condición de salud se resquebrajó con la unión matrimonial, ya que se rumoraba que la práctica continua y hasta desmesurada del acto sexual contribuyeron a que cada vez se volviera más débil y propenso a contagiarse de enfermedades, como efectivamente ocurrió.

En contraste con su estado de salud, el príncipe había sido preparado desde muy pequeño con una rigurosa educación y se dice que su inteligencia era sin igual, se notaba que los reyes le habían procurado todo lo que necesitaba para ser un digno sucesor de la corona, vivaz, educado y comprometido, un joven que brillaba con luz propia.

En general, Isabel I y Fernando II educaron muy bien a todos los hijos del matrimonio.

Tras la muerte de la Reina Isabel La Católica, Felipe se valió de todos los trucos y alianzas para conseguir su cometido, quedarse con la corona.

Al final lo consiguió y las Cortes castellanas proclamaron reyes de Castilla a Juana I, a la que ya apodaban como Juana La Loca, y a su esposo Felipe I.