FRÁNCFORT (dpa) – De Qatar podrán decirse muchas cosas: salarios de hambre para los inmigrantes, condiciones de trabajo forzado, apenas gramos de humanidad en el trato. Pero el mundo del deporte tiene a su vez algo claro: no desparovechará las ventajas económicas que le ofrece el emirato del Golfo Pérsico.
No fueron pocos los funcionarios y deportistas que se mostraron consternados por las alarmantes publicaciones del diario británico «The Guardian» y de Amnistía Internacional (AI), pero los reparos morales no parecen ser suficientes para dar marcha atrás con la organización de millonarios eventos en el Golfo.
«Entendemos el interés que tienen ustedes en este tema, pero nos permitirán esta vez abstenernos de comentar», dijo a dpa la ATP, el ente rector del tenis masculino que cada año inicia su temporada con un gran torneo en Doha, la capital del Emirato.
Torneos y exhibiciones de tenis, Grandes Premios de motociclismo, vueltas ciclistas y certámenes de equitación son citas prácticamente permanentes en el país. A eso se sumará en 2014 el Mundial de natación de piscina corta en Doha, en 2015 el Mundial de balonmano masculino y en 2016 el Mundial de ciclismo en ruta. Sin contar que cada año se pasean en la pretemporada bajo el sol qatarí varios de los clubes de fútbol más importantes del planeta.
«Algo tiene que cambiar, esto no está en orden», dijo recientemente el jinete alemán Christian Ahlmann antes de competir en la final del «Global Champions Tour», un certamen que reúne a lo mejor de la equitación y reparte unos 1,75 millones de euros en premios (2,66 millones de dólares).
Como la mayoría de los deportistas que llegan al país, los problemas no parecen estar a la vista. «Lo que se ve son enormes construcciones. Pero lo que realmente ocurre no lo vemos», explica Ahlmann.
Amnistía Internacional dio recientemente un duro golpe al Mundial de Qatar 2022 y redobló la presión sobre la FIFA al denunciar violaciones generalizadas a los derechos humanos en las obras de construcción de escenarios para el evento.
«Durante meses muchos trabajadores no reciben salario y son pese a ello obligados a trabajar bajo la amenaza de quitarles el salario por completo o deportarlos», dijo Regina Spöttl, experta en Qatar de la sección alemana de AI, al presentar el documento de 169 páginas titulado «El lado oscuro de las migraciones: un foco en el sector de la construcción en Qatar de cara al Mundial».
El reporte describe situaciones de tremendo impacto. Los trabajadores son obligados a cenar en habitaciones a oscuras y sin electricidad tras extensas jornadas de trabajo bajo un fuerte calor. Las condiciones de higiene en los alojamientos, en los que se hacinan trabajadores en su mayor parte provenientes del sudeste asiático, son muy precarias.
La FIFA ya tomó nota del informe y, si bien no planteó ultimatum alguno a Qatar, aseguró que está ejerciendo «presión».
«No hay un plazo límite para que se pongan en práctica los cambios», dijo a la agencia dpa Delia Fischer, jefa de medios de la FIFA, en el mismo día en que el gobierno de Qatar reaccionó asegurando que trabaja en el tema.
No obstante, al tope de la agenda del organismo figura también otro asunto: la fecha en que se disputará el Mundial de 2022, que será trasladado del verano al invierno debido a las altas temperaturas.
Tampoco quisieron criticar abiertamente a Qatar otras entidades como la Federación Internacional de Balonmano, que ante la consulta de dpa respondió que existen regularmente visitas de inspección al país y que el comité organizador del Mundial de 2015 cumple con todas las exigencias.
La Federación Internacional de Natación (FINA) siguió la misma línea. «Nuestra política es no meternos en los asuntos internos del organizador», enfatizó su director general, Cornel Marculescu, ante la consulta de dpa. La prioridad, para la FINA, es que las condiciones sean óptimas para atletas y entrenadores.
Mientras, la responsable de deportes de Transparencia Internacional Silvia Schenk pidió que «los derechos humanos» jueguen un rol más importante a la hora de conceder la organización de eventos deportivos. Pero su reclamo, por ahora, no tiene eco en el mundo del deporte, que suele vender valores, pero a la hora de la verdad tiene preocupaciones más terrenales.
Por Lars Reinefeld