Dos egos, un enemigo: Trump se reúne con al príncipe heredero saudí

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TrumpWashington/Riad, 18 mar (dpa) – El presidente estadounidense, Donald Trump, recibirá el martes en el Despacho Oval de la Casa Blanca al príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, en el marco de una mejora de relaciones entre los dos países que se ve fortalecida por la lucha contra un enemigo común: Irán.

Si las relaciones bilaterales se vieron dañadas bajo el mandato de Barack Obama y firma del acuerdo nuclear de las potencias occidentales con Irán, la llegada al poder de Trump y sus críticas feroces a un acercamiento con Teherán lo han vuelto a acercar al reino saudí, que se disputa la hegemonía regional con el país persa.

Arabia Saudí entró en la guerra de Yemen para impedir el avance de la influencia persa en la península arábiga. Trump necesita al verdadero hombre fuerte de la monarquía saudí para presionar a Teherán, pero éste también llega a Washington con peticiones.

En su primera visita como nuevo príncipe heredero, Mohamed bin Salman, de 32 años, espera más que elogios a su plan de reformas. Conocido en su país como «MbS», el príncipe necesita inversiones concretas de Occidente para hacer realidad su plan económico, conocido como «Visión 2030», que pretende hacer la economía del país menos dependiente del petróleo.

De lo contrario, la potencia corre el riesgo de debilitarse y, a largo plazo, perder influencia regional. Y eso es algo que Trump tampoco quiere, porque después de todo necesita a Riad para mantener bajo control a Teherán.

Tras el período de distancia que significó el mandato de Obama, Mohamed puede contar ahora con mayor simpatía por parte de Washington: grandes negocios armamentísticos y una visita de Trump a Riad en mayo pasado, «MbS», considerado también un hombre de confianza del yerno de Trump Jared Kushner, hicieron que mejoraran las relaciones bilaterales.

Pero su visita se produce en medio de días turbulentos en la Casa Blanca. Kushner perdió hace poco su acceso a información ultrasecreta y es blanco de críticas por sus negocios privados, lo que hace incierto su futuro. La delegación saudí intentará también durante la visita sondear cómo será la futura composición del equipo de Trump, comentaba recientemente la web «Al Monitor».

En su rumbo político, en el que ha llegado a utilizar la fuerza, Mohamed bin Salman cuenta con el beneplácito de Estados Unidos. Cuando en noviembre hizo detener a numerosos príncipes y otros dignatarios, Trump escribió en Twitter: «Tengo gran confianza en el rey Salman y en el príncipe heredero de Arabia Saudí, saben exactamente lo que hacen…».

En Yemen, el Gobierno estadounidense apoya la coalición sunita liderada por los saudíes contra los rebeldes hutíes chiitas apoyados por Teherán. Lo hace cargando de combustible aviones de combate saudíes en el aire, suministrando armas o poniendo a disposición información de los servicios secretos.

Sin embargo, en el Senado estadounidense crece la crítica a esta ayuda militar. La cámara podría votar esta misma semana sobre una resolución presentada por un grupo de senadores de ambos partidos en la que se insta a Trump a suspender este apoyo.

Cuando la alianza saudí aisló completamente el norte de Yemen controlado por los hutíes en noviembre pasado, impidiendo la entrada de ayuda humanitaria, el presidente estadounidense le pidió a Riad que permitiera las entregas de ayuda sin limitaciones.

Pero más allá de eso, los analistas consideran la poco crítica postura de Trump respecto a la monarquía del Golfo como una especie carta blanca para el príncipe heredero. Se le considera el cerebro que estuvo detrás del bloqueo al vecino emirato de Qatar y la crisis de Gobierno en Líbano, que también se dirigía contra Teherán. Además, Riad también lucha en Siria indirectamente contra Irán.

Debido a esta confrontación, Estados Unidos necesita una Arabia Saudí fuerte y a consecuencia, que la reforma económica tenga éxito en el país. La «Visión 2030» busca una mayor independencia del petróleo y el desarrollo de un sector privado fuerte, así como convertir al país en un centro tecnológico.

Arabia Saudí, que ya invirtió miles de millones en startups como Uber, Slack y WeWork, necesita urgentemente inversiones de riesgo en su economía, dijo la analista Reva Goujon de Stratfor recientemente en un debate de esa plataforma geopolítica de inteligencia estadounidense. «Arabia Saudí apuesta fuertemente por la tecnología, pero ¿apostará la tecnología por Arabia Saudí?». Esa es la gran pregunta, sostuvo Goujon.

Los petrodólares atraen, pero los empresarios siguen desconfiando de Mohamed bin Salman. Fuentes diplomáticas y representantes de los negocios en Riad cuentan que el impulsivo príncipe no se ganó justamente la confianza de los inversores con su campaña anticorrupción de hace unos meses. Después de todo, hizo encerrar a cientos de personas, entre ellas varios influyentes hombres de negocios, en el lujoso hotel Ritz Carlton y los obligó a pagar compensaciones por más de 100.000 millones de dólares.

Esa misma cantidad se espera obtener también de la que podría ser la mayor salida a Bolsa de la historia, la de la petrolera saudí Aramco. Sin embargo, la parte internacional de esa salida a Bolsa en Wall Street se postergó, debido a eventuales litigios legales y las normas que rigen la bolsa neoyorquina, según reconoció el ministro de Petróleo, Khalid al Falih. «Honestamente, Saudi Aramco es demasiado grande y demasiado importante para el reino como para correr un riesgo semejante», dijo el ministro a la cadena estadounidense CNN.

Por Benno Schwinghammer y Maren Hennemuth (dpa)