Windsor, 18 mar (dpa) – Cuando el príncipe Harry y Meghan Markle se den dentro de dos meses (el 19 de mayo) el «Sí, quiero», millones de personas seguirán la ceremonia por televisión. Pero la novia es para los estándares monárquicos bastante inusual, pues Meghan no procede de la nobleza británica, sino que es una ciudadana estadounidense de raíces afroamericanas.
Además está divorciada y es una actriz relativamente conocida. Esta mujer de 36 años está lejos de ser «posh» y precisamente porque le falta esa arrogancia de la elite británica, está conquistando a todo el mundo.
En Reino Unido bulle la «Meghan-manía» y en Windsor ya se ha impuesto el estado de excepción. Pocos minutos después de que se anunciara la fecha de la boda, casi todos los hoteles en esta hermosa ciudad al oeste de Londres estaban ya reservados. Y el mismo día del anuncio, los fabricantes de souvenires paralizaron su producción para buscar imágenes de Harry (de 33 años) y su prometida que pudieran poner en forma de corazón en tazas y llaveros.
«Sobre todo los estadounidenses nos lo quitan de las manos. Compran mucho pero ahora más que antes», dijo Jon Aujla, gerente de una de estas tiendas de recuerdos en Windsor.
El arzobispo de Canterbury será el que una a la pareja en la capilla de estilo gótico tardío de San Jorge, que data del siglo XV, en el recinto del castillo de Windsor.
El lugar está rodeado de gruesos muros, algo bueno para la seguridad, pero la pareja no lo pondrá fácil a los agentes: el príncipe Harry y Meghan tienen previsto justo después de la boda realizar un recorrido en carroza por Windsor, para dar la oportunidad al pueblo de «disfrutar de la atomósfera de un día tan especial», según comunicó el Palacio de Buckingham.
La estadounidense está siendo objeto de comentarios racistas y ha recibido amenazas por su piel morena. Pero a la mayoría de británicos ya los ha conquistado, sobre todo por su carácter abierto y afectuoso. «El príncipe Harry es un miembro moderno de los ‘royal’ y Meghan aporta aire fresco a la familia real», afirma una entusiasta dependienta de Stoke-on-Trent, al sur de Manchester.
Y eso a pesar de que la estadounidense rompe con las normas de la corte cuando luce en un acto oficial un desenfadado moño en lugar de lucir su melena perfectamente arreglada como hace su futura cuñada, la duquesa Catalina. Ya sea durante la visita a una radio de jóvenes en un barrio londinense de Brixton o en un viaje a la capital galesa de Cardiff, los niños la abrazan, le piden autógrafos y deja que se hagan selfies con ella.
Para la mayoría de miembros de la «empresa», como se suele denominar en broma a la famila real, un comportamiento de esas características sería inimaginable, a excepción del príncipe Harry. Y a los británicos les gusta mucho la forma de ser del príncipe, alegre y sencilla, como por ejemplo cuando en la maratón de Londres abraza a desconcertados corredores o juega con niños.
Atrás quedó su época más salvaje, en la que se denubaba en fiestas con mujeres en un hotel de Estados Unidos o se disfrazaba de nazi. En la actualidad se le considera un príncipe que ha madurado y que, al igual que hizo su madre Diana hizo en el pasado, está muy implicado en causas sociales.
La pareja se conoció a través de una amiga común, que les organizó una cita a ciegas. «Yo no sabía nada de ella antes», admitió el príncipe Harry en una entrevista con la BBC. «Fue una grata sorpresa», agregó. Y se fueron conociendo más sobre todo a raíz de un viaje a África, donde «acamparon bajo las estrellas». El príncipe Harry le propuso matrimonio a la actriz (conocida sobre todo por la serie «Suits»), mientras comían pollo, aunque como manda la tradición, hizo la petición de rodillas. «Fue tan dulce», dijo encantada Meghan.
Todo suena a una boda de ensueño, si no fuera por un pequeño detalle: Meghan, que desde que tenía seis años fue criada por su madre en solitario, no tiene una relación fluida con todos los parientes. Con su madre Doria, que sacó adelante a su hija como trabajadora social y profesora de yoga, tiene una relación muy buena, pero su padre Thomas, un especialista en iluminación, vive retirado en México.
Su media hermana Samantha, hija del primer matrimonio de su padre, habló en entrevistas de Megan. Y prevé escribir un libro sobre la familia: «The Diary of Princess Pushy’s Sister», lo que traducido sería «Diario de Hermana de Princesa Pesada». Los medios británicos consideran descartada una invitación a la boda.
Por Silvia Kusidlo (dpa)