Battaglia, la italiana que se atrevió a mostrar el horror de la mafia

Foto: Ingo Wagner/dpa

Palermo (dpa) – Si a alguien se le debe el haber despojado de esa aura romántica que envuelve a la mafia siciliana y el haber mostrado su brutalidad en su plena dimensión esa es la fotógrafa Letizia Battaglia.

Esta reportera gráfica goza a sus 84 años de prestigio mundial tras haber pasado gran parte de los 1970 y los 1980 documentando la violencia de los mafiosos que aterrorizaron su ciudad natal, Palermo.

«Mis imágenes son una denuncia», dijo en entrevista a dpa. «Soy un mensajero de la resistencia, la resistencia a la violencia, a la corrupción, a la pobreza, al desorden moral y político», afirma.

Una de las imágenes más impactantes de Battaglia es una instantánea en blanco y negro de un hombre devastado que saca el cuerpo sin vida de otra persona de un coche. Esa foto de 1980 la hizo por casualidad, cuando pasaba por ese lugar en ese preciso instante.

La persona asesinada resultó ser Piersanti Mattarella, en ese entonces presidente regional de Sicilia, y quien lo sacaba del coche era su hermano Sergio, el ahora presidente Italia.

Battaglia sacó cientos de fotos como esa, todas en blanco y negro, y fue testigo del derramamiento de sangre que contribuyó a que Toto Riina se convirtiese en el máximo líder de la Cosa Nostra, la mafia siciliana.

«Cuando te enfrentas a la escena de un asesinato, te enfrentas con todo el dolor del mundo. Es inaceptable que se asesine a alguien, que se le quite la vida con violencia», señala la fotógrafa.

Ha sido un trabajo que infundía miedo, sobre todo tratándose una mujer, ya que se vio obligada a moverse en un entorno hostil, dominado por hombres.

«Me han amenazado, empujado al suelo, menospreciado. Me han destrozado la cámara, he recibido cartas anónimas terribles», recuerda. «A menudo sentía miedo y no obstante seguía. Esa fue mi fuerza», explica.

Battaglia, cuyo apellido precisamente significa «batalla» en italiano, acarrea una larga historia de lucha. Además de la fotografía, se significó como activista feminista, editora y política de izquierdas en su Sicilia natal.

Su compromiso hizo que tuviera un papel destacado en el documental «La mafia non è più quella di una volta», una obra en tono satírico que acaba de ganar el premio especial del jurado en el último Festival de Venecia.

Artista autodidacta, comenzó a hacer fotoperiodismo simplemente para ganarse la vida y alimentar a sus hijas tras divorciarse de un marido rico del que se negó a recibir la pensión alimenticia.

Battaglia afirma que sus fotografías combinan «el dolor, el horror y la rabia» que sentía cuando las tomaba y que sus encuadres escénicos tienen que ver con lo aprendió mirando las obras de los grandes maestros de la pintura.

«Me gusta el arte y me gusta el siglo XVI y mis encuadres tal vez estén inspirados en lo que vi de Miguel Ángel, en un museo o en un artista contemporáneo», señala.

Tras haber trabajado durante años para el periódico izquierdista «L’Ora», que quebró en 1992, Battaglia dejó de fotografiar a las víctimas de la mafia y los familiares que las lloraban en los años 1990.

Ella cuenta que la gota que colmó el vaso fue el asesinato de los rostros más destacados de la lucha contra la mafia, los magistrados Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, a quienes ella conocía personalmente.

Ambos fueron asesinados en un atentado explosivo. Battaglia recuerda estar ante el cuerpo desmembrado de Borsellino, «con partes del cuerpo que no se podían encontrar», y sentir por primera vez que era incapaz de capturar ese momento en imágenes.

«Simplemente no tenía la fuerza. Estaba exhausta y conmocionada por años de violencia, humillación y vergüenza ante el fracaso del Gobierno italiano (en su lucha contra la mafia)», explica.

Para Battaglia ha mejorado la situación actualmente en su querida Sicilia, pese a que la Cosa Nostra sigue siendo poderosa, especialmente tras haber penetrado en determinados sectores de las finanzas.

«Es cierto que (Sicilia) es más moderna y es una sociedad más justa, pero todavía no nos hemos librado del poder de la mafia, que sigue aquí. Ahora van vestidos de traje y corbata, ya no son tipos patanes de Corleone», señala.

Otra parte del legado de Battaglia es el Centro Internacional de Fotografía, un espacio cultural en el centro de Palermo inaugurado en 2017.

Pese a tener que lidiar con problemas agudos de financiación, el centro consigue albergar importantes exposiciones, talleres y debates, todos ellos eventos que se realizan de forma gratuita. Battaglia lo considera otra forma de «resistencia a la mafia».

De hecho, Battaglia no es sólo reconocida por sus fotografías de la mafia, sino también por ser una cronista gráfica de la sociedad siciliana, haber sabido capturar la vida en la isla, tanto en los bajos fondos de Palemo como en sus palacios más aristocráticos.

Y pese a su edad sigue en activo, fumando sin parar y con su pelo blanco, que igual tiñe de rosa que de verde. Ahora se centra en retratar a mujeres y niños en la búsqueda de pureza e inocencia. Y si se le pregunta cuándo fotografía a hombres, responde: «Sólo le saco fotos a los que son asesinados».

Por Alvise Armellini (dpa)