Nueva York, 10 sep (dpa) – A Juan Martín del Potro no hay resultados que le cambien su postura. Pese a llegar a una nueva final de Grand Slam y consolidarse como el mejor jugador del momento detrás de Rafael Nadal, Roger Federer y Novak Djokovic, el argentino sigue con su mensaje conformista de «disfrutar del tenis», sin buscar metas más ambiciosas que esa.
«Voy disfrutando y dejando que el tenis me sorprenda, como está pasando», respondió Del Potro ante la consulta de si no había llegado el momento de cambiar el discurso por uno más enfocado a la realidad que vive, la de un jugador top con posibilidades concretas, incluso, de pelear por grandes títulos y por el número uno del mundo.
«El ranking es importante, pero no me da la felicidad que me da jugar una final de Grand Slam o que me da la gente», añadió tras perder la definición del Abierto de Estados Unidos ante el serbio Novak Djokovic.
«Sí voy a prepararme de la mejor manera para tratar de repetir esto que vine haciendo este año. Eso es lo lindo que tiene esto y lo que me motiva para los próximos años», remarcó el argentino. Tras perder ante Djokovic, de todas formas, dejó por un momento de lado su muletilla de que simplemente lo contenta jugar al tenis. «No, hoy no me contenta el tenis. Ahora estoy triste».
Tras sus tres operaciones en la muñeca izquierda que casi lo retiran del tenis -a la cual se suma una intervención previa en la mano derecha-, Del Potro fue gestando desde 2016 un regreso que mezcló paciencia, inteligencia y un progreso paulatino y constante, matizado con algunas frustraciones y dolores en la zona que frenaron esa evolución.
Pero lo cierto es que a dos años y medio del retorno sus resultados ya excedieron su discurso. Incluso así lo aseguro Djokovic antes de la final. «Siempre fue un jugador ‘top five’ para los ojos de todos. Incluso cuando su ranking bajó y tuvo que trabajar para volver a subir. Pero todos sabíamos que tenía la capacidad y la calidad para llegar al punto donde se encuentra en este momento. Sólo era cuestión de tiempo», expresó el serbio.
Con su victoria ante Rafael Nadal en las semifinales, el argentino consiguió un récord, ya que es el jugador que más veces en la historia pudo derrotar a un número uno del mundo, sin haber llegado antes o después a esa posición. Le ganó tres veces al español, tres veces a Djokovic y cuatro a Roger Federer mientras estaban en la cima del ranking. «Esa estadística muestra la calidad que tiene, especialmente en los partidos importantes. Es un gran jugador, es un campeón de Grand Slam», lo elogió el serbio.
Tres de esas diez victorias se produjeron después de 2016, periodo en el que ya cosechó logros que incluso no había conseguido antes en sus anteriores etapas en el circuito.
El primer hito en su regreso fue en los Juegos Olímpicos de Río 2016, cuando logró la medalla de plata tras anotarse triunfos sobre Djokovic y Nadal. «Creo que todo comenzó en Río, en los Juegos Olímpicos», lo elogió el propio Djokovic. «Ahí siento que recibió un gran impulso de confianza. Obviamente que desde entonces jugó muy consistente en los grandes torneos y eso es lo que lo convirtió en el número tres del mundo. Está jugando realmente un tenis poderoso», añadió el ex número uno del mundo.
Después llegó el turno de liderar al equipo argentino a la conquista de su primera Copa Davis, con triunfos épicos y en cinco sets ante Andy Murray en Escocia y ante Marin Cilic en Croacia.
Este año, después de ganar por primera vez desde 2013 un ATP 500 en Acapulco, celebró su primer Masters 1000, con una victoria en la final de Indian Wells ante Federer. El mes pasado saltó al tercer puesto del ranking, su mejor posición histórica, después de haber sido cuatro del mundo dos veces, justo antes de las lesiones en sus muñecas.
Y tras nueve años, el domingo volvió a disputar una final en Nueva York, donde chocó contra el poderío de Djokovic, aunque prometió seguir dando pelea. «Nunca me di por vencido en los momentos más difíciles en mi vida. Luché contra mis lesiones y después de nueve años, llegar a una final nuevamente es increíble», aseguró el argentino tras perder el domingo.
A esta altura de su carrera, a punto de cumplir 30 años, con las lesiones en el pasado y con un tenis que le permite competir de igual a igual con los mejores del mundo, tal vez sea el momento de que la ambición de su juego deje a un lado al conformismo de su discurso.
Por Ariel Greco (dpa)