Madrid/Barcelona, 30 jul (dpa) – Pocos casos hay tan desafortunados como el del futbolista portugués André Gomes, quien hace dos años llegó al Barcelona como estrella y hoy se encuentra en un laberinto sin fácil escapatoria.
André Gomes sufrió el sábado una más de sus incontables desdichas. Debutó en pretemporada en mitad de muchos rumores sobre una eventual salida del equipo azulgrana, se lesionó y tiene para cerca de dos meses.
«Feliz cumpleaños, André Gomes. ¡Esperamos verte pronto de nuevo en el terreno de juego!», señaló hoy el Barcelona en su cuenta de Twitter para felicitar al jugador por sus 25 años.
Pero su cumpleaños hoy está lejos de ser «feliz». ¿Quién se atreverá a fichar o pedir cedido a alguien que ya comenzaría con retraso la temporada y que, además, arrastra unos precedentes tan inciertos durante su etapa en el Barcelona?
Qué lejos parece aquel 27 de julio de 2016, cuando el club azulgrana presentó a un futbolista avalado por su gran rendimiento en el Valencia. El Barcelona se ufanó de «robar» el fichaje al Real Madrid, también muy interesado en el portugués, y pagó el gusto con 35 millones de euros (más de 40 millones de dólares) y otros 20 en variables.
Entre esas cantidades fluctuantes estaba la posibilidad de ganar un Balón de Oro y a ello se refirió el entonces director deportivo del Barcelona, Robert Fernández, durante su presentación: «No es ninguna responsabilidad para él. Nos gustaría que esto ocurriera, sería un dato más para acertar. Pero si no ocurre, André, estate tranquilo, sabemos realmente el tipo de jugador que tenemos aquí y la evolución tranquila para demostrar sus cualidades».
«Tengo casi 23 años, tiempo para hacerme jugador y persona», dijo entonces el futbolista. Pero en este tiempo, y para desgracia del jugador y propio el club, no ocurrió ninguna de estas dos cosas.
Tres goles y cuatro asistencias es el pobre balance de André Gomes hasta ahora en el Barcelona. En la pasada temporada apenas disfrutó de 12 partidos como titular para un total de 1.194 minutos jugados saldados sin un solo gol y apenas una asistencia.
Y no sólo son los números, sino la sensación de angustia ofrecida por el futbolista cada vez que se ponía la camiseta azulgrana. Se trataba de un jugador «cortocircuitado». Los silbidos de la hinchada fueron una banda sonora devastadora para él.
En marzo de este año concedió una entrevista a la revista «Panenka» en la que confesó su angustia: «No me siento bien en el campo, no estoy disfrutando de lo que puedo hacer».
«Los primeros seis meses fueron bastante bien, pero luego las cosas cambiaron. Quizá la palabra no sea la más correcta, pero se volvió un poco infierno, porque empecé a tener más presión. Con la presión yo vivo bien, con lo que no vivo bien es con la presión para mí mismo», añadió.
Después de ser uno de los actores principales de la conquista de la Eurocopa 2016 con Portugal, ni siquiera fue convocado por su selección para el último Mundial.
Durante las últimas semanas se habló incesantemente del interés del Barcelona por traspasarlo e incluso trascendió la posibilidad de venderlo por una cantidad de 25 millones de euros. Ahora esta opción parece una quimera, y más después de su lesión. Algunas voces señalan que el propio estrés le pasó factura en su primer partido de pretemporada.
Por Alberto Bravo (dpa)
