Londres, 13 jul (dpa) – La estadounidense Serena Williams y la alemana Angelique Kerber se enfrentarán mañana en la final del torneo de Wimbledon con el objetivo común de reencender la llama de sus carreras tenísticas después de un complejo 2017.
Kerber conquistó sus dos títulos de Grand Slam en el Abierto de Australia y el US Open en 2016, cuando además perdió la final de Wimbledon ante su rival de mañana.
Pero tras la mejor temporada de su vida, la alemana de 30 años cayó en una sequía de títulos que duró toda la temporada siguiente.
«Creo que aprendí mucho sobre mí, sobre cómo soy», dijo Kerber tras alcanzar su cuarta final en Londres. «Estoy orgullosa de haber vuelto, sobre todo después de que el año pasado las cosas no fueran como esperaba. Ese era el objetivo este año, volver a las finales».
Por su parte, Williams se tomó una pausa en su carrera para dar a luz a su hija Olympia tras ganar su vigésimo tercer grande en el Abierto de Australia de 2017.
Sin embargo, no todo fue sencillo. La norteamericana de 36 años tuvo complicaciones en el posparto que, según escribió en un artículo, la tuvieron incluso cerca de la muerte.
«Hubo un momento en que apenas podía caminar hasta el buzón de mi casa», confesó la estadounidense tras vencer a la alemana Julia Görges en semifinales. «Hace un año aún estaba embarazada. Es algo que aún tengo que recordarme a veces. Es solo mi cuarto torneo desde el regreso».
La final del sábado será una buena oportunidad para las dos ex número uno del mundo de darle un nuevo impuso a sus carreras y retomar su rivalidad de 2016.
Kerber derrotó a Williams en Melbourne aquel año, mientras que la estadounidense se impuso luego en su último encuentro en Wimbledon para conquistar su séptimo título en la catedral del tenis.
Si conquista el título, Williams igualará además el récord de 24 grandes de la australiana Margaret Court. «Es solo un número», dijo la norteamericana, que no obstante no oculta su ambición: «Quiero conseguir tantos como pueda. Tengo que estar preparada para el partido de mi vida».
Por Nate Williams (dpa)