Moscú, 12 jun (dpa) – El protagonismo, para los jugadores. El actor principal, el balón. Esos dos conceptos resumen bien el ideario de Julen Lopetegui, el hombre elegido por el Real Madrid para dar continuidad a su ciclo más glorioso en décadas.
El club blanco anunció hoy para sorpresa de todos que Lopetegui será su nuevo entrenador cuando termine el Mundial de Rusia. Ahí está el técnico al frente de la selección española, donde está aplicando fielmente su filosofía.
Nacido en la localidad vasca de Asteasu el 28 de agosto de 1966, hijo de un levantador de piedras, Lopetegui inició su carrera deportiva como portero. No fue una gran estrella, pero siempre podrá decir que jugó en el Real Madrid (18989-1991) y en el Barcelona (1994-1997). Tras colgar los guantes en 2002 en el Rayo Vallecano, al año siguiente dio el salto a los banquillos y se hizo cargo del primer equipo rayista.
Después dirigió en las categorías inferiores del Real Madrid y en 2010 desembarcó en la federación española. Entrenó a las selecciones sub 19, sub 20 y sub 21, ganando dos Europeos. Ahí bebió del «tiki-taka» ideado por Luis Aragonés y moldeado después por Vicente del Bosque en la selección al tiempo que Josep Guardiola lo encumbraba en el Barcelona.
En 2014 le llegó su primer gran reto, entrenar al Porto. Esa primera incursión en el fútbol de clubes de élite acabó en fracaso a pesar de que por momentos ilusionó a la afición portuguesa con su juego de toque.
Después de que el Porto venciera 3-1 al Bayern Múnich en la ida de los cuartos de final de la Champions en 2015, la prensa lo encumbró como el «Guardiola II» y su nombre sonó incluso para dirigir al Real Madrid. En la vuelta, su equipo fue arrasado por 6-1.
En la ciudad portuguesa se vio posiblemente la versión más crispada de Lopetegui, un hombre de personalidad sosegada, poco dado a las estridencias.
«Sé que algunos de ustedes me quieren despellejar, cortar en trozos o en tiras y alimentar mentiras, pero el Porto no está tan mal», dijo a la prensa una vez cuando perdió el liderato.
Meses después de ser destituido en el Porto, Lopetegui recibió en julio de 2016 la llamada de la federación española. El ciclo glorioso de la mejor selección española de la historia estaba enterrado tras los fracasos del Mundial 2014 y la Eurocopa 2016.
No lo dudó ni un segundo. Aceptó el desafío y por ahora ha cumplido con creces. El técnico vasco no se propuso derribar para edificar, sino solidificar las estructuras oxidadas y fortalecer los pilares que todavía servían. Es decir: reiteró su confianza en la «vieja guardia» todavía útil -Sergio Ramos, Gerard Piqué, Sergio Busquets, David Silva o Andrés Iniesta- e incorporó talentos más jóvenes -David de Gea, Dani Carvajal, Isco, Marco Asensio o Saúl Ñíguez- para intentar volver a creer.
La clasificación al Mundial de Rusia la logró de forma brillante y España es ahora una de las grandes favoritas al título. El viernes debutará ante Portugal.
Cuando el Mundial ya sea historia para España y Lopetegui, el entrenador tendrá listo su nuevo despacho en la ciudad deportiva de Valdebebas. Ahí le espera quizás el mayor reto de su carrera: dar continuidad al ciclo ganador del Real Madrid, vencedor de las tres últimas Champions.
Algo cuenta de su parte. Tiene el «perfil» que triunfó en el Real Madrid en las últimas décadas. Los últimos entrenadores que ganaron Champions con el club blanco fueron Jupp Heynckes, Vicente del Bosque, Carlo Ancelotti y Zinedine Zidane. Ninguno usó la mano dura en el vestuario. Todo lo contrario. Como Lopetegui.
Así lo definió el futbolista brasileño Danilo cuando coincidió con él en el Porto. «Exige mucho, pero es también un compañero de los jugadores». ADN de técnico campeón.
Por Ignacio Encabo (dpa)