Lima, 11 abr (dpa) – El mismo año en que se proponía la creación de un Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), entraba en vigencia el Nafta. Era 1994 y parecía que los países americanos lograban avanzar hacia una consolidación y expansión comercial.
Hoy, sin embargo, el ALCA es considerado por muchos como un proyecto muerto, mientras que el Nafta (Tratado de Libre Comercio para América del Norte) se encuentra en pleno proceso de revisión, a veces condicionado por Donald Trump, su principal crítico y el impulsor de una renegociación que ha creado tensión entre México, Estados Unidos y Canadá.
Será en Lima, en la octava edición de la Cumbre de las Américas, donde los tres países norteamericanos se verán las caras en abierto desacuerdo comercial, y aunque no se esperan anuncios sobre el Nafta durante el evento, el tema estará presente debido a su importancia para las tres partes.
Trump ha dicho que se espera un acuerdo pronto y México lo ha secundado. «Hay una altísima probabilidad, hay un 80 por ciento», dijo el ministro de Economía mexicano, Ildefonso Guajardo. «Este esfuerzo deberíamos saber si vamos a ser capaces de cerrarlo a más tardar la primera semana de mayo».
Sin embargo, las negociaciones iniciadas en agosto se han visto constantemente golpeadas por las presiones y amenazas del mandatario estadounidense, que ha tratado a México más como un rival que como un socio comercial y que tildó al Nafta de «desastre».
Al mandatario le preocupa que las grandes compañías lleven sus plantas de producción a tierras mexicanas, donde la mano de obra es más barata y, por lo tanto, los costos de producción también disminuyen.
Su proteccionismo comercial no solo ha golpeado a sus vecinos -y principales socios-, sino a gigantes como China y también a América Latina.
El desdén de Trump hacia la región se ha manifestado sobre todo en temas como la migración -tildó de «violadores» a los inmigrantes mexicanos- y el narcotráfico, pero los anuncios de nuevos aranceles a las importaciones y su discurso hostil hacia lo extranjero ha generado que los países latinoamericanos busquen diversificar sus relaciones comerciales.
México, uno de los más afectados por los embates desde la Casa Blanca, busca desde el año pasado nuevos socios comerciales, así como estrechar lazos con los que ya lo son. Ha buscado acercarse a Canadá y está avanzando a grandes pasos en la actualización del tratado comercial con la Unión Europea, firmado en 2000.
Chile y Perú -anfitrión de la Cumbre de las Américas- se unieron a México, Canadá y otros siete países del Pacífico para firmar el histórico Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP, por sus siglas en inglés) y reducir así sus barreras comerciales, dejando fuera a Estados Unidos, que se retiró del proceso cuando Trump llegó a la presidencia.
La situación ha dado paso a una creciente influencia de China en la región, según expertos. El país asiático ha desplazado a Estados Unidos como principal socio comercial de Perú, Brasil y Chile, por nombrar algunos ejemplos. Uruguay lo tiene como segundo aliado principal.
Precisamente, uno de los objetivos de Trump en la Cumbre era promocionar a Estados Unidos como «socio preferente» en América Latina, un intento por contrarrestar el auge chino en la región. Aunque el mandatario no estará presente, será el vicepresidente, Mike Pence, quien lleve su mensaje.
El tema comercial quizás no sea un punto central de la Cumbre de las Américas en Lima, pero es un tema importante para un continente que busca sostener su crecimiento y desarrollo económico. También será la oportunidad de Estados Unidos de retomar su protagonismo en el hemisferio.
Por Carmen Peña (dpa)