(dpa) – Una piscina de bolas, un túnel, líneas marcadas con cinta adhesiva roja y blanca y CDs reflectantes son los principales elementos con los que Margit Kunzelmann construyó en su jardín un patio de recreo y una guardería para perros, especialmente para su tercera camada de Lagotto Romagnolos, especialistas en la búsqueda de trufas.
Cinco cachorros de pelo rizado retozan en el recinto vigilado de su jardín en Bensheim, en el estado federado de Hessen, en el centro de Alemania. Kunzelmann se asegura de que los perros tengan un entorno lo más variado posible desde que nacen. «Las primeras 16 semanas son decisivas para sus vidas», dice.
Marie Nitzschner, bióloga del comportamiento de Leipzig, explica que durante esta «fase sensible», los perros tienen experiencias de aprendizaje muy profundas. «Si un perro tiene una cantidad adecuada de experiencia en esta fase, recurrirá a ella durante el resto de su vida», asegura.
Sin experiencia, los perros cometen errores
Si el perro no conoce determinadas cosas, no puede reaccionar correctamente frente a las impresiones que recibe. Así es como crece el peligro de que desarrolle miedos u otros problemas de comportamiento. Los futuros propietarios deben saberlo cuando buscan un criador, pero también cuando ya tienen el animal.
No hay unanimidad sobre cuándo un perro alcanza la fase de socialización. La mayoría de expertos la sitúan entre la sexta y la decimosexta semana de vida.
Pero las semanas anteriores son «muy importantes», dice Celina del Amo, autora y veterinaria especializada en terapias conductuales de Neuss, cerca de Düsseldorf, en el Oeste de Alemania. «Cada semana de vida, los cachorros aprenden a distinguir mejor lo que les es familiar de lo que no lo es», añade.
En la casa de Margit Kunzelmann los cachorros crecen y se familiarizan con olores, tactos y ruidos como el de la aspiradora, el teléfono o el timbre de la puerta. Pero el contacto con los humanos tiene una gran importancia, destaca la criadora.
«Es muy importante tocar a los cachorros y tenerlos en brazos, dejarlos lamer o mordisquear, aunque lo único que está prohibido es morder en la mano», destaca.
Conocer los sonidos de los niños y del cortacésped
A partir de la cuarta semana de vida, el criador deja que los pequeños Lagotto salgan al jardín para que puedan familiarizarse con el césped y los sonidos del exterior. Más tarde, los cachorros reciben la visita de grupos de niños o de sus futuros dueños. Kunzelmann también sale de excursión a pie o en coche con ellos.
En el nuevo recinto, los cachorros buscan un lugar adecuado para dormir, y allí aprenden a reconocer el sonido de un cortacésped, algo que los perros percibirán después como algo normal.
Organizar esta especie de guardería para cachorros representa un trabajo enorme para los criadores, por eso los futuros propietarios deben prestar mucha atención a estos detalles cuando van a comprar uno. Criarlos no solo requiere mucho tiempo, sino también dinero, por eso algunos criadores apenas obtienen beneficios con ello.
Crecer en una perrera oscura puede tener consecuencias
La situación es muy diferente en el caso de los llamados multiplicadores, criadores de razas populares a gran escala. A menudo no dan importancia a una buena socialización, por lo que un cachorro que crezca en una perrera oscura puede vengarse más tarde.
Los criadores suelen entregar los cachorros a sus futuros propietarios entre la octava y la décima semana de vida, pero el trabajo de socialización debe continuar. «Los dueños deben familiarizar al perro joven con todo lo que le espera al animal», dice Nitzschner.
El contacto con otros perros es importante. Y si el entorno es el de una ciudad grande, los paseos en transporte público, como autobús, metro o tranvía, puede ser parte de su nueva vida. Sin embargo es importante no obligar al animal a acostumbrarse a cosas nuevas con prisas.
Por Fabian Busch (dpa)