Wurzburgo (dpa) – Asmen está enamorado. Pletórico de alegría le dice a su padre que está comprometido. El padre está encantado y orgulloso de su hijo: llevan tres años en Alemania y en breve Asmen será ascendido en el trabajo. Pero cuando escucha el nombre de la futura esposa le cambia el humor: Claudia. Su hijo quiere casarse con una mujer alemana no musulmana. El mejor amigo de Asmen también está horrorizado y le aconseja que Claudia se convierta al islam.
La escena entre Asmen, su padre y su mejor amigo es un juego de rol en el taller contra la radicalización «Reconsidera – La libertad comienza en la cabeza». Unos 15 alumnos de un curso de integración laboral de una escuela de formación profesional en Wurzburgo (Baviera), todos refugiados o migrantes, observan el juego de rol y debaten entre sí. «El amor no conoce fronteras», dice un estudiante. Pero después de pensarlo un poco más, añade: «pero si Claudia es cristiana, pueden surgir problemas en la educación de los niños».
Las relaciones de pareja entre personas que profesan distintas religiones es uno de los temas que tratan los juegos de rol de «Reconsidera». La estructura patriarcal o el antisemitismo son otros de ellos. En dos clases de hora y media de duración respectivamente, jóvenes refugiados y migrantes deben lidiar con patrones de pensamiento y valores.
El Ministerio del Interior del estado federado de Baviera promueve este taller que se lleva a cabo desde finales de 2017 en escuelas de formación profesional y ocasionalmente en escuelas de idiomas de la región. Alrededor de 1.000 refugiados de entre 17 y 20 años de edad han participado ya en este seminario.
La responsable de Integración del Gobierno alemán, Annette Widmann-Mauz, visitó recientemente el taller que se lleva a cabo en Wurzburgo. Bajo el lema «Alemania puede integrar», Widmann-Mauz recorrió el país durante tres días. «Nuestras normas de convivencia, nuestro fervor por nuestra democracia y nuestro estado de derecho deben ser comunicados desde el principio a todos los que viven aquí. Esa es la mejor prevención», enfatizó.
Detrás de «Reconsidera – La libertad comienza en la cabeza» se encuentra el berlinés Ahmad Mansour y su «Iniciativa Mansour para la promoción de la Democracia y la Prevención del Extremismo». Nacido en Israel como hijo de una familia árabe, Mansour es un experto en islamismo.
El estado de Baviera se interesó por «Reconsidera» en un primer lugar para evitar la radicalización en las cárceles.
En el taller de las escuelas de formación profesional, los jóvenes deben enfrentarse a situaciones de conflicto cotidianas. «La emotividad es muy alta en todos los temas», explica la portavoz Beatrice Mansour. «A veces se producen debates acalorados». Está previsto que un programa similar se inicie próximamente en el estado de Brandeburgo.
Según informa «Iniciativa Mansour», las reacciones de los participantes en el taller son positivas. Sin embargo, no existe una evaluación externa ni una comparación con otros proyectos.
«Reconsidera» no es el único proyecto de prevención. Sólo el programa federal «Vivir la democracia» enumera casi 50 proyectos modelo que tratan el tema de las orientaciones islámicas. «Es difícil decir cuál de ellos es el mejor, sus objetivos y alcances a menudo difieren considerablemente», comenta Julian Junk, investigador de radicalización de la Fundación del Estado de Hesse de Investigación sobre Paz y Conflictos del Instituto Leibniz.
Según Junk, la diversidad es importante. Algunos proyectos están dirigidos a las escuelas, otros a los presos y otros a divulgadores como docentes y pedagogos. Sin embargo, en el marco del Programa Nacional de Prevención contra el Extremismo Islamista hay debates sobre la manera de medir y aumentar la eficacia de los proyectos de lucha contra la radicalización.
Michael Kiefer, del Instituto de Teología Islámica, considera importante que las medidas no se dirijan sólo a subgrupos, como por ejemplo solo a algunos estudiantes de un instituto. «La prevención es difícil cuando la gente siente que puede ser etiquetada», observa Kiefer. Nadie quiere ser considerado sospechoso o problemático dentro de su propio colectivo.
En el taller de Wurzburgo, la mayoría de los jóvenes participantes percibe que papel del padre que rechaza a su hijo porque tiene una novia cristiana es problemático. En algún momento uno de ellos dice: «Alemania nos ha aceptado como somos, musulmanes».
Por Vanessa Köneke (dpa)
Foto: Nicolas Armer/dpa