El arte puede ser concebido desde dos puntos de vista, como remedio a una inquietud personal, algo que se realiza solo y exclusivamente para buscar placer intelectual, el gusto por el recreo en lo puramente creativo, sin intención de compartir con terceras personas ni de hacer ostensible ni visible el trabajo realizado, excepto para uno mismo, y aquel otro que necesita de un espectador ajeno al artista, de la creación de la obra, la contemplación de un público, sin el cual la actividad artística no tiene sentido.
En el sentido estricto, el artista crea una obra, en un principio para su propia satisfacción, pero si se quiere vivir de esta forma, se ha de ofrecer como producto de consumo, donde adquiera un valor que permita al artista vivir de su obra. Pero, por otro lado, si no existe más pretensión que el simple entretenimiento, lo que buscamos es dar respuesta a inquietudes personales, el desarrollo de capacidades manuales y creativas que nos ayuden a decorar, a mejorar nuestros espacios, sin tener que mostrar ni demostrar a ninguna otra persona más que a uno mismo.
El arte en la intimidad
En relación a este arte manual, íntimo y personal, que no necesita ni requiere más que de una sola persona, el propio artista, para llevarlo a cabo, podemos incluir casi todas las artes existentes, siempre y cuando la intención del creador no sea otra que la del consumo de su tiempo y el beneficio de su sensaciones, sin necesidad de ir más allá.
Pero, como norma habitual, es en las manualidades y en el bricolaje donde encontramos las mayores posibilidades de creación. No tenemos por qué ajustarnos a las actividades artísticas clásicas, como la pintura, la escultura, la danza, la música, el cine… aunque también podemos hacerlo, si así lo deseamos.
Es en el campo de las artesanías y las creaciones Diy donde localizamos muchas oportunidades para el artista, en concreto con las técnicas DIY, del inglés Did it yourself, podemos hacer desde un bolso de crochet, hasta cajas de frutas decoradas y usadas como estanterías. Las posibilidades son infinitas, solo la imaginación y las capacidades manuales del creador podrán poner coto a todo lo que se puede hacer con estás técnicas, que además nos sirven para reciclar, para vestirnos, para decorar todo tipo de espacios e incluso para crear objetos útiles de uso común.
Por su parte, al bricolaje, aunque en un principio podamos pensar que solo es para arreglar objetos, para el mantenimiento del hogar, para crear objetos útiles, podemos darle una vuelta a cualquiera de estas opciones y crear un elemento artístico, ya sea tallando la madera, dándole forma a los hierros, pintando de forma creativa cualquier cosa que arreglemos. Todo absolutamente tiene un lado artístico y de cada uno de nosotros depende encontrarlo y crearlo.
El arte para el espectáculo
Por otra parte, encontramos al artista que quiere vivir de sus creaciones, el que siente la necesidad vital de crear obras y cualquier otra cosa que haga la considera perder el tiempo y su valor como persona, y al artista que recrea una obra que solo cumple con la calificación de obra de arte si tiene un público frente a él, como puede ser el teatro, la danza…
El arte para el espectáculo lleva incorporada la necesidad de ser un gran organizador, pues siempre llevará añadido cierto número de elementos para llevar a cabo la función, sea esta un concierto, un teatro, una performance, un recital… los altavoces y mesas de mezcla para un buen audio, iluminación con focos y fuentes de luz, Pantallas led para eventos culturales, y un sinfín de aparatos electrónicos para que el espectáculo cobre mayor intensidad y espectacularidad o la forma determinada que necesite el artista, ni más ni menos
En estos casos se necesita la presencia del espectador, de un receptor in situ que reciba la obra mientras esta se desarrolla, cumpliendo la misión de ser a tiempo real y con una duración determinada, pero hay otras actividades artísticas que necesitan de un receptor para verse completa, aunque no tengan la necesidad de la inmediatez ni de la presencia física.
La literatura, la pintura, el cine, la fotografía… son artes que, una vez creadas, podrán ser contempladas y valoradas por un público interesado. Serán los propios espectadores quienes determinen la validez de la obra, aunque esta esté sometida a diferentes baremos, como pueden ser la tendencia, la moda, el nivel de cultura e incluso el nivel adquisitivo.
En este tipo de trabajos artísticos, aunque nacen del interior creativo y la capacidad creadora del artista, será la sociedad y el tiempo quienes le ofrezcan el valor tanto material como inmaterial a la obra. Una creación artística no tiene por qué ser valorada en el momento de su creación, de hecho esto es algo que ocurre pocas veces, excepto quizás, en el campo de la literatura, donde sí encontramos grandes escritores que vivieron el éxito de sus libros, pero, como decimos, hay innumerables ejemplos de artistas que murieron pobres para que años después su obra se cotizase a precios astronómicos.