Berlín (dpa) – El autobús a Leipzig sale temprano. A bordo viajan unos 50 aficionados del Tennis Borussia Berlín (TeBe) para asistir a un partido del Roter Stern (Estrella Roja) Leipzig. Otros tantos llegan a la ciudad sajona por otra vía.
Los visitantes no viajan para ver jugar a su equipo, que milita en la Oberliga (quinta división) del fútbol alemán, ni siquiera presenciarán un partido de la Bundesliga, ya que el Roter Stern Leipzig juega en la liga regional norte, la cuarta división.
Esta vez los sajones enfrentarán al Zwenkau, un encuentro irrelevante para los aficionados del TeBe.
Pero desde hace varios meses, la manera de protestar de los simpatizantes del Tennis Borussia Berlín contra el presidente y patrocinador del club es acudir a otros partidos. La «caravana del amor» incluye 17 fechas.
«Un pequeño y comprometido grupo de aficionados busca temporalmente un club que tenga una cultura democrática y se manifieste en contra del racismo, el sexismo y la homofobia», publicaron los hinchas del TeBe en un anuncio en los diarios a principios de febrero.
Le habían dado la espalda a su club porque ya no se sentían respetados y bienvenidos.
Ahora están pensando en una nueva estructura e incluso en fundar un nuevo club en el verano, según confirmaron varios de los aficionados activos a dpa. De esta manera seguirán el ejemplo de otros grupos de hinchas que se alejaron de sus clubes, como en Manchester, Wimbledon, Salzburgo, Leipzig o Hamburgo.
El caso del antiguo club de la Bundesliga refleja a pequeña escala cómo los aficionados a menudo ya no se sienten tenidos en cuenta en el fútbol moderno.
Los seguidores del TeBe acusan al presidente de la junta directiva y mecenas Jens Redlich de haberse apoderado del tradicional club de Berlín-Charlottenburg, fundado el 9 de abril de 1902 originalmente como un club de tenis y de tenis de mesa.
Cuando los aficionados trataron de ganar más influencia y recuperar el control en el consejo de supervisión del club, la situación se agravó durante una turbulenta asamblea general a finales de enero. Más del doble de personas de lo habitual se encontraban en la sala y había muchas caras que los fans no habían visto nunca.
Con la ayuda de numerosos miembros nuevos, que se habían afiliado poco antes al club y que de inmediato fueron provistos de cuatro votos cada uno, fueron elegidos cinco candidatos de Redlich al consejo de supervisión en lugar de las personas nominadas por los aficionados.
La asamblea terminó a las trompadas y con el quiebre. Desde entonces, entre 100 y 200 simpatizantes del TeBe han estado en una gira constante, visitando a otros rivales berlineses como el Makkabi, el Hansa 07, Tasmania Berlín, pero también al homónimo Tennis Borussia Rampach de Wiesbaden o justamente al Estrella Roja de Leipzig.
«Para mí no son aficionados, son mercenarios. Si amas a tu club, no le puedes dar la espalda», enfatizó Jens Redlich, gerente de una cadena de gimnasios.
Hace tres años Redlich se unió como patrocinador al club, que una vez más se encontraba en dificultades financieras. Desde entonces el conflicto entre ambas partes fue escalando.
Los simpatizantes acusan a Redlich de dirigir el club de manera autocrática y no tolerar otras voces.
«Se están creando estructuras basadas en un solo hombre y no en una base más amplia», afirmó Christian Rudolph, miembro de la hinchada activa del club (TBAF).
«Pero al final seremos nosotros los que todavía estemos allí para pagar los platos rotos», agregó. En los últimos años, sobre todo los aficionados activos lograron reconstruir el club tras dos quiebras.
Al parecer Redlich invirtió 2,5 millones de euros (2,7 millones de dólares) en el TeBe, en el cual jugó de joven, según sus propias declaraciones. «Si doy tanto dinero también debo tener un cargo desde el cual pueda supervisar lo que pasa», justificó su nombramiento.
Entretanto, Redlich ya está involucrado en todos los procesos cotidianos del club, canceló la deuda total y aseguró que para ascender a la liga regional se necesitaban estructuras más profesionales.
«Es posible que los temas de los fans jueguen un papel en el estadio, pero no en la gestión del club», aseveró el berlinés, advirtiendo contra la politización de la entidad.
En su opinión, entre 20 y 40 seguidores de «izquierda y extrema izquierda» constituyen el núcleo de la protesta. Esto perjudica la reputación del club que participa en la quinta liga del fútbol alemán, apunta.
Harald Beckmann, quien es socio del TeBe desde 1975, expresa lo mucho que esta disputa está destrozando al club: «Estoy dividido. Por un lado se necesita el dinero, un patrocinador, y por otro el equipo tiene su identidad a través de la hinchada».
Aunque Redlich asegure que los hinchas renegados pueden volver al estadio Mommsen en cualquier momento, al menos por ahora eso está fuera de discusión.
Un regreso sólo es posible con la renuncia de Redlich, asegura la mayoría de los aficionados. Algunos incluso preferirían que el TeBe, actualmente segundo en la clasificación, no lograra de nuevo el ascenso a la liga regional.
Nadie sabe si la «caravana del amor» continuará. «La gira es una buena manera de mantenernos unidos como hinchada por el momento», aseguran algunos, aunque seguro más de uno quedará por el camino. Todos coinciden sin embargo, que en algún momento esperan volver al TeBe. «Al fin y al cabo es nuestro club».
Por John Hennig (dpa)
Foto: Christoph Soeder/dpa