Madrid/Barcelona, 25 nov (dpa) – Después de dos semanas acumulando sucesos y críticas negativas, Ousmane Dembélé reaccionó a su manera con una actuación tan decisiva como imprevisible que propició el empate del Barcelona ante el Atlético de Madrid en la Liga española de fútbol.
Nada de lo que hay alrededor del delantero francés es normal. Ni en su vida deportiva ni en la extradeportiva. Como tampoco fue normal cómo obtuvo una tregua a una situación más que difícil.
Su técnico, Ernesto Valverde, lo castigó hace dos semanas excluyéndolo de la convocatoria al no presentarse a un entrenamiento alegando una gastroenteritis de la que muchos dudaron. Pero al entrenador del Barcelona no le quedó más remedio que recurrir a él a 11 minutos del final del partido ante el Atlético y el francés logró el gol del empate.
Lo hizo a su manera: realizando un quiebro quizá innecesario dentro del área y definiendo entre las piernas del arquero Jan Oblak. Un gol más un punto de oro para su equipo.
El diario deportivo «Sport» recordó hoy que Dembélé es estadísticamente el jugador más decisivo del Barcelona, pues de sus cinco goles en la Liga española, cuatro aportaron seis puntos a su equipo, mientras que el de la Supercopa de España contra el Sevilla decidió el título para los azulgrana.
«En la ‘semana Dembélé’, el francés habló en el campo», sugirió «Mundo Deportivo».
Efectivamente, fueron días en los que todos hablaron del francés, generalmente para mal. Hasta su casero en Dortmund, cuando jugaba en el Borussia, lo demandó por desperfectos en su hogar.
Se comentó su inadaptación y compañeros como Gerard Piqué o Luis Suárez le recordaron que debe ser más profesional, tanto dentro como fuera del campo.
Valverde le levantó el castigo, aunque seguramente fuera por necesidad, y Dembélé recordó a sus hinchas que es un jugador con enormes condiciones, con talento y con cosas diferentes a muchos otros jugadores.
Ahora lo que falta por ver es si su reivindicación en el Wanda Metropolitano tiene continuidad. En el caso del francés, ahora mismo es muy fina la línea que separa el éxito del fracaso.
Por Alberto Bravo (dpa)