150 años del nacimiento de la peseta

Madrid, 17 oct (dpa) – Tras sobrevivir a una revolución, dos repúblicas, varios reinados, una cruenta guerra civil y una dictadura de casi 40 años, la peseta desapareció de los monederos de los españoles a principios de 2002 al ser sustituida por el euro, pero todavía hoy permanece viva en la memoria colectiva del país.

El viernes se cumplen 150 años de su nacimiento y, aunque ya existe una generación que nunca pagó con ella, en España quedan ciudadanos, especialmente los más mayores, que siguen «pensando en pesetas». Es decir, que multiplican por 166,67 cualquier precio en euros.

Durante sus más de 130 años de vida, la peseta recibió apodos como «rubia», «perra chica», «perra gorda» o «pela» y dio lugar a palabras como «pesetero», adjetivo que aún recibe hoy quien da «mucha importancia al dinero», según la Real Academia Española (RAE).

«La historia de la peseta es, en buena parte, la historia de los hombres y mujeres españoles que entraban en el mundo moderno», explicaba la Fábrica Nacional de la Moneda y Timbre en un texto publicado con motivo de la entrada en vigor del euro.

La peseta nació oficialmente como unidad monetaria el 19 de octubre de 1868 por decreto del Gobierno provisional implantado en España tras el derrocamiento de la reina Isabel II, poniendo fin así a otras denominaciones como el maravedí, el real o el escudo.

España quiso emular a Francia y decidió instaurar una moneda nacional (sin la efigie de la reina derrocada). Siguiendo los dictados de la Unión Monetaria Latina, a la que el país finalmente no se adhirió, se impuso el sistema métrico decimal como base para la economía.

De forma paralela a la peseta surgió, además, la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre (FNMT), ya que el Gobierno provisional decidió cerrar las casas de la moneda que existían en distintos puntos del país para centralizar la producción en Madrid.

Sin embargo, parece ser que la peseta ya circulaba en la región de Cataluña desde antes de la guerra de la independencia (1808-1814).El término tampoco era nuevo. Durante el reinado de Isabel II los españoles se expresaban en «pesetas» y «medias pesetas».

Sobre su origen etimológico, algunas fuentes consideran que procede del catalán «peceta», diminutivo de la palabra «peça» (pieza).

A lo largo de las décadas, de forma paralela a los acontecimientos políticos y sociales que marcaron la historia, la peseta fue evolucionando y variando en tamaño, forma, material y grabado.

La primera pieza acuñada mostraba en el anverso la figura de Hispania recostada sobre los montes Pirineos (frontera entre España y Francia) con una rama de olivo en la mano. Sobre la imagen, la leyenda «Gobierno provisional» en lugar de «España», como figuraba ya en las siguientes versiones. Debajo, el año de acuñación: 1868.

En el reverso de las monedas de plata constaba el escudo de España con la inscripción del valor, mientras que en las de bronce destacaba un león sosteniendo dicho escudo. El animal, confundido con un perro por la población, dio origen a la expresión popular «perra gorda» y «perra chica» para referirse a las piezas de diez y cinco céntimos.

En las últimas décadas del siglo XIX y a lo largo de todo el siglo XX, sobre las pesetas se grabaron las efigies de los monarcas Amadeo de Saboya, Alfonso XII, Alfonso XIII; la de una mujer que representaba a la República; la del dictador Francisco Franco, y la del rey Juan Carlos I y su hijo, actualmente el rey Felipe VI.

Pero la peseta también sufrió convulsiones. Entre 1936 y 1939, la guerra civil española dio lugar a dos monedas enfrentadas, una por cada uno de los bandos que lucharon en la contienda. En 1937 se acuñó por primera vez la peseta en metal no precioso, una aleación de cuproníquel que otorgaba a las piezas un color tan dorado que le valió el sobrenombre de «rubia». Un año después, el Gobierno de la República llegó a imprimir moneda en cartón sellado.

Las monedas de peseta tuvieron pronto un hermano mayor: el billete, de cuya impresión se ocuparon inicialmente el Banco de España y distintas empresas extranjeras. El llamado «papel moneda» llegó por primera vez en pesetas en 1874, coincidiendo con la concesión al Banco de España del derecho en exclusividad a emitir billetes, hasta entonces compartido con otros bancos provinciales.

La primera emisión que imprimió la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre fue en 1940, aunque la decisión oficial la tomó el Gobierno un año después, dotando a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre de los medios necesarios para acometer esta tarea y evitar la dependencia de empresas extranjeras en una cuestión de tanta trascendencia.

En los billetes, la iconografía fue más variada e incluyeron a personalidades destacadas, actividades económicas e incluso ideales y valores. La más representada fue la del pintor Francisco de Goya.

Los españoles conservan todavía hoy pesetas por valor de más de 1.600 millones de euros, según datos del Banco de España. Podrán canjearlas hasta finales de 2020, aunque todo apunta a que muchas monedas y billetes seguirán guardados como tesoros por los nostálgicos.

Por Ana Lázaro Verde (dpa)