COPENHAGUE (dpa) – Los críticos de la gastronomía ya han elegido tres veces al «Noma» en Copenhague como el mejor restaurante del mundo. También están dando importantes impulsos a la nueva moda marcas como Acne de Suecia o Wood Wood de Dinamarca. Si hoy en día se quiere disfrutar de algunas de las cosas bonitas de la vida, ya no es necesario viajar a Londres o París. Otras ciudades, como Copenhague, Estocolmo, Helsinki u Oslo, muchas veces incluso inspiran más. Sobre todo cuando se trata del amueblamiento de la vivienda, los escandinavos van nuevamente a la cabeza.
«El diseño escandinavo ha encontrado una nueva identidad, conforme a la época actual», explica Sten Rasmussen, propietario de Scandinavian Objects en Berlín. Su negocio representa el nuevo estilo de forma muy acertada: adentro, el ambiente no está recargado, pese a la gran cantidad de productos expuestos en un espacio pequeño. Todo está combinado de manera armoniosa, nada se impone.
El cliente puede sentarse en una mesa de la serie Pirkka del diseñador finlandés Ilmari Tapiovaara. En la pared hay una estantería «String», muy popular en el norte de Europa, del diseñador Nils Strinning. En las baldas de la estantería pían los pájaros de culto, hechos de madera, del diseñador danés Kay Bojesen: «Kay», «Ruth», «Peter», «Sunshine» y «Pop».
Muchos de los muebles o lámparas se venden en el mercado desde hace décadas. Otros fueron desarrollados por jóvenes fabricantes y diseñadores del norte de Europa. Los clásicos del diseño tienen un aspecto no menos moderno que los productos nuevos. Las formas sencillas, funcionales son intemporales.
En los tiempos de los turbulentos posmodernos, el diseño escandinavo había pasado completamente de moda. Sin embargo, desde fines del siglo pasado y principios del nuevo milenio, los sencillos muebles de madera volvieron a ser un éxito. «Hoy en día, los clientes quieren algo auténtico», explica Mirkku Kullberg, presidenta del fabricante finlandés Artek. «Esto también se debe a la incertidumbre económica y a la arbitrariedad cada más mayor en el diseño. La gente quiere saber dónde está el origen. Los productos tienen que tener una historia».
El estilo escandinavo está viviendo un renacimiento, también porque cuestiones como la sostenibilidad y la ecología han adquirido tanta importancia. Y es que los fabricantes utilizan maderas de alto valor de los bosques de sus propios países. «La generación joven mantiene una actitud más crítica hacia el consumo. Quieren productos que representen una ética, que sean duraderos y que tengan un alto valor», dice Kullberg.
El diseño en Escandinavia se apoya en el consenso y está menos marcado por la importancia del estatus social», explica Sven Ehmann, coeditor del libro «Northern Delights». Las casas que se ven en ese libro están amueblados con mucho gusto. Sin embargo, el lujo no está en el centro. Los interiores nunca tienen un aspecto extravagantemente elegante. Según Ehmann, el estilo escandinavo es sinónimo de un «discreto modernismo».
El diseño no pretende ser revolucionario, sino que quiere mejorar la vida de la gente. Este estilo de amueblamiento nada espectacular responde claramente a las necesidades de nuestros tiempos, marcados por la incertidumbre económica y la arbitrariedad en el mercado del diseño.
Por Peter Steinhauer