Victoria en Gamonal : La resistencia ciudadana doblega al alcalde

5846876wMadrid, 17 ene (dpa) – Los vecinos de Gamonal, el ya famoso barrio obrero de Burgos, se alzaron hoy con la victoria definitiva. El alcalde de la ciudad del norte de España, Javier Lacalle, anunció la paralización definitiva de la construcción del bulevar que desató una ola de protestas ciudadanas sin precedentes hace una semana.

«A partir del lunes se cerrarán las obras, confiamos en que desaparezca la tensión», proclamó el político, del Partido Popular (PP) de Mariano Rajoy, en una rueda de prensa esta tarde. «Es mucho más importante la convivencia».

Lacalle cambiaba de criterio apenas unas horas después de que el ayuntamiento frente al que se encuentra rechazara en un pleno la paralización total del proyecto urbanístico gracias a la mayoría que tiene su partido y con la oposición en contra. Junto al edificio, dos millares de vecinos se manifestaban y pedían su dimisión.

Los vecinos de Gamonal, donde viven unos 70.000 de los 180.000 habitantes que tiene Burgos, se han convertido en un ejemplo de resistencia y contestación ciudadana ante el poder político.

Ello en un país que no ha salido aún de la dura crisis económica que atraviesa desde 2008 y que ha dejado al descubierto desmanes y errores de gestión de las clases dirigentes.

En tiempos de penuria económica y recortes de servicios públicos, consideraban excesivamente costosa la construcción del bulevar, de 8,5 millones de euros.

El proyecto, además, iba a acabar con plazas de aparcamiento gratuitas en el barrio, mientras que debajo se iba a construir un parking de pago. Y las obras estaban a cargo de la empresa de un constructor a quien se relaciona con la «red Gürtel», la mayor trama de corrupción en la reciente historia de España.

«Es imposible ejecutar el proyecto en estas condiciones», dijo esta tarde el alcalde de Burgos. Lacalle aseguró sin embargo que «el bulevar no ha sido el problema», sino «la excusa» de los disturbios y aseguró que las empresas encargadas de las obras llegaron a recibir «presiones» en sus propias sedes.

El gobierno de Mariano Rajoy, por su parte, intentó desligar la protesta de la situación económica por la que pasa España y, sobre todo, de los drásticos recortes que aplica para rebajar el déficit público.

«La sociedad española ha estado a la altura de las circunstancias», decía hoy mismo Rajoy, al ser preguntado por lo que ocurría en Gamonal en una rueda de prensa en La Moncloa. «Una parte muy importante de los españoles ha entendido que si el gobierno tomaba esas decisiones (los recortes) no lo hacía por capricho, sino porque era lo que necesitaba la economía española».

Su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, fue incluso más explícita: «Todos los indicadores ven una recuperación económica que no sé si casa mucho con las protestas sociales», decía, aludiendo a incipientes brotes verdes en la crisis.

Hay sin embargo analistas que hablan de un descontento general por una situación que se alarga ya mucho en el tiempo y que cocina un caldo de cultivo, que predispone a los ciudadanos a lanzarse a la protesta cuando salta una mecha.

El propio portavoz del gobierno regional de Castilla y León, la región a la que pertenece Burgos y donde gobierna también el PP, admitía esta semana que lo que ocurría «tiene mucho que ver con lo que la sociedad está sufriendo, con una crisis muy prolongada».

Hace una semana, cuando comenzaron las obras del bulevar, los vecinos de Gamonal, un barrio en el que se ceba el desempleo, llevaron al límite su oposición, protagonizando sonadas protestas que el fin de semana acabaron con disturbios y dejaron casi medio centenar de detenidos.

El miércoles, las protestas en apoyo al barrio burgalés se extendían a otros lugares de España, llevaban a hablar de «efecto Gamonal» y sugerían paralelismos con el 15M, por el sentimiento de solidaridad que se despertó y la importancia de las redes sociales para la convocatoria de protestas y la adhesión a la causa.

«¡Todos somos Gamonal!», se gritó en Madrid en las manifestaciones del miércoles y jueves, que tuvieron su lado oscuro en los disturbios con los que terminaron y en los enfrentamientos con la policía, en los que hubo un total de 15 detenidos.

El número de participantes en las concentraciones de apoyo estuvo sin embargo muy lejos de las mareas de indignados que protestaron en España en mayo de 2011. En la Puerta del Sol de Madrid apenas se reunió un millar de personas cada día.

Para hoy viernes se habían convocado más varias ciudades del país y las fuerzas de seguridad no solo temían más disturbios en ellas, sino también que el barrio burgalés se llenara este fin de semana de gente de fuera desplazada hasta allí para apoyar a los resistentes.

Las fuerzas de seguridad hablaron en varias ocasiones de «grupúsculos» de extrema izquierda que se infiltran entre los manifestantes para agitar el descontento y convertirlo en violencia.

Por Sara Barderas