No siempre que encontramos una buena oportunidad para adquirir un inmueble contamos con la solvencia suficiente como para comenzar a pagar la hipoteca de forma inmediata.
Es posible que ya tengamos fondos suficientes para pagar la entrada o el importe mínimo que el banco no nos financie pero necesitamos un poco de margen para afrontar las cuotas mensuales.
Es aquí donde entra en juego el periodo de carencia de las hipotecas.
Como en cualquier otro préstamo, el periodo de carencia nos permite aplazar el momento en el que comenzamos a devolver el importe recibido por la hipoteca de nuestro nuevo inmueble.
Debes tener en cuenta que, tratándose de hipotecas, lo más habitual es poder contar con un periodo de carencia de amortización; es decir, no tener que comenzar a devolver inmediatamente la parte correspondiente al importe recibido, no así lo que se refiere a los intereses, los cuales sí habrá que empezar a pagar.
En los casos excepcionales en los que se logra un periodo de carencia total, el cliente está libre de cualquier obligación de pago durante un tiempo determinado.
Ahora bien, ¿realmente resulta recomendable solicitar este plazo extra?
En este artículo, vamos analizar todas las ventajas y desventajas de los periodos de carencia en las hipotecas.
Ventajas de la carencia en las hipotecas
Desahogo económico en un momento de poca solvencia
Los periodos de carencia pueden solicitarse tanto al comienzo, como en cualquier momento de la vida de la hipoteca.
Su principal objetivo es proporcionar cierto desahogo económico al cliente hipotecado a la hora de hacer frente a sus obligaciones económicas.
Cuando la carencia se solicita al principio del contrato.
Resulta útil porque, de esa manera, el cliente puede destinar la mayor parte de sus fondos económicos a los gastos que pueda implicar comprarse una nueva casa. Al fin y al cabo, además del propio inmueble, puede ser necesario comprar mobiliario, pagar el seguro del hogar, hacer reparaciones o reformas, etc.
El hecho de tener que empezar a pagar las cuotas íntegras de las hipotecas podría ser un poco asfixiante.
Cuando la carencia se solicita con posterioridad a la contratación de la hipoteca
Suele deberse a la aparición de algún tipo de improvisto o situación que limita o reduce la solvencia económica del hipotecado.
Con el fin de dar tiempo para que éste pueda resolver el problema, el periodo de carencia le alivia de la carga económica de tener que pagar la hipoteca. Una vez resuelto el problema, se reinicia el pago de las cuotas de amortización.
Posibilidad de invertir en productos que generen un mayor rendimiento económico
En una época en la que los intereses de las antiguas hipotecas se han reducido enormemente, determinados clientes pueden considerar interesante solicitar un periodo de carencia, para destinar su liquidez a productos de ahorro que les generen un mayor rendimiento económico que los intereses extra que tendrán que pagar por su hipoteca.
Desventajas de la carencia en las hipotecas
Acumulación de intereses a pagar
El hecho de postergar el pago de la hipoteca afecta, por supuesto, a los intereses que tendremos que pagar sobre el capital que nos han prestado. Al fin y al cabo, estamos ampliando el plazo de devolución de la hipoteca.
Esta situación termina por encarecer el precio de compra del inmueble que hemos adquirido. Es decir, aunque hayamos logrado un desahogo económico momentáneo, la situación a la postre resultará perjudicial, dado que terminaremos pagando un mayor precio.
Peligro de una mala gestión económica
Los periodos de carencia de las hipotecas no deberían solicitarse de una forma irresponsable y caprichosa.
Como acabamos de indicar hace un momento, suponen un encarecimiento del precio de compra del inmueble.
No obstante, existe un riesgo del que no suele hablarse con frecuencia. El hecho de no estar pagando la hipoteca no significa que ésta haya desaparecido. Nuestra obligación sigue vigente y, antes o después, habrá que empezar a pagar.
Si no se tiene muy en cuenta esta situación, el cliente puede terminar por adaptar su estilo de vida y hábitos de consumo a una liquidez que no se corresponde con sus verdaderas obligaciones económicas; es decir, podría no prevenir correctamente el momento en que va a tener que pagar sus cuotas de amortización.
Lo peor de todo, es cuando llegue el momento de comenzar a pagar, ya no tendrá opción de solicitar un periodo de carencia, pues eso es lo que ha estado disfrutando hasta ese momento.