Washington/Ciudad de México, 1 oct (dpa) – El acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá que sustituirá el Nafta/TLCAN significa una gran victoria para Donald Trump, que con amenazas continuas durante el año largo que han durado las negociaciones hizo temblar a los dos socios de su país.
Sin embargo, México y Canadá también ganan, sobre todo porque consiguieron limitar los daños frente a la dura estrategia negociadora de Estados Unidos y porque evitaron la muerte de mayor acuerdo comercial del mundo, que Trump estuvo a punto de abandonar.
El acuerdo es seguramente la mayor victoria de Trump ante su base de votantes en los más de 20 meses que lleva en la Casa Blanca y a falta de poco más de un mes para las elecciones legislativas de mitad mandato.
Lo reafirma en lo que el medio online estadounidense «Politico» calificó hoy como su estrategia negociadora de «muchos palos y pocas zanahorias», haciendo referencia a todas las amenazas contra México y Canadá durante el proceso y los ataques contra el primer ministro canadiense, Justin Trudeau. También le da una victoria en medio de la guerra comercial que él mismo decidió abrir con China.
La renegociación del Nafta fue, junto a la construcción del muro en la frontera con México, una de las promesas electorales más importantes de Trump y significó la traslación al ámbito comercial del «America First» (Estados Unidos primero), un lema de campaña que ahora es línea de acción de Gobierno.
«A lo largo de la campaña prometí renegociar Nafta y hoy hemos cumplido esa promesa», proclamó este lunes en el jardín de la Casa Blanca, a la que llegó agitando la bandera proteccionista. La renegociación fue un instrumento de política interna, además de una medida comercial.
El cambio de nombre del tratado, que pasa a llamarse Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA), es una condición de Trump, que hoy se presentó así como como el hombre que ha acabado con «el peor tratado de la historia» firmado por su país.
Los problemas para Trump, sin embargo, puede que no tarden mucho.
Las encuestas dan opciones a los demócratas de recuperar el 6 de noviembre las dos cámaras del Congreso, que es el que debe ratificar en 2019 el nuevo tratado comercial para que pueda entrar en vigor casi un cuarto de siglo después de que lo hiciera Nafta. Un aumento de poder de los demócratas en Capitol Hill podría traer consigo dificultades en la indispensable aprobación.
En México, Enrique Peña Nieto quería más que nada -y lo logró el 27 de agosto- cerrar cuanto antes su propio pacto de manera bilateral con Estados Unidos, su mayor socio comercial y destino del 80 por ciento de sus exportaciones, para eliminar la incertidumbre, más allá de lo que ocurriera con Canadá.
Tuvo que ceder en algunos puntos, pero nada hubiera sido peor que quedarse sin acuerdo. En particular Estados Unidos impuso reglas de origen más estrictas para el sector de automóviles y la exigencia de que una mayor proporción de autos se fabriquen en zonas de salarios altos, lo que perjudica a México.
No obstante, una prolongación de la revisión del Nafta más allá del actual Gobierno, que concluye el 30 de noviembre, y en medio de las elecciones de medio término en Estados Unidos hubiera generado ruido en los mercados, que en cambio esperaron con calma el desenlace de las conversaciones de Estados Unidos y Canadá.
También era de interés del próximo presidente mexicano, el centroizquierdista Andrés Manuel López Obrador, que asume el 1 de diciembre, que se cerrara el tema en la administración de Peña Nieto para poder dedicarse a sus propios proyectos al entrar en funciones.
«La culminación de este proceso de renegociación propicia certidumbre en los mercados financieros e inversión y creación de empleo en nuestro país», dijo hoy el próximo ministro mexicano de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard.
«Gracias a este acuerdo México estará mejor posicionado para dar curso a los programas prioritarios planteados por el presidente electo», añadió.
El equipo de López Obrador se integró como observador en las negociaciones de inmediato después del triunfo en las elecciones de julio e incluso pidió a los negociadores de Peña Nieto hacer algunos ajustes en el tema energético.
«Los tiempos así están previstos para que sea todavía el presidente Enrique Peña Nieto quien firme el acuerdo para su posterior ratificación», dijo el ministro saliente del Exterior, Luis Videgaray.
Aunque anticipó todavía un debate intenso en el Congreso estadounidense, consideró que terminar el Gobierno de Peña Nieto con un pacto «implica certidumbre para México».
«Cuando fue electo presidente de Estados Unidos Donald Trump había muchísimas preguntas», afirmó. «Hoy lo que se está logrando es certidumbre, es tranquilidad para todos».
Por Sara Barderas y Andrea Sosa Cabrios (dpa)