Montevideo, 2 jun (dpa) – Es un acontecimiento sin precedentes para Uruguay: por razones de viajes al exterior, en estos días dos mujeres se han alternado en la Presidencia de la República. Pero esto parece algo más bien simbólico y que la equidad de género en política es todavía un desafío para este país sudamericano.
El mandatario, el oncólogo Tabaré Vázquez, partió a Suiza el pasado lunes para asistir a un evento de la Organización Mundial de la Salud y la vicepresidenta, Lucía Topolansky, tomó el cargo hasta ayer, ya que tenía programado ir a Rusia invitada por el Parlamento de ese país. Por eso le transfirió la Presidencia a Patricia Ayala, la senadora más votada en condiciones de asumir la función.
Vázquez regresará a Montevideo este domingo, cuando Ayala le devolverá el cargo y ella quedará como vice, hasta el retorno de Topolansky en pocos días. La distribución del poder por géneros volverá a una normalidad que, en el Gobierno de Uruguay, habla todavía de inequidad.
En el Poder Ejecutivo, actualmente son cinco las ministras (Desarrollo Social, Turismo; Educación y Cultura; Industria y Energía; y Vivienda y Medio Ambiente), en un gabinete de 13 en total. Ellos no solo son más sino que, en general, se encargan de secretarías de Estado más relevantes.
En el Parlamento, integrado por 99 diputados y 31 senadores, las mujeres tienen una representación cercana al 20 por ciento. Esa cifra es alta en una comparación histórica y obedece, en parte, a una ley que desde 2009 exige que haya al menos una en cada terna (incluyendo a suplentes) de postulantes a cargos electivos.
En un hecho histórico, en febrero asumió Elena Martínez como presidenta de la Suprema Corte de Justicia, el máximo órgano del Poder Judicial del país. «Todavía no está instalada esa cultura de que los hombres y las mujeres tienen un reparto de tareas equivalente», se lamentó entrevistada en la revista «Búsqueda».
Una encuesta efectuada en 2016 por la Organización de Naciones Unidas mostró que dos tercios de los uruguayos consideran que las mujeres deben ocupar más cargos políticos en su país. Y un 77 por ciento aseguró que sería positivo que en un futuro (10 años) Uruguay tuviera una presidenta.
Las próximas elecciones presidenciales de 2019 serán un termómetro de cuánto espacio verdaderamente han ganado ellas en la política uruguaya. Es posible que algunas se postulen al máximo cargo, pero más factible parece que secunden a un hombre en las fórmulas.
En el Frente Amplio, la coalición mayoritariamente de izquierda que desde 2005 gobierna el país, se habla de la ministra de Industria, Carolina Cosse, o de la senadora Constanza Moreira como posibles candidatas. Pero las encuestas las dan muy por debajo de eventuales postulantes varones, como el intendente (gobernador) de Montevideo, Daniel Martínez.
Para la hoy circunstancial presidenta que tiene Uruguay, «estaría bien que estuviera una mujer» en la fórmula para 2019 del Frente Amplio. «No voy a ponerlo como una condición, pero confío en mis compañeros (…), también en la agenda de género y de igualdad de oportunidades», dijo Ayala ayer en la emisora local «Océano».
Moreira, por su parte, ha dicho que todavía no tomó una decisión respecto a postularse a la Presidencia del país. «Siempre me guardo esa posibilidad por si no me gusta el panorama» de candidaturas, afirmó.
En el histórico Partido Nacional o Blanco, el único que viene a tiro del oficialismo en las intenciones de voto para 2019, una mujer, la ex legisladora Beatríz Argimón, asumió en abril el Directorio de la agrupación, un hecho sin precedentes que habla de un cambio en ciernes en los sectores más tradicionales.
Y la senadora Verónica Alonso, también del Partido Nacional, viene acumulando fuerzas y ambiciones electorales que, según ha dicho, definirá en el segundo semestre.
«La ciudadanía está mucho más preparada que los partidos políticos (por darle la Presidencia a una mujer). Tiene que ver con el poder dentro de los partidos», ya que la «revolución cultural es más lenta que cualquier otra», dijo Alonso, según publicó hoy el matutino local «La diaria».
«Vaya si habrá que romper barreras. Muchos hombres que se dicen abiertos -feministas- son generosos siempre que vayas en el segundo lugar. Las mujeres llegamos para quedarnos», desafió.
Por Ismael Grau (dpa)