Unidos desde 1991 y matrimonio motero desde 2009 cuando Juan Carlos Rodríguez influye sobre su mujer, María Del Carmen González para que dejase de ir “de paquete”, es decir, de pasajera y condujese su propia moto, la que la llevaría a cumplir el sueño de muchos moteros, la Transfagarasan. Así que una mañana de junio y tras varios meses de preparación arrancaban desde la puerta de su casa en Piedras Blancas para ir al encuentro con muchos kilómetros por delante de la mítica carretera.
Situada en Rumania y conocida también como DN7C es famosa por su desafiante topografía, lo que anima a muchos moteros a conocerla. Fue construida entre 1970 y 1974 como ruta militar estratégica bajo el mandato de Nicolae Ceauşescu como respuesta a la invasión de Checoslovaquia de 1968 por parte de la Unión Soviética, asegurando así un rápido acceso militar a través de las montañas en caso de una segunda incursión. Su construcción llevada a cabo básicamente por las Fuerzas Armadas, supuso un elevado coste tanto económico como humano ya que al menos 40 soldados perdieron la vida.
Resulta especialmente atractiva por sus curvas pronunciadas y hasta peligrosas que a penas permiten pasar de 40km por hora alcanzando la carretera los 2034 metros de altitud, lo que a todas vistas se convierte en un desafio.
Cuando nos hablan de la Transfagarasan, nos dicen que la idea surgió porque Juan Carlos empezó a ver fotos de la carretera y después en un programa decían que era la mejor carretera del mundo, así que pensó “la carretera está bien y encima está en Rumania con lo cual podemos hacer un buen viaje hasta allí”. Cuando después de meses de preparar el viaje, se ponen en marcha y llega el día en el que se encuentran delante de la famosa Transfagarasan describen el momento como de “felicidad suprema”, “fue un momento increíble, a pesar de que el día que habíamos programado para hacerla fue el peor de todo el viaje con lluvia y niebla pero lo primero que hicimos cuando lo tuvimos delante nos dice Carmen fue “frenar, gritar, fotos, espectacular”. Nos comentan que el trato de la gente con ellos ha sido muy bueno, siempre que se encontraban con moteros les saludaban e incluso, nos dice Carmen que se sorprendían de ver a una chica con una Z-800 por la Transfagarasan.
Nunca han pasado miedo, solo tensión al conducir por Italia y se traen un montón de anécdotas como cuando se marcharon sin pagar de un hotel por creer que ya lo habían hecho anteriormente o cuando unos polacos se habían mojado mucho el día anterior y estaban poniendo plásticos en las botas, “menudos olores emanaban de allí”, casi vomitamos se ríen a carcajadas, aunque la mejor para ellos fue la visita inesperada de Santi Varadero en el Stelvio quien salió a su encuentro desde Asturias.
“Cuando regresamos a casa, tras 7340 kilómetros recorridos teníamos la sensación de no haberlo hecho, no éramos capaces de asimilar el viaje, necesitamos días para asentar todos los recuerdos y una enorme pena nos envolvió al darnos cuenta de que todo se había acabado, llega un momento que coges tal ritmo que te apetecería hacer kilómetros todos los días sin parar”, nos comentaba la pareja. Eso sí, su cara se transforma nuevamente en alegría cuando dicen que en noviembre tienen su segundo proyecto, un viaje a Marruecos que esperan les traiga tantas alegrías como el viaje que ocupa ya su lugar en las alforjas moteras de este “matrimonio sobre ruedas”.
Elsi Rider