
Jerusalén (dpa) – Cuando el padre de Nahum Patschenik abusó de su hijo, algo en el menor se rompió. «Es como una muerte en vida, uno respira pero no está vivo y eso se prolonga durante años», explica en un café de Jerusalén, Patschenik, que en la actualidad tiene 47 años. Él perdió las ganas de vivir, sentía vergüenza y rehuía a la gente.
Los médicos le diagnosticaron un Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), que algunas personas desarrollan tras vivir una experiencia extrema y dolorosa. La psicoterapia no ayudó a este padre de cuatro hijos hasta que en 2014 participó en un estudio con la droga MDMA (metilendioximetanfetamina).
Esta sustancia de laboratorio se encuentra en el estupefaciente usualmente conocido como éxtasis, la droga de las fiestas.
Los estudios han demostrado que el «MDMA puede mejorar el proceso terapéutico para las personas que sufren TEPT», explica la estadounidense Asociación Multidisciplinaria para Estudios Psicodélicos (MAPS), por sus siglas en inglés. Se trata de una organización sin ánimo de lucro que investiga el potencial terapéutico de determinadas drogas.
Y en este caso la sustancia podría haber contribuido a disminuir el miedo, a mejorar la comunicación y a como se ve uno, así como a incrementar la compasión.
Ingo Schäfer, director de la unidad que atiende este tipo de casos en la clínica universitaria de la ciudad alemana de Hamburgo, se remite a las cifras y señala que un dos por ciento de la población en Europa sufre una vez en la vida un TEPT, un trastorno que puede estar provocado por una vivencia de guerra, un secuestro, un asalto o un abuso sexual.
Los síntomas que lo revelan son alteraciones del sueño, falta de concentración, pesadillas o sentimientos de culpabilidad o de vergüenza. Los más afectados tienen una tendencia más acusada a las adicciones, a las depresiones y otros problemas psíquicos. En uno de cada tres casos se convertirá en una enfermedad crónica.
En 2018 la revista médica especializada «The Lancet Psychiatry» ya informó sobre la publicación de un estudio, en el que el MDMA ayudaba en la psicoterapia a estos pacientes. Un equipo de MAPS a las órdenes de Allison Feduccia trató a 26 pacientes, en su mayoría veteranos de guerra y bomberos.
Durante la terapia recibieron entre dos y tres sesiones de drogas. Doce meses después de la terapia, 16 de los 26 participantes ya no cumplían los criterios del TEPT.
En 2019, la revista especializada «Psychofarmacology» publicó el análisis de cinco otros estudios similares que confirmaban esos resultados.
No obstante, los estudios se centraron principalmente en la seguridad de la terapia. Algunos participantes en el estudio padecieron miedo, cansancio, dolores de cabeza y problemas de sueño.
Sin embargo, los impulsores del estudio defendieron que la terapia es segura en el marco en el que fue desarrollada y puede demostrar que sirve para reforzar la psicoterapia.
Así lo confirmaron también Andrea Cipriani y Philip Cowen, de la Universidad de Oxford, al declarar a la revista «Lancet»: «Queda fuera de toda duda que se necesitan mejores terapias para afrontar el TEPT, sobre todo para veteranos de guerra y los miembros de los servicios de rescate».
«Sin embargo, apuntan los psiquiatras, todavía queda por demostrar que una psicoterapia respaldada con MDMA pueda generalizarse de forma rutinaria».
En ese sentido se ha emprendido un estudio, financiado con donaciones privadas, en el que se implicaría a 300 pacientes con TEPT en Estados Unidos, Canadá e Israel. El objetivo de la investigación, que desde 2018 se lleva a cabo en 25 centros, es conseguir una licencia de este método en Estados Unidos en el año 2021.
La psicóloga Keren Zarfati dirige la parte israelí del estudio. Cada uno de los 14 participantes tiene en total 15 sesiones de terapia, siempre con un terapeuta varón y una terapeuta mujer, explica. En tres sesiones los pacientes reciben una pastilla que en algunos casos es MDMA y en otros, un placebo.
La sustancia suele tener efecto unas ocho horas y durante ese tiempo ambos terapeutas están pendiente de los pacientes. En total los participantes del estudio pasan 24 horas bajo observación permanente.
«MDMA creó una conexión», dijo Zarfati. Así un paciente puede «de forma controlada» establecer un contacto con su trauma. En ocasiones los pacientes TEPT no pueden hacer frente a sus experiencias. Zarfati señala: «El MDMA no hace el trabajo, pero el cliente lo hace con el terapeuta».
También el Ministerio de Salud israelí trabaja en un proyecto piloto con 50 participantes. La correspondiente psicoterapeuta Bella Ben Gerschon cree que se iniciará este año.
La adquisición, el comercio y la fabricación de MDMA en varios países europeos, entre ellos Alemania, están prohibidos.
La oficina alemana encargada de cuestiones sobre adicciones señala: «El consumo de éxtasis daña el cerebro y los nervios y puede acarrear trastornos en la memoria, en el habla, así como pérdidas de concentración. El consumo regular de éxtasis puede conducir a una dependencia psíquica».
«Creo que el enfoque es muy prometedor, pero todavía no sabemos lo suficiente sobre para qué pacientes en concreto», opina Schäfer, del hospital de Hamburgo, pero hace hincapié en la necesidad de seguir investigando.
También Tomislav Majić del hospital berlinés Charité considera este enfoque interesante, pero dice que todavía hace falta investigar más. «Eso no significa que tomar MDMA fuera del control terapéutico sea seguro o pueda tener efectos favorables en enfermedades como TEPT», apunta el médico Schäfer de la clínica universitaria de Eppendorf.
Patschenik afirma que ya no sufre el TEPT. Su vida ha cambiado radicalmente tras la terapia. «Después me dije: ‘Sé que mis sentimientos no son tan peligrosos como pensaba antes. Ahora puedo pasar el duelo por lo sucedido. Es todo un camino lo que hay que recorrer para dejar atrás el pasado’».
Patschenik comenzó a practicar deporte y a alimentarse de una forma más sana. Ahora está estudiando para ser terapeuta en un futuro.
Por Stefanie Järkel (dpa)