Las ventas de vehículos llevan semestres acumulando pérdidas. Más allá de la situación económica y de la crisis sanitaria, que paralizó los concesionarios, más allá de la falta de componentes electrónicos que ralentizó las fábricas, hay una tendencia que, sin duda, está en auge: el renting.
Pese a que es una opción disponible en muchos otros bienes, lo cierto es que la versión más extendida de este contrato está íntimamente ligada al mundo del motor.
La información renting está disponible, hoy en día, en prácticamente cualquier concesionario ya que han visto en este formato una forma más sencilla de conseguir aumentar el volumen de negocio.
Gracias a esto, tanto concesionarios como usuarios ganan, pero, ¿qué hay de las cifras?
Según los últimos datos, durante el año 2020 esta opción creció, con respecto al año anterior, cerca de un 4,5%, con una cifra de contratos firmados que superaban los 743.000.
Pese a que son empresas y autónomos los que en un primer momento se acogieron a este formato de flotas, lo cierto es que poco a poco va incrementando también el cliente particular interesado en esta fórmula.
¿Cuáles son las ventajas que convencen?
Para empezar, el desembolso inicial es mucho menor que en cualquier compra. Pese a que uno se decida a adquirir un vehículo financiado, al acabar de pagar, el coche ya ha devaluado bastante.
Esa cultura de la propiedad, con el renting da un giro. El vehículo es de uso y disfrute de quien ha firmado el contrato, pero el mantenimiento y averías, así como el seguro, corren a cargo del arrendador, con lo que ciertamente al cabo del año el ahorro para quien lo conduce es sustancial.
Eso sí, al contrario que en otros formatos, al acabar el contrato, el vehículo debe ser devuelto, sin opción a compra. Pero en realidad, en este caso, es una ventaja ya que, por norma general, pasados los habituales 36 meses de renting, se cambia a un modelo superior y mucho más moderno.
Si es cierto que, probablemente, el precio de un renting comparado con la financiación de un vehículo sea algo superior, pero hay que pensar en el global. Pasado el contrato, se tiene otro vehículo no uno devaluado. Además, se olvida el conductor de las facturas de taller, revisiones e incluso, en algunos casos y según la oferta, de seguros e ITV.
Todos estos motivos se ven como ventajas para no quedarse ligado al mismo coche más de una década.