Sólo un poco de paz en el este de Ucrania

6299338wPoroshenkKiev, 22 jun (dpa) – Por fin ha llegado un alto el fuego a Ucrania. Aunque breve, unilateral y frágil, muchos ucranianos ansiaban este momento tras los sangrientos combates de los últimos meses.

«Ya no sabíamos lo bonito que era un fin de semana sin noticias de muertos», comenta la jubilada Anna Fomina al Canal 5 de la televisión. Y es posible que represente lo que muchas personas opinan en la ex república soviética.

Y sin embargo, lo expertos en Kiev advierten que aún no está claro si el alto el fuego es un primer paso hacia una solución al conflicto o quizá la última oportunidad para ella, como opina el politólogo Pavel Nuss.

Desde la noche del viernes está vigente el alto el fuego anunciado por el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, durante una semana, un periodo para permitir que los separatisas prorrusos del este del país puedan dejar sus Kalashnikovs. Sin embargo se trata de un plan que la mayoría de activistas prorrusos rechaza.

El líder separatista Pavel Gubarev habla de una «hoja de ruta a ninguna parte» y asegura que Poroshenko ha concebido su plan como un anzuelo. «Pero el cebo debe gustar al pez, no al pescador. Y a nosotros, en cualquier caso, no nos gusta», aseguró. Gubarev afirma que sólo serán posible las conversaciones si participa Rusia.

En Moscú, el presidente ruso Vladimir Putin muestra abiertamente su preocupación. Primero depósito claveles rojos en recuerdo de las víctimas del ataque alemán a la Unión Soviética hace hoy 73 años, el 22 de junio de 1941. Y después saludó el alto el fuego en el convulso país vecino.

Ese saludo podría ser registrado al detalle en Occidente, donde los jefes de Estado y gobierno de la Unión Europea quien debatir durante la cumbre del próximo jueves y viernes en Bruselas, sobre si la situación en Ucrania requiere sanciones económicas contra Rusia. Para tomar una decisión será decisivo si Moscú contribuye a tranquilizar la situación.

Alyona Hetmanchuk, del instituto ucraniano de política internacional, advierte sin embargo a la cúpula de Kiev de los peligros de invitar a Rusia a la mesa de negociación. Es grande el peligro de que Moscú haga aflorar sus intereses en otros territorios disputados como Transnistria (en Moldavia) y quiera entrar con «soldados de paz», cree la experta.

También asesores del entorno de Poroshenko consideran que la oferta de participación del Kremlin en el diálogo es un «veneno dulce» y creen que a Moscú no le importa la paz, sino conseguir una mayor influencia en el segundo mayor país de Europa en superficie.

Con el alto el fuego, que forma parte de un plan de paz de 15 puntos para Ucrania del Este, Ucrania se ha ganado sin embargo el aplauso de los dirigentes occidentales y de muchos compatriotas.

Sin embargo internamente continúan las críticas: el alto el fuego unilateral es un «error estratégico», consideró por ejemplo el comandante Andrei Bilezki en declaraciones al canal online Gromadske.TB. Para dar un paso así habría sido necesario cerrar la frontera con Rusia para evitar que se filtraran «terroristas».

También el periodista Alexander Gavrilyuk se muestra escéptico. Para muchos soldados ucranianos el inicio de la «operación antiterrorista» en abril fue un shock, porque se les exigió entonces disparar contra sus compatriotas.

«No estaban preparados psiquícamente para ello», opina. Por eso también el Ejército tardó en registrar éxitos, como la recuperación del control de la ciudad portuaria de Mariupol, de importancia estratégica. «Todos esperaban después que Poroshenko diera la orden de golpe decisivo y en lugar de eso llega un alto el fuego», explica Gavrilyuk.

Pese al alto el fuego, durante el fin de semana siguió habiendo disparos de los que el Ejército y los insurgentes se culparon mutuamente. Pero por el momento no se dieron combates mayores como los que en los últimos meses dejaron decenas de muertos y heridos.

Poroshenko parece tener claro que su iniciativa también puede fracasar. «El escenario de paz es nuestro plan A», dijo durante la visita a un hospital de campaña, «pero también tenemos un plan B», dijo sin dar detalles. Aunque sonó a amenaza.

Por Wolfgang Jung