Wolfsburgo (Alemania) 17 sep (dpa) – Un año después de que saltase a la luz el escándalo de manipulación de motores diésel, el consorcio alemán Volkswagen tiene abiertos más frentes que nunca.
El 18 de septiembre el fabricante de automóviles celebra el aniversario que nunca ha querido: se «conmemora» la fecha en la que las autoridades estadounidenses revelaran que la empresa germana había utilizado software para falsear las emisiones de sus vehículos eludiendo, por lo tanto, las normas medioambientales.
La adulteración de 11 millones de vehículos en todo el mundo fue tan sólo el primer capítulo de una serie de adversidades a las que la compañía alemana tiene que hacer frente.
Así, la resolución en junio de este año de la primera demanda en Estados Unidos contemplaba la obligación de la firma alemana de pagar 14.700 millones de dólares (13.100 millones de euros) que estarán destinados a compensar a los consumidores norteamericanos y a mitigar la contaminación.
Esta ha sido la primera pero no será la última, ya que sobre la compañía se cierne la amenaza de varias demandas civiles y procesos penales.
A los litigios y futuros paseos por los juzgados, Volkswagen deberá sumar otros problemas que no son menores, tales como la falta de credibilidad.
La reparación de los motores EA 189 que fueron manipulados, cuya finalización estaba prevista para 2016, parece que se retrasará y que los propietarios de un auto de Volkswagen trucado seguirán acudiendo a los talleres en el año 2017.
Analistas como Frank Schwope, del banco NordLB, creen que la debacle ocasionada a raíz del escándalo de manipulación le podrá costar al fabricante automovilístico hasta 35.000 millones de euros (39.280 millones de dólares), además de incertidumbre durante años.
«Algunos de los procesos judiciales van a demorarse por lo menos una década, por lo que los costes reales del escándalo deberían, por lo tanto, constar como pronto en diez años», señala.
La Fiscalía alemana investiga en este momento a 30 personas acusadas de llevar a cabo la manipulación de los vehículos. A estas alturas no está claro si las autoridades judiciales acabarán finalmente presentando cargos pero, en caso de hacerlo, los juicios podrían comenzar en 2017.
A nivel interno, la compañía continúa centrando sus esfuerzos en determinar los aspectos relacionados con la responsabilidad. Según información de la que dispone dpa, se ha logrado limitar el círculo de personas que estarían implicadas en el escándalo.
No obstante, la toma de decisiones lleva un ritmo lento. Volkswagen quiere terminar su investigación interna antes de que acabe el año. La publicación de los resultados de sus pesquisas dependerá también de la sintonía de la compañía con las autoridades estadounidenses, así como con el FBI.
El presidente del grupo, Matthias Müller, aseguró a finales de junio que el proceder respetuoso era una de las bases de la compañía y apuntó que la integridad y la legalidad constituían un ejemplo para lograr una empresa moderna, transparente y de éxito.
Lo cierto es que la temida caída de las ventas no se ha materializado en el negocio de la compañía pero con cerca de 1.600 millones de euros de pérdidas después de impuestos, 2015 constituye el peor año de Volkswagen en sus cerca de 80 años de historia.
El escándalo de manipulación de vehículos también se cobró en la primera mitad de 2016 buena parte de sus ganancias en Europa. En total, su cuenta de resultados cayó cerca de un tercio a los 3.460 millones de euros.
Atrás queda un año de inseguridad, de investigaciones y de pagos multimillonarios.
Volkswagen ha tenido que luchar todo este tiempo en muchos campos de batalla diferentes y siempre sin perder la perspectiva de futuro y liderazgo a nivel mundial en un mercado muy competitivo que se mueve entre el desarrollo de coches eléctricos y de autos sin conductor.
Al final, la debacle sufrida puede ser el origen de muchas cosas. Entre ellas, también puede convertirse en la semilla que prenda el comienzo de una nueva era.
Por Heiko Lossie