Bilbao, 14 may (EFE).- Arantza Quiroga cumple hoy un año al frente del PP del País Vasco con dificultades para consolidar su liderazgo tras ser refrendada presidenta en el congreso del pasado mes de marzo con el 72,8 por ciento de los votos, ‘castigada’ por su decisión de prescindir de Iñaki Oyarzabal como secretaria general.
Quiroga, nacida en Irún (Gipuzkoa) en 1973, fue nombrada de forma «exprés» presidenta el PP vasco el 14 de mayo de 2013 por unanimidad de la Junta Directiva, a propuesta del hasta entonces presidente, Antonio Basagoiti, que abandonó la política para irse a trabajar a México.
En ese momento, la política guipuzcoana consideró que su designación por la dirección le concedía el «respaldo y legitimidad suficientes» para ponerse al frente del partido, cuya ejecutiva no sufrió ningún cambio más, ya que representaba la «continuidad» de la línea de Basagoiti.
Sin embargo, el sector crítico con la estrategia de moderación del PP vasco reclamó desde el principio, a través del eurodiputado Carlos Iturgaiz, la celebración de un congreso regional que ratificase a la nueva presidenta.
Quiroga fortaleció su posición con el apoyo expreso de Mariano Rajoy, que la recibió en La Moncloa en septiembre de 2013 y enero de 2015, además de presentarla en un coloquio informativo en Madrid, y de la dirección nacional del PP.
Con estos encuentros con Rajoy y otras reuniones con varios ministros, Quiroga se presentó en sus primeros meses como el interlocutor vasco ante el Gobierno de España, una estrategia que ya utilizó Basagoiti para evitar que el PNV «puenteara» a los populares vascos como hizo con Patxi López (PSE-EE) cuando fue lehendakari.
Pese a ello, el 1 de octubre la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y el presidente del PP de Álava, Alfonso Alonso, se reunieron en Bilbao con el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, y el portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, un encuentro en el que Quiroga no participó y que después definió como un «error compartido».
Tres meses después, Quiroga cambió de parecer y decidió convocar un congreso regional para ser «refrendada» por las bases del partido.
En principio, el PP vasco abordó el proceso congresual con total tranquilidad, hasta que la presidenta anunció su intención de prescindir como ‘número dos’ de Oyarzabal, cercano a Alfonso Alonso, con el argumento de que era necesario «mover banquillo» y dar un «impulso» al partido nombrando secretaria general a la vizcaína Nerea Llanos.
Esa decisión contó con el rechazo frontal del PP alavés, que se tradujo en las votaciones del congreso, donde Quiroga fue reelegida con el 72,8 % de los votos, el apoyo más bajo de las últimas décadas.
«Cojo el mensaje, sé que queda mucho por trabajar y ése va a ser mi empeño», dijo Quiroga en el congreso, donde antes ya había pedido perdón a los militantes por «dañar» al partido con esa crisis interna y que equilibró la representación alavesa dando la vicesecretaría general a Javier de Andrés y la portavocía a Laura Garrido.
Además de esta crisis interna con el PP alavés, Quiroga ha tenido que hacer frente a las críticas del sector que exige mantener la política de máxima firmeza ante el nacionalismo y ver cómo el exparlamentario vasco Santiago Abascal abandonaba el partido y fundaba su propia formación, Vox, con el funcionario de prisiones secuestrado por ETA José Antonio Ortega Lara y Alejo Vidal Quadras.
Asimismo, tuvo una polémica con la asociación vasca de víctimas del terrorismo (Covite) por el homenaje del PP a Gregorio Ordóñez, aunque el asunto se recondujo a los pocos días.
La siguiente prueba de fuego para Quiroga serán las elecciones europeas del 25 de mayo, en las que será la ciudadanía la que defina el grado de solidez de su liderazgo.